Por Rafael Cullen *
Breves antecedentes
A fines de 1943 el sector del ejército encabezado por los coroneles Perón y Mercante –industrialista y neutralista frente a la guerra – inicia su alianza con el movimiento obrero organizado sindicalmente. El 1° de mayo de 1944, Perón hace la primera reseña de su tarea al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión: se habían firmado convenios con trabajadores de los gremios del vidrio, de la carne, textiles, del mueble, del cartón, de la electricidad, de la alimentación, de los astilleros, metalúrgicos, lancheros, portuarios, del vestido, ceramistas, bancarios, Vialidad Nacional, obrajeros del Chaco y petroleros. Estos convenios regulaban salarios, el derecho a días de enfermedad, a vacaciones pagas e indemnizaciones por despido y accidentes de trabajo. Se implantó, por primera vez el descanso dominical, sin pérdida de salario. Se estableció el beneficio del aguinaldo como obligatorio para todos los trabajadores a partir de diciembre de 1945. Estos derechos incluían también a las trabajadoras del servicio doméstico. Sebastián Borro recordaba que desde 1919 su padre en el gremio metalúrgico, no había gozado de un solo día de descanso y cuando estuvo enfermo no cobró los días no trabajados.
A través del decreto 31665 se ampliaron estos beneficios a los empleados de comercio lo que había sido aprobado por el gobierno de Hipólito Irigoyen y derogado por Alvear por “razones de déficit presupuestario”.
El 13 de octubre se sancionó el Estatuto del Peón Rural que introdujo en las actividades agropecuarias y forestales la jornada de ocho horas, la regulación de las vacaciones, el descanso dominical, el salario mínimo para cada tarea y la indemnización por despido
y medidas de seguridad e higiene en el trabajo. Reivindicaciones por los que habían sido fusilados los peones rurales en 1921. En noviembre a través del decreto 32347 se dio el primer paso para la creación de los Tribunales del Trabajo.
A fines de 1943 la Unión Industrial, que inicialmente había apoyado la política proteccionista abandona su inicial apoyo al gobierno y rompe públicamente al calificar al decreto que establecía los aguinaldos como demagógico. A esta oposición a las políticas que modifican la relación entre el capital y el trabajo se suman la Sociedad Rural y la Cámara Argentina de Comercio.
La decisión de la Secretaría de Trabajo de intervenir ante el incumplimiento de los convenios colectivos provoca de inmediato la reacción de todas entidades patronales, instituciones profesionales y partidos políticos.
Apenas conocida la creación delos Tribunales del Trabajo, la Asociación de Abogados separó a dos de sus miembros por aceptar designaciones como jueces laborales y la Corte Suprema se negó a recibirles juramento.
Durante 1944 el gobierno norteamericano aumenta la ofensiva sobre el gobierno argentino: se retira el embajador, se congelan los activos argentinos en EEUU; se amplía la prohibición sobre las exportaciones a nuestro país. Acompañando la ofensiva norteamericana recrudece la resistencia patronal a la política de la Secretaría de Trabajo y Previsión. El 25 de abril la Sociedad Rural se dirige al presidente para manifestarle su honda preocupación en que se encuentra por acontecimientos que si no se conjuran en su iniciación corren el riesgo de extenderse, creando situaciones que serán en el futuro graves e irreparables. Se refería al Estatuto del Peón Rural afirmando que: ha alterado las buenas relaciones existentes tradicionalmente entre patrones y peones y han dificultado el desenvolvimiento de las actividades por la notoria indisciplina que provocada artificialmente. Al mismo tiempo en una solicitada la Confederaciones Rurales Argentinas, en nombre de 102 entidades adheridas, declaraba: el Estatuto del Peón elimina la jerarquía del patrón para dejarlo a merced de los peones o de cualquier agitador profesional.
Dos días después sesenta y tres entidades patronales presentaban un memorial en la presidencia rechazando un proyecto presentado por la Confederación de Empleados de Comercio y respaldado por la Secretaría de Trabajo y Previsión que proponía la implantación de un salario mínimo vital y móvil, un aumento general de los salarios y la participación de los trabajadores en las ganancias. Señalaban que el proyecto: afecta directamente principios consagrados en la Constitución sobre el derecho de propiedad y el normal ejercicio de los poderes público. Trastorna fundamentalmente la estructura económica del país (…) introduce el germen de la indisciplina, destruye el espíritu de empresa, a la aptitud creadora y subvierte todo el espíritu de jerarquía. A los pocos días la Corte Suprema declara inconstitucionales tres decretos del presidente Farrell. El gobierno denuncia una conspiración que cuenta con el apoyo de la embajada de EEUU y son detenidos un general varios coroneles y civiles.
