Por Juan Patricio Méndez *
Hay una constante política de extracción sobre los territorios, y una perpetrada reproducción de inacciones por parte de las gubernamentalidades cuando se trata de cuestiones relativas a reclamos y comunidades originarias. La Marcha de los 1900 kilómetros de Mujeres Indígenas, con Moria Millan como una de sus referentas, emerge como reclamo frente a las necropolíticas institucionales hacia dichos sectores a lo largo de la historia.
La iniciativa proviene de un grupo de mujeres indígenas, “guardianas de los territorios, sus recursos naturales y nuestro ecosistema”. Organizadas en un movimiento que engloba a 36 naciones originarias de la nación, los 1900 kilómetros representan décadas de saqueos perpetrados por políticas clientelistas de gobiernos extractivistas, y de empresas multinacionales que explotaron nuestros suelos, mercantilizando cuanto bien común apareció en el medio.
La ecología tiene este tinte político tan necesario para comprender las diversas aristas que se desarrollan en cada una de las problemáticas territoriales. La Marcha de las Mujeres Indígenas por el Buen Vivir atravesó todo el país para visibilizar cuestiones que se vienen desarrollando hace más de un siglo. Esta Caminata Plurinacional exige que el terricidio que amenaza las vidas humanas y de los suelos sea considerado un “crimen de lesa humanidad y lesa naturaleza”.
Otro de los puntos claves de su movimiento es la denuncia contra el extractivismo como política de Estado, el cual “destruye bosques nativos y los ecosistemas de la región, al mismo tiempo que las empresas quedan impunes y contaminan la tierra y el agua con la complicidad de los gobiernos”. “No se es libre si no se tiene un territorio apto y suficiente para la vida, si se desmontan y queman los territorios”, declaró Neli Curia, mujer mapuche de El Bolsón.
El recorrido tenía el objetivo de llegar a la Ciudad de Buenos Aires el 25 de mayo, antes de un nuevo aniversario patrio, que si bien representó el inicio de la independencia del Estado Nacional, no fue completa en términos de las comunidades originarias. En un comunicado emitido por el Movimiento, se señaló: “Estamos acá porque nos oponemos a los proyectos extractivistas, vamos a decir basta a todo este sistema racista, colonial, capitalista y depredador, el sistema de muerte. Pueden ser testigos de la represión y la sangre derramada o pueden ser protagonistas solidarios para evitarla”.
El terricidio: Una política de Estado
Es, en primera instancia, una denuncia contra el terricidio a nivel nacional. Terricidio es “el asesinato, no sólo de los ecosistemas tangibles y de los pueblos que lo habitan, sino también de todas las fuerzas que regulan la vida en la tierra, a lo que llamamos ecosistema perceptible. Esos espíritus son los responsables de que la vida continúe sobre la faz de la tierra y ellxs están siendo destruidos conjuntamente con su hábitat.”
Y con este asesinato no solo se asume la fuerte ingerencia privatista, gerencialista, económica, neoliberal y gubernamental de las políticas de muerte aplicadas sobre las comunidades indígenas y originarias, sino también que se visibiliza la constante complicidad, silencio e inacción de las instituciones parlamentarias y representativas del Estado a la hora de resolver las problemáticas planteadas. Como bien relatan las Mujeres del Movimiento, el terricidio es una “síntesis del ecocidio, el feminicidio y el genocidio que sufren las comunidades desde el momento en que los pueblos pre existentes al Estado Nación fueron saqueados, destruidos y colonizados”.
Un genocidio que comenzó hace más de dos siglos, un exterminio contra las comunidades originarias que perduró a lo largo del tiempo hasta el día de la fecha, con otro tipo de prácticas diferentes a las campañas del desierto. Hoy, la desnutrición, los agroquímicos, la contaminación, la deforestación, los incendios intencionales y las políticas de abandono son otros métodos de dominación y exterminio.
El ecocidio implica la destrucción irreversible del ambiente, de los suelos y de los ecosistemas. Hoy en día, políticas de una sociedad extractivista como la megaminería y el agronegocio dejan sin lugar al crecimiento y desarrollo de las prácticas de las comunidades originarias. “Necesitamos que se empiece a hablar del terricidio, que juzguen lo que han hecho las mineras y los gobiernos que han otorgado permisos a estas empresas y reparar esos lugares”, denunció Neli.
La responsabilidad recae en instituciones que poco han hecho para defender los territorios, y en corporaciones que encontraron acuerdos y concesiones para explotar y saquear la tierra. Basta de Terricidio.
(*) Columnista de Ambientalismo de Abramos La Boca (Lunes a Viernes de 16 a 18 horas) / Radio Gráfica 89.3
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