Por Úrsula Asta*
Patricia “Pachila” Cabana está presa hace 6 años. La militante de la Tupac Amaru, una de las constructoras, junto a su organización, del barrio en Alto Comedero, Jujuy, pasó de vivir en la calle a encontrar en la militancia una forma de vida. En diálogo con Radio Gráfica afirma haber tomado dimensión de todo lo que lograron construir, una vez que ya estuvo en la cárcel. Hoy se encuentra en delicado estado de salud, pero aún no consigue que le realicen los estudios, la diagnostiquen y la traten.
“Soy muy consciente que soy una presa política, que no robé nada y que no hice nada malo para estar en la cárcel. Lo único que hicimos con mis compañeros fue trabajar arduamente para poder ayudar al pueblo que menos tiene”, sostuvo.
La organización barrial que fundó Milagro Sala tiene el nombre del líder que llevó adelante la mayor rebelión anticolonial indígena del continente americano: Tupac Amaru. Esta agrupación surgió en la década del ´90 en el Norte argentino y comenzó organizando copas de leche, cuando el hambre era abundancia. Hasta el 16 de enero de 2016, construyó miles de viviendas, comedores, centros de atención primaria de la salud, espacios educativos de todos los niveles, parque acuático, centro cultural, fábricas y talleres en forma de cooperativas de trabajo. Todo ello, para un sector social para el cual el trabajo, la salud y mucho menos el esparcimiento eran algo imaginable.
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“Me crié con mi abuela y viví toda la vida con ella. Ella era vendedora ambulante, vendía en un carrito en una escuela, y ahí había una señora que era boliviana y no podía decir “Patricia” en castellano, me decía “pachila”. Y de ahí me quedó. Después, mi abuela murió y me quedé en la calle viviendo, también estuve en muchos hogares, como el Buen Pastor y Hogar Escuela”.
“Y en mi vida un día se cruzó una mujer que me dijo que se puede vivir mejor, que se puede vivir bien y que tenemos derecho a una mejor vida, y creí en sus palabras. La seguí y así empecé a militar. Yo pensé que mi vida iba a ser de vendedora ambulante, pero después me di cuenta de esto, de la militancia, ayudar y dar sin tener apellido ni ser de una clase social alta”.
“Con Milagro, todas las personas que nos pusimos a construir las casas eramos gente de la calle, los que menos teníamos, y empezamos todos a creer en una mujer flaquita, diminuta, que tenía muchos proyectos. Yo pensaba cómo es que esta mujer quiere hacer tantas cosas y no tenemos ni las sillas. Ella nos dijo que se podía, y sí, se puede: cuando hay voluntad hay mil recursos, cuando no hay voluntad hay mil excusas. Esa frase me quedó muy grabada”.
“Así empezamos con muchos compañeros a militar, construíamos día a día todos los días, pero yo creo que la dimensión de la cantidad de cosas que hicimos –yo por lo menos- la tuve en la cárcel. Antes no me había dado cuenta de la cantidad de cosas, porque era todo vivir el día a día. Había que gestionarle a la gente la cantidad de necesidades que tenían”.
“Nunca quisimos ser un Estado paralelo, como dicen ellos, pero sí queríamos ayudar al que menos tiene y sabíamos que se podía vivir mejor, y sin ser Estado dábamos mucha ayuda a muchísima gente, a todo jujeño, no necesitaban ser tupaqueros para que los ayudemos”.
“El intendente promete y dice cosas que si fueran así, los jujeños deberían estar tirando manteca al techo con tanta fuente de trabajo. Nosotros cuando decíamos que hacíamos algo, lo hacíamos, y lo hacíamos los que menos teníamos para los estaban en la misma situación que cuando nosotros llegamos”.
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En 2016 “Pachila” estuvo 40 días presa en una comisaría hasta que la trasladaron al penal de Alto Comedero, donde compartió algunos meses de prisión con Milagro Sala, y la actualidad cumple domiciliaria. Durante todo este periodo pasó por distintas acusaciones, en un primer momento las carátulas fueron por fraude, estafa a la administración pública y enriquecimiento ilícito, luego se la condenó a 7 años en la denominada causa “Pibes Villeros”. En la cárcel pasó semanas de su detención en celdas de castigo, ilegales, en condiciones de tortura y bajo tratos crueles.
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“Yo jamás en mi vida como militante hubiese pensado que por construir casas, ayudar o dar trabajo, iba a terminar en la cárcel. No se puede creer toda la injusticia que vivimos todos estos años”.
“Ahora, hace 3 años que estoy con prisión domiciliaria, tengo una perimetral y tengo una pulsera en el pie. Estoy a cargo de un Patronato que monitorea a la gente que tiene esa prisión domiciliaria”.
“Personalmente soy madre soltera, tengo 6 hijos y el jueves 10 (de febrero) me agarró un cólico nervioso y hasta el día de hoy no me vió ningún médico. Nunca tuve tanto dolor, ni cuando parí a mis hijos. Me empezó a agarrar a las 10 de la noche, después empecé a llamar al Patronato. Siguió llamando mi hija y no atendieron. La atendieron recién a la madrugada y dijeron que esperemos que ya iban a llegar, y no llegaban. Casi a las 3 llegó el SAME, me pusieron inyectable, y como no se me pasaba a las 4 y media me sacaron de mi casa y me llevaron a una guardia para ponerme un calmante por vena. Después me llevaron a mi casa, al otro día me agarró de nuevo, me volvieron a llevar y luego a mi casa. Me dijeron que tengo que hacer ecografía y ver a un gastroenterólogo por consultorio. Y hasta el día de hoy nada”.
“El viernes 18 me llevaron a hacer una pericia, porque pide el juez que me hagan una pericia para saber si estoy mintiendo o no. Ellos tienen toda mi historia clínica, a mí ya me agarró eso dentro del penal. Ahora hay que esperar que el juez determine si me operan o no, si me hacen estudios o no”.
“Los que más sufren son mis hijos. Ellos llaman y llaman, y el Patronato no atiende. Ellos no duermen porque me ven descompuesta y lo dolorida que estoy. Yo decidí miliar y dejar mi vida en la militancia, mis hijos no tienen nada que ver. Están haciendo muchísima injusticia conmigo, pero más con mis hijos. Me duele que por ser militante, haber estado en la Tupac Amaru y con Milagro Sala, me hagan esto”.
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Patricia “Pachila” Cabana es una de las 5 mujeres tupaqueras presas políticas. Así como ella y Milagro, aún están en prisión Graciela López y María y Adriana Condorí. Antes también estuvieron en la misma situación Mirta Guerrero, Mirta Aizama y Gladys Díaz. De sus compañeros, aún permanecen prisioneros Iván Altamirano, Juan Manuel Silva y Javier Nieva.
(*) Conductora de Feas, Sucias y Malas (sábados de 9 a 12 hs)
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