Por Eduardo Martiné *
La Campaña de los Andes tiene un carácter excepcional dentro de la Guerra Revolucionaria. No se conocen ejércitos que hayan podido acometer tamaña empresa: cruzar una cordillera y al otro día estar impecables, con los caballos descansados y los soldados en condiciones de combatir. Chacabuco fue una victoria admirable. A ella siguió la instalación de un nuevo gobierno revolucionario en Santiago en menos de una semana. Una verdadera proeza técnica considerando los medios de los que se disponía en esa época.
Lo expresado no es una exageración. Simplemente me permití transcribir lo que dijo Alejandro Rabinovich -joven historiador que aconsejo leer- en una esclarecedora charla brindada por zoom en el Museo Histórico Nacional en agosto del 2020.
Al respecto Rodolfo Terragno recoge algunos puntos muy interesantes, desconocidos para el grueso de la población. Por ejemplo:
“El historiador inglés James Metford sostuvo que ‘la habilidad de San Martín para conducir a sus hombres a través de los desfiladeros y abismos de la Cordillera de los Andes merece que se lo compare con Aníbal’. Pero, John Lynch- célebre biógrafo de San Martín- afirmaba que la proeza del argentino había superado la mítica hazaña del cartaginés. Lo hacía comparando alturas: San Martín trepó hasta 4.536 metros en los Andes, mientras que en los Alpes, Aníbal no ascendió más que 1,850″.
Margaret Harrison, autora de ‘Captain of the Andes. The life of José de San Martín’, coincide con Lynch. Lo del Libertador fue una ‘hazaña sin par, más espectacular que las marchas de ‘Alejandro, Aníbal o Napoleón'”.
En un trabajo publicado en la revista “Todo es Historia”, Nº 16 de agosto de 1968, titulado “El paso de los Andes”, el historiador Guillermo Furlong S.J expresa:
“El general Leopoldo R. Ornstein que con tanto saber histórico y militar se ha ocupado del paso de los Andes, ha escrito que algunos tratadistas han establecido un parangón entre el paso de los Andes, con el de los Alpes por Aníbal, primeramente, y por Napoleón después. La similitud es muy relativa, por cuanto difieren en forma muy pronunciada las dimensiones y características geográficas del teatro de operaciones, como también los medios y recursos, con que fueron superadas en cada caso ambas cadenas orográficas. Esas diferencias son, precisamente, las que presentan la hazaña de San Martín como algo único en su género”.
En efecto: Aníbal cruzó los Alpes por caminos que, ya en esa época, eran muy transitados, por ser vías obligadas de intercambio comercial y aunque no pueda afirmarse que su tránsito fuese fácil, tampoco debe considerarse que pudiera representar grandes dificultades, puesto que el general cartaginés pudo llevar consigo elefantes, carros de combate y largas columnas de abastecimiento.
San Martín atravesó los Andes por empinadas y tortuosas huellas, por senderos de cornisa, que sólo permitían la marcha en fila india, imposibilitado materialmente de llevar vehículos y debiendo conducir a lomo de mula su artillería, municiones y víveres, aparte de haber tenido que recurrir a rústicos cabrestantes e improvisados trineos para salvar las más abruptas pendientes con sus cañones.
¿Habría podido Aníbal franquear las cinco cordilleras de la ruta de los Patos, escalando con elefantes y vehículos los 5.000 metros del paso Espinacito?”
Continúa Furlong recordando que Vicente Fidel López dice que “los escritores alemanes de la escuela de Federico, en una época (1852) en que buscaban ejemplos y lecciones para su ejército, consideraron digno de ser estudiado el paso de los Andes, como un modelo, deduciendo de él enseñanzas nuevas para la guerra”.
En su artículo, Furlong realiza un gráfico comparando el cruce de los Alpes por Napoleón y el cruce de los Andes por San Martín:
“NAPOLEÓN, conduce el grueso de su ejército por el Gran San Bernardo, salvándolo a 2.500 metros de altura, con todos sus vehículos y artillería, incluso la pesada.
SAN MARTÍN, conduce el grueso de su ejército por la ruta de los Patos y traspone 5 cordilleras, de las cuales la más elevada es franqueada por el Espinacito, a 5.000 metros de altura, sin poder llevar ningún rodado.
NAPOLEÓN, acompaña el avance principal con cuatro destacamentos secundarios: Destacamento Thurreau, por el Monte Cenis (3.600 metros). Destacamento Chabrán, por el Pequeño San Bernardo (2.200 metros). Destacamento Moncey, por el San Gotardo (2.100 metros).
