Por Juliana Milanesio
Hace casi 70 años, un 1 de Mayo de 1952 el pueblo que vivía momentos turbulentos, se aglomeró en Plaza de Mayo para celebrar y ratificar una vez más su apoyo al General Perón y Evita. En esa plaza desbordada de trabajadoras y trabajadores se expresaba el sentimiento de amor y de apoyo luego de varios intentos de golpe al gobierno, por sectores históricamente antipopulares.
Hacía muy poco, el 17 de octubre de 1951, Eva Perón había tenido que dejar pasar la demanda popular de ocupar el cargo de la vicepresidencia. En un acto colmado de gente en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, la protectora de los descamisados ya sabía que su salud la estaba acotando.
Siete meses después, en el mismo balcón de Casa Rosada, con su salud más deteriorada pero con el mismo ímpetu y pasión por el pueblo y por el General Perón, Evita pronuncia su último discurso desde ese balcón, uno de los más importantes en la historia política argentina. Ya que llama al pueblo a la defensa -ante varios intentos de derrocar el gobierno- de las instituciones democráticas y de los derechos que se habían forjado durante el primer gobierno peronista.
Con la voz firme comienza diciendo “Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día!” . Ya conociendo su condición de salud y que no había mucho por hacer Eva le pide a su pueblo que cuiden al General Perón y solicita expresamente “que estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y por la grandeza de la Patria”.
No en vano su último discurso en multitud fue pronunciado un 1 de Mayo, fecha que volvió a tener una relevancia en nuestro país gracias al peronismo. Es que Perón cuando todavía no alcanzaba la presidencia impulsó desde la Secretaría de Trabajo un acto oficial y con ello el feriado a todos los y las trabajadoras en su día.
Una vez que el General estuvo en el poder, la participación de Evita en el acto de 1948 marcó el antes y el después en la participación de las mujeres en el peronismo. Ella aparece para compartir tribuna con otros dirigentes al mismo nivel. Sólo había tenido como antecedente a las dirigentes socialistas que décadas atrás participaban de dicha conmemoración. Con ella ahora “las mujeres del pueblo” estaban representadas.
“Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la patria misma”. Así culminó su discurso en 1952. Con su figura consolidada, con el voto femenino aprobado por el Congreso, con el Partido Peronista Femenino en marcha, a Eva le quedaban pocas semanas de vida en la tierra pero años en el corazón de los y las trabajadoras que hoy la recordamos con fervor.
(*) Columna para Feas, Sucias y Malas, sábados de 9 a 12 hs, por Radio Gráfica.
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