Delmira Hasenclever de Cao es madre del soldado caído en la Guerra de las Malvinas Julio Rubén Cao. Él era maestro de la Escuela 32 de Gregorio de Laferrere. Siempre había querido ser docente, como relata su mamá en esta entrevista en Radio Gráfica. Estaba esperando un hijo con su compañera Clara Barrios y tenía 21 años cuando le informó a su familia la decisión de ir a combatir a las Islas. Partió el 12 de abril de 1982 hacia Puerto Argentino junto al Regimiento de Infantería Mecanizado N° 3 del Ejército. Cayó en batalla el 14 de junio de 1982. Antes de eso, desde Malvinas, escribió una carta a sus estudiantes:
“A mis queridos alumnos de 3ro D:
No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera.
Espero que ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas.
Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder.
Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes.
Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña. Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes. Julio”
Hoy, la escuela en donde Cao enseñaba lleva su nombre. Hasta 2018, su cuerpo permaneció enterrado como un NN, bajo una placa que rezaba “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.
Su mamá, entrevistada por Úrsula Asta, recordó la historia de su hijo y detalló la lucha que han llevado en conjunto las madres de los caídos en Malvinas junto a los veteranos de guerra. “Tenemos montones de muertos, no murieron allá, pero murieron acá, de tanta desmalvinización. Cuesta, todavía, reconocerlos como deberían ser reconocidos”, reflexionó Delmira Hasenclever de Cao.
El calendario argentino conmemora y recuerda a los caídos, a los veteranos y a las veteranas, el 2 de abril, día en el cual, en 1982, inició el desembarco de tropas en las Islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833; el 10 de junio, Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes, conmemorado anualmente ya que ese mismo día pero de 1829, Luis Vernet fue nombrado como Primer Comandante Político Militar de las Malvinas en Puerto Soledad por Martín Rodríguez, gobernador de la provincia de Buenos Aires, hecho que asentó el mayor antecedente legal en relación con los reclamos argentinos sobre las islas y, también, el 14 de junio, porque en 1982 fue esa la fecha del cese al fuego.
Úrsula Asta: ¿Cómo vivís un 2 de abril?
Delmira de Cao: Para mí me resulta muy tranquilo porque me encuentro con todos los veteranos, sí me siento con obligaciones, porque la verdad que hace muchos años que lucho por Malvinas. Siempre cuento que trasladé el odio que tuve en amor para seguir luchando junto a los veteranos. Fueron muchos años, más de 30 años, y ahora ya dejé la Comisión de Familiares porque era presidenta ahí. Luché mucho con los muchachos. Primero, con la Federación de Veteranos hasta que se armó la Comisión y participé en ella. Pero hoy, ya no, ya me dedico directamente a La Matanza, donde nació y de donde se fue Julio, me dedico a los veteranos desde acá, pero no con el compromiso de viajar afuera, como de ir a Inglaterra, a Cuba. Estando en la Comisión es otra obligación, ahora no, ya estoy grande, 84 años, no soy una nena.
UA: En las horas previas a dialogar con vos, hablaba con otros compañeros sobre las madres de Malvinas. ¿Cómo ha sido ese recorrido que, a veces, está un poco invisibilizado, Delmira?
DC: Con toda seguridad que las madres de Malvinas, ni las Malvinas, son reconocidas como deben de ser, porque es muy difícil, vos fijate que nadie se acuerda del día de las madres de Malvinas. No tenemos día, nada, pero los veteranos nos reconocen todo lo que no nos reconocen los gobiernos y otras personas. El veterano nos reconoce, nos llama las madres de la patria, nos quieren mucho, nos dieron fuerza para seguir.
Yo en este caso, tuve otro hijo, porque no solo un hijo se murió en la guerra, sino se murió mi esposo y después otro hijo de 26 años. Yo aparte tengo dos hijas, la chiquita de 45 años, que es médica en el Posadas, y Graciela, la mayor, que ya está jubilada, que hizo la Licenciatura de Letras. Allí la llevó el hermano, Julio, porque ellos eran muy cercanos, y él la llevó a la hermana, porque ya no quería ser contadora, como el padre quería, y entonces la llevó a hacer la Licenciatura y ella se jubiló de eso, lo hizo toda la vida. Y tengo 6 nietos, 3 de ellos son docentes. Julio dejó una marca completa. Yo siempre luché por ellos.
Para mí el amor de los veteranos es muy grande. Porque si bien perdí a mis hijos, y perdí a Julio en Malvinas, él ya no sufría más, en cambio los que volvieron sufrieron mucho, fue terrible, tenemos montones de muertos, no murieron allá, pero murieron acá, de tanta desmalvinización. Cuesta todavía reconocerlos como deberían ser reconocidos.
UA: Algo para contrarrestar ese relato de desmalvinización que mencionás, me parece que tiene que ver con contar las historias de los combatientes y de los caídos, y la historia de Julio Cao es muy conocida, pero me gustaría, si podés, que nos cuentes cuándo fue que él te dijo que decidió ir a la guerra a luchar por su patria.