SAN MARTÍN, acompaña el avance principal con una división menor y cuatro destacamentos secundarios:
División Las Heras, por los pasos Iglesia (3.400 mts.) y Bermejo (3.300 mts.).
Destacamento Zelada, por el paso Come-Caballos (4.100 mts.).
Destacamento Cabot, por el paso de Guana (4.200 mts.).
Destacamento Lemos, por el paso Portillo y paso Pluquenes (4.500 mts.)
Destacamento Freire, por el paso Planchón (3.800 mts.).
Amplitud del frente de operaciones
NAPOLEÓN: 160 kms.; SAN MARTÍN: 800 kms.
El ancho de la zona montañosa cruzada por NAPOLEÓN fue de 100 kms., mientras que la cruzada por SAN MARTÍN, fue de 350 kms.
Alturas máximas franqueadas
NAPOLEÓN: con el grueso, 2,500 mts., con destacamentos, 3.600 mts.
SAN MARTÍN: con el grueso, 5.000 mts., con destacamentos, 4.500 mts.
Recorridos máximos y mínimos
NAPOLEÓN: 280 y 135 kms., respectivamente.
SAN MARTÍN: 750 y 380 kms. respectivamente.
NAPOLEÓN pudo contar con recursos: en la zona alpina existían varios centros poblados y valles con producciones diversas.
SAN MARTÍN no pudo contar con recursos: en la zona andina era total la ausencia de poblaciones. Los valles eran áridos sin productos de ninguna clase”.
Dice Daniel Balmaceda en LA NACIÓN del 17 de agosto de 2017:
“La empresa del cruce de los Andes es aún hoy, doscientos años después de haberse concretado, una de las hazañas más audaces de la historia. Estudiada en academias militares de todo el mundo, muchos historiadores han equiparado la epopeya sanmartiniana con la campaña de Napoleón a través de los Alpes. ¿Es así? Al contrario: en todo caso, la comparación nos permite demostrar que nada iguala al cruce de los Andes.
En primer lugar, al comparar ambos cruces, hay que tener en cuenta el camino por donde se realizó. Napoleón Bonaparte cruzó los Alpes por rutas que eran transitables, pudiendo así transportar la artillería pesada en carros. Por el contrario, San Martín atravesó los Andes con su ejército por empinados trayectos de cornisa, sin disponer de caminos por donde llevar vehículos. Las mulas debieron cargar los cañones y, en gran parte del recorrido, la tropa sólo podía avanzar en fila india.
A esta situación hay que agregarle que en la zona alpina había poblados, lo que le permitió a Napoleón reabastecerse. En cambio, la zona cordillerana carecía por completo de población y San Martín se vio obligado a llevar todos los recursos necesarios para el cruce, especialmente alimento y bebida para la tropa y para los animales.
En segundo lugar, y muy importante para la comparación entre ambos cruces, está la cuestión de la altura. Mientras que el ejército francés tuvo que franquear una altura máxima de 3.600 metros –el punto más alto que atravesaron fue el monte Cenis–, el grueso del Ejército de los Andes atravesó el paso de El Espinacito que asciende a 5.000 metros. El Espinacito no sólo es un desafío para subir sino que, fundamentalmente, es sumamente peligroso para descender. Mucho más arriesgado, si es con mulas transportando víveres, municiones y artillería pesada. Adicionalmente, los animales cargaron dos puentes desmontables, creación del genio de fray Luis Beltrán, para poder cruzar los pasos de agua.
Tampoco debe perderse de vista el recorrido de ambos ejércitos. Napoleón recorrió un máximo de 280 kilómetros, en tanto que el Ejército de los Andes transitó 750 kilómetros en su máximo recorrido que fue el paso de Come-Caballos.
La épica del Libertador fue también comparada con el paso de Aníbal Barca, general del Ejército de Cártago, quien atravesó los Alpes durante la Segunda Guerra Púnica en el año 218 a.C. En esa ocasión, Aníbal condujo a su ejército por los Alpes, al igual que Napoleón, por caminos que eran rutas comerciales. Tan es así, que el general cartaginés pasó con 37 elefantes. Algo impensado en el escenario cordillerano.
El tiempo que demandó el cruce también fue una proeza. Según el coronel (Re) Héctor Piccinali, el Ejército de los Andes realizó el recorrido total en un promedio de 80 kilómetros por día. Y calificó la acción como “la marcha forzada de caballería más rápida en la historia militar del mundo”.
Además – y con esto reitero lo que dice Alejandro Rabinovich- San Martín, después del cruce , inmediatamente salió a pelear y triunfó sobre los maturrangos en Chacabuco.
(*) (Docente y coautor del libro “Diálogos con el Gran Capitán – Ficciones con Fundamento”
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