Las diferentes fracciones del capital empiezan a convertir sus reclamos corporativos y sectoriales en oposición política unificada. Forman en junio de 1945 la Junta de Coordinación Democrática. El conflicto se agudiza. El 26 de junio el diario La Nación publica el “Manifiesto de la Industria y el Comercio”. Además de manifestar su “alarma” por las diferentes medidas de la Secretaría de Trabajo y Previsión plantea cuál es su camino para resolver el conflicto. Dice:” durante 25 años, desde aquella semana trágica de enero de 1919, el país ha vivido dentro de una perfecta tranquilidad social. Y no es reavivando diferencias entre patronos y obreros, sembrando pasiones y azuzando pasiones que culminaron y terminaron hace 25 años, que habrá de propenderse con sinceridad al propósito de trabajar por la unión de todos los argentinos.
Frente a esto Perón respondió sin ambigüedades: “ frente a una teoría de que la Semana Trágica aseguró al país 25 años de tranquilidad social eo hace suponer que quisiera tra Semana Trágica. Entendida así la tranquilidad social, no hay nada que conversar. Si se trata de matar cinco o seis mil obreros para luego obligar a trabajar como se quiera, con el objeto de asegurar así 25 años de tranquilidad social, yo no me voy a prestar a eso.
En estos términos queda planteado el conflicto.
Por un lado el gobierno militar – cuyo núcleo impulsor es el grupo encabezado por Perón y Mercante- que ha modificado la relación entre el capital y el trabajo.
Por el otro la totalidad de los partidos políticos y las instituciones de la sociedad civil (FUA, Consejo de Rectores Universitarios, Sociedad Argentina de Escritores etc.) que solicitan el retorno a la “normalidad institucional”. El embajador de EEUU ya denuncia al gobierno como nazi-fascista e inicia una gira nacional y es recibido por una multitud a su regreso.
El gobierno toma diversas medidas conciliatorias. Son liberados los presos políticos, fue derogado el decreto que había disuelto a la FUA, el Partido Comunista fue reconocido legalmente y se le ofreció a sus dirigentes discutir “soluciones nacionales” con la presidencia de la Nación. Esto fue rechazado de plano, igual que lo había hecho Amadeo Sabattini poco antes.
Los trabajadores movilizados defienden sus conquistas
Quienes serán la “columna vertebral” del peronismo tenían sobradas razones para defender el proceso que se abría. Entre noviembre de 1943 y octubre de 1945 se concretan y/o toman fuerza de ley reivindicaciones que tienen décadas de postergaciones y otras que no habían figurado en los objetivos del movimiento obrero desde su constitución a fines del siglo XIX.
Se suceden cantidad de paros y movilizaciones obreras. Se inician en febrero de 1944, las primeras están dirigidas a exigir a las empresas el cumplimiento de los convenios colectivos y las medidas económicas y sociales del gobierno. Ya en julio de ese año luego de la destitución del presidente Ramírez público partidario de los aliados el Departamento de Estado habla de los “simpatizantes del eje” en el gobierno argentino. Ante esto, en una importante manifestación la CGT y numerosos gremios se pronuncian con firmeza a favor de la independencia económica de la República y de la política internacional de autodeterminación.
A partir de entonces la clase obrera comienza a convertirse en un activo sujeto político, decisivo para la conformación de la alianza interclasista que se constituirá políticamente como peronismo. Alianza donde la clase obrera se propone participar en las decisiones de gobierno para lograr la institucionalización de sus reivindicaciones.
El gobierno autoriza a los sindicatos a actuar en política. El 12 de julio en un multitudinario acto convocado por el Comité de Unidad Sindical, con más de 300.000 trabajadores los oradores plantean los términos político-institucionales en que está planteada la confrontación al proponer la constitución de una nueva “democracia auténtica” diferente de la democracia de los representantes de “la clase capitalista”. La oposición retoma con fuerza la ofensiva. El gobierno busca conciliar derogando los decretos de congelamiento de precios y el control policial sobre los mismos. Poco después Perón es obligado a renunciar y es detenido. Los patrones se niegan a pagar el feriado del 12 de octubre y a reconocer el aumento de salario decidido por Perón. La movilización obrera y popular que va a definir la relación de fuerzas entre los dos polos del conflicto se reactiva.