DC: Él era muy entregado a los demás, era un chico muy católico, enseñaba en la Villa 1-11-14, frente a la cancha de San Lorenzo, tenía un aula en la que enseñaba a los alumnos. Los sábados me pedía que le hiciera tortas y se juntaba con las compañeras, que en ese entonces hacían como una fiesta a los chicos que eran humildes y eso lo hacía muy feliz. En esos años malos, que estaba la dictadura, entraron a la villa, era la villa donde estaba la iglesia del padre Ricciardelli y había estado ahí también el padre Mujica, y le pidieron el documento a Julio, él se los da y les dice muy suelto ´yo no hago política, yo estoy enseñando a los alumnos, la política no me interesa´. Entonces, le devolvieron el documento y le dijeron ´pibe cuidate porque la situación está muy mala acá y no te conviene´. Después, se fue de la villa porque el padre Ricciardelli le dijo. Entonces, dejó la villa y se vino acá, al Mariano Etchegaray de Ciudad Evita a estudiar, a seguir la carrera.
Cuando pasó lo de la guerra, él ya estaba enseñando en la Escuela 32, ya estaba casado, el año anterior se había casado con una docente, y cuando se casa se olvida de pedir la prórroga por matrimonio. Entonces, lo llaman y se tiene que presentar, después de 6 meses, o sea, al año siguiente cuando se produce la guerra convocan a la clase esa, a él, él podía haber no ido, porque realmente él no tenía que haber ido. Yo le dije ´Julio, no, vos no tenés que ir´. Responde ´sí mamá, están convocando por la televisión, va ir toda mi clase, van a ir todos mi compañeros´. Le digo ´vos, Julio, no tenés que ir, tu mujer está embarazada de 5 meses”. Él me dijo ´no mamá, mirá que te enseño”. Y fuimos a la calle y me enseñó los camiones, y me dijo: ´¿Te parece que deje a mis compañeros? No, mamá. Voy a ir y voy a volver a contar la verdadera historia de mi vida”. Y así hizo, se fue. El destino quiso que él creyera que iba a volver, pero no tuvo la suerte de volver, se quedó allá.
UA: Él, a pesar de poder no haber ido, define ir a a luchar por esta causa.
Me dice a mí ´mamá, yo no puedo dejar de ir, me toco a mí´. Él me dijo ‘Mamá, no puedo no ir. Mamá, cómo te parece que no voy a ir. Cómo crees que me puedo sentar ante el escritorio frente a mis alumnos a hablarles de San Martín y Belgrano, si yo hoy no voy a cumplir con la patria y mis compañeros. Voy a ir, voy a volver, y voy a contar la verdadera historia de Malvinas “.
UA: ¿Cómo ves el relato que hay en los medios de comunicación, que dicen “estos pobres pibes” como si fuera que en realidad no entendían?
Es un desastre. Por eso te digo que muchos años luché con los veteranos, siempre, y no me hace mal estar con ellos. Si vos supieras estos días que he tenido yo, las radios que me han llamado de todos lados, vos no podes imaginarte de bicicleteadas que han hecho, porque hay lugares afuera, que están entendiendo la causa y tratándo de defenderla. En Paraná (por el 2 de abril) hubo una bicicleteada hermosa.
Ellos no fueron los pobres chicos de la guerra, como yo siempre digo, fueron los valientes soldados que fueron a defender su patria. Y yo lo digo siempre, nuestros soldados, los que volvieron, los que están allá, están con Dios, no sienten, no sufren, pero imaginate los que volvieron, lo que tuvieron que sufrir la indiferencia de ser ´los pobres chicos, los que fueron a pelear por un borracho´.
Te voy a contar una historia, cuando yo trabajaba en la Comisión de Familiares de Caídos, con los veteranos nos íbamos en micro a dar charlas a las escuelas, a 9 de Julio, Alberti, todos esos lugares. En los primeros años, lo hacían con los profesores, esa era una aula llenísima que había. Entonces, yo tuve que hacer mi discurso. Hablo, digo lo que pienso y siento. Yo estaba hablando y hablaban los veteranos, y nos defendían, como siempre, y en un momento dije ´ellos son héroes y mi hijo es un héroe de todo el pueblo argentino, no es uno más que murió, porque murió defendiendo a su patria, como tantos soldados lo hicieron´. Se para un profesor que estaba ahí sentado y me dice ´señora, ¿a qué le llama héroe usted? ¿Héroe que murió por un borracho?´.
Yo me quería morir. Estaba sentada, me pare y le dije ´yo le voy a decir algo a usted: mi hijo fue un héroe de la patria y de todo el pueblo argentino, porque la patria somos todos nosotros y él murió defendiendo su patria, aunque usted no lo crea, aunque yo no quiero las guerras, ellos tuvieron que ir a cumplir con el deber, ellos no tenían la culpa, no quiero las guerras, solo traen destrucción y muerte, pero escúcheme lo que le voy a decir, los soldados, Julio Cao, sí es un héroe de todo el pueblo argentino´.
Yo tuve dos héroes. Uno, Julio Cao, que murió en Malvinas, y el otro, otro hijo que murió de 26 años. Él era muy distinto a Julio, muy andariego, en ese entonces tenía 18 años cuando se contagio de HIV, pero para mí es tan héroe como Julio.
Vos sabes que el hombre se disculpó. Cuando terminó el acto vino a verme, llorando, y me abrazó, me dijo ´ay, señora, qué razón que tiene, qué lección que me dio, cómo me hizo entender a mí lo que nunca había entendido, qué ejemplo que me dio´. Y esa historia la empecé a contar en muchos lados.
- Entrevista realizada por Úrsula Asta en Feas, Sucias y Malas, sábados de 9 a 12 hs, por Radio Gráfica.
- Redacción Lucía Izaguirre
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