El viernes pasado, en el marco del Consejo Federal Argentina contra el Hambre, el presidente Alberto Fernández anunció la ampliación del alcance de la Tarjeta Alimentar en el rango de edad y montos con el fin de atender una situación social muy crítica. Sin embargo, la medida también trajo un debate, promovido por los principales dirigentes de las organizaciones sociales y de la economía popular, sobre la necesidad de generar trabajo genuino en lugar de mayor asistencialismo por parte del Estado.
Enrique Martínez, actualmente coordinador del Instituto para la Producción Popular (IPP) y ex presidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) entre 1986-1988 y en un período posterior entre 2002 y 2011, se metió en ese debate planteando limitaciones a las políticas del gobierno nacional y posibles alternativas.
“Somos muy rápidos para desarrollar el esquema de subsidios, pero no hay proyectos para generar trabajo”, se lamenta Martínez.
“Se ratifica una línea de pensamiento. El gobierno reconoce un problema social enorme, que la pobreza aumentó sistemáticamente y tiene la intención de hacer algo al respecto. Cubre a los más humildes con un subsidio que llega a los niños pobres no solo con el monto, sino con el rango de edad. El presupuesto actual es de 10 mil millones de pesos pasando a ser de 25 mil millones de pesos”.
“Esa lógica pasa por alto que esos chicos son pobres porque surgen en familias que son pobres y los padres son pobres porque no pueden conseguir un trabajo digno. El gobierno no ha trazado plan alguno de dimensiones gigantescas (como fue la AUH) para que una fracción de los padres de esos chicos puedan trabajar dignamente. El subsidio a los chicos pobres no resuelve el problema de la falta de trabajo de los padres”, afirma Martínez.
El ex Presidente del INTI dio un ejemplo de un posible camino alternativo a partir del debate en torno a la tarifas eléctricas, tema en agenda y del cual quedaron en evidencia posturas diferentes dentro del propio Frente de Todos.
“Argentina tiene el desafío, en vez de discutir si Guzmán tiene razón o cuanto hay que aumentar las tarifas eléctricas, hay una tercera opción. Es estimular el desarrollo de la autogeneración eléctrica con energía renovable, fotovoltaica y eólica (esta última en el sur del país) con la posibilidad de tener 300 o 400 mil viviendas que generan su propia energía. Apoyado con un plan de financiación de largo plazo, podría generar decenas de miles de puestos de trabajo que marcarían una señal de un camino distinto. Estamos discutiendo si las distribuidoras se quedan con más plata o menos plata, si se lo sacan del bolsillo de los consumidores o no, pero resulta que la plata en el bolsillo es con subsidios públicos y eso no cierra. No genera bienestar, genera que el agujero del bolsillo no se agrande más”, completa.
“También hay que romper el mito de que los sectores agropecuarios y agroindustrial no generan trabajo. Puede que no genere en la siembra de la soja, pero en toda la cadena posterior de la soja, el maíz y el trigo si. La agroindustria y maquinaria agrícola generan miles de puestos de trabajo. Otra posibilidad es la construcción en un país que tiene un déficit de por lo menos tres millones de viviendas. También en energía renovable o caso puntual como el de la producción de celulosa, en Corrientes hay condiciones para ese desarrollo. Hay que sentarse y desarrollar los planes”, apunta Martínez.
Otro tema sensible en la economía cotidiana: el vertiginoso aumento en el precio de los alimentos, índice que en el último período ha tenido una inflación por encima del promedio, deteriorando ingresos populares. Las medidas de Gobierno para frenar esos incrementos fueron avanzar en acuerdos como Precios Cuidados, Precios Máximos u otros puntuales como en el sector de la carne con los frigoríficos exportadores.
“Para controlar el precio de los alimentos se juntan con las grandes empresas que han concentrado la actividad subsector por subsector. Se les plantea ´quieren ganar un montón de plata, ganen menos´, de ahí, por ejemplo, Precios Cuidados. Los funcionarios van al embudo en donde estas empresas que son parte del problema sean la solución”, plantea Martínez.
“Ningún funcionario se junta con la enorme cantidad de empresas que están en el mismo rubro. Contra tres o cuatro molinos harineros que exportan, hay 30 o 40 que no, que venden en el mercado interno. Hay que lograr que vendan más barato en el mercado interno, para eso tienen que sembrar ellos y eso requiere financiarlos. Es simple, hay que sentarse con los actores que corresponden. Si el gobierno se sienta a negociar con Cargill, nunca se va a enterar que los molinos más pequeños quisieran producir su propio trigo”, describe.
“Hoy estamos multiplicando los subsidios para la compra de alimentos. No hay ningún esquema organizativo donde ese dinero vaya a las pequeñas y medianas empresas. Va a ir a los supermercados o al comercio de proximidad comprando las grandes marcas. Los que ganan son los de siempre que concentran la producción y el comercio de alimentos. La producción popular no tiene convocatoria ni acceso a ninguna licitación”, concluyó.
- Entrevista por Úrsula Asta y Leonardo Martín (Feas, Sucias y Malas – Sábados de 9 a 12 hs.)
- Redacción: Leonardo Martín
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