El 17 de octubre – Origen del peronismo
El 17 de octubre ha sido caracterizado y lo sigue siendo, como una movilización amparada por una policía adicta al gobierno militar. ¿Qué pasó con el poder represivo policial en esos días? Hay diferentes testimonios, uno de ellos es el de Ángel Perelman (fundador de la Unión Obrera Metalúrgica en abril de 1943): “¿Qué pasaba con la policía? Era muy simple, y luego lo comprendimos. En primer lugar, los guardianes del orden tienen una sensibilidad muy especial para distinguir donde está el poder real y el orden establecido. A medida que transcurría la jornada al cuerpo de tropa le resultó evidente, por estar en la calle, que no había fuerza policial de imponerse a una multitud de mil cabezas que brotaba de todos los rincones de a ciudad (…). La confusión reinante en las cumbres del gobierno (…), se reflejaba en los vigilantes.
Fragmentación del poder de la clase dominante. Unidad de la clase obrera y sectores populares movilizados en defensa de sus reivindicaciones y para ello la necesidad de una nueva organización nacional. La movilización callejera de las organizaciones de base de la clase obrera (previas a las decisiones de la CGT) define la relación de fuerzas a favor de la libertad de Perón clara personificación de esas aspiraciones.
Se abre otra etapa. El presidente Farrell fija la fecha de las elecciones para febrero de 1946.
A diferencia de lo que sucederá desde 1955, en 1946 la salida para recomponer el poder político de la clase dominante es institucional. Hasta entonces el instrumento político de los trabajadores eran los sindicatos. Todos los partidos pre-existentes, incluidos los que decían representarlos, eran aliados de las corporaciones empresarias y las instituciones civiles que intentaban suprimir los derechos adquiridos. El movimiento obrero sindical ante la nueva realidad del país deja atrás la etapa del mero reclamo a las autoridades del Estado. Su iniciativa tanto en la movilización callejera (que culmina el 17 de octubre), como en la disputa para institucionalizar el conflicto lo ha convertido en un activo sujeto político, que será decisivo en la constitución del peronismo. El 23 de octubre en una reunión con más de 200 participantes queda constituido el Comité Central del Partido Laborista formado en su totalidad por dirigentes sindicales. Es el partido con que Perón gana las elecciones.
Queda constituido el peronismo original como: la alianza entre el movimiento obrero organizado sindicalmente y el sector del ejército encabezado por Perón y Mercante, a la que se suman las fracciones del capital local precisadas de apoyo estatal.
Breve reflexión de cierre
Para analizar al peronismo desde sus orígenes hasta hoy hay que tener como punto de partida algo básico: una alianza no es una fusión. Entonces el peronismo está atravesado por las contradicciones entre las fracciones de clase que lo componen. También por las contradicciones o tensiones al interior de cada una de esas fracciones y por las contradicciones de clase de la sociedad argentina.
Desde la restitución del orden constitucional hasta hoy ha habido en nuestra sociedad cambios muy significativos respecto a la sociedad en la que surgió la alianza peronista.
Se puede señalar las más relevantes. A saber. La clase obrera está fracturada estructural y políticamente. Una de las avanzadas de restauración conservadora que avanzó sobre los logros históricos del peronismo, estuvo encabezada por peronistas. Más de una generación de trabajadores no se ha constituido como tal desde la experiencia peronista pre y post 1955.
El modelo de acumulación del capital financiero trasnacional presenta desafíos diferentes a los del capitalismo industrial clásico. Estos son elementos que no deben faltar en el análisis del presente. Respecto a la práctica política de hoy deben recuperarse los valores asamblearios y democráticos de las agrupaciones de base que hicieron posible quebrar el poder con la movilización del 17 de octubre. Solo esto impedirá que la política pierda su carácter transformador y se convierta en una carrera individual dentro de la administración del Estado.
(*) Historiador, autor del libro “Clase obrera lucha armada peronismos: Génesis desarrollo y crisis del peronismo original”
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