Por Héctor Amichetti*
Escucho decir que éste es un día de celebración porque hace 37 años recuperamos la democracia y yo me pregunto:
¿Recuperamos verdaderamente la democracia?.
En primer lugar, el 30 de octubre de 1983 celebramos que los militares se retiraban del gobierno pero nos dolían más que nunca las 30 mil heridas profundas que habían dejado en nuestro pueblo.
Además, teníamos la sensación amarga de que el peronismo no recuperaba el gobierno que le habían quitado por la fuerza 7 años, 7 meses y 6 días antes de esa fecha, porque durante todo ese tiempo le habían arrebatado a sus mejores militantes.
Eramos conscientes que las fuerzas cívico-militares que entregaban la banda y el bastón presidencial, se retiraban satisfechas de haber cumplido con el objetivo que se proponían.
Desde la Casa Blanca aplaudían, el Plan Condor había sido un éxito.
Ya no harían falta más golpes militares, la deuda externa pasaba a ser el nuevo instrumento de dominación, el Estado había sido debilitado al extremo y la industria nacional agonizaba.
Comenzaba así un nuevo tiempo de formalidad “democrática”, nos concedían el derecho al voto popular, pero se reservaban el poder real para seguir gobernando “de facto”.
Alfonsín fue derrocado por un golpe financiero, el menemismo y De la Rúa sirvieron lealmente a ese oscuro poder y el país “democrático” estalló por los aires en diciembre de 2001.
Después de aquel derecho al voto recuperado a fines del octubre del ’83, tardamos 20 años en volver con un gobierno de convicciones y políticas auténticamente peronistas, el escenario latinoamericano fue el mejor para intentar desestructurar el poder enemigo pero la experiencia fue muy breve en tiempos históricos.
No alcanzó y las fuerzas reaccionarias iniciaron la contraofensiva.
Con la “republicana” gestión del macrismo, descendimos a los sótanos del 2001.
Treinta y siete años y muy poco para celebrar…
Por un lado, más deuda externa que nunca antes en la historia, más desocupación, trabajo precario y casi la mitad de las familias argentinas sufriendo pobreza.
Por el otro, más poder concentrado que condiciona y desafía al gobierno elegido por voluntad popular.
Una “democracia precarizada” como dijera oportunamente una muy lúcida, querida y respetada compañera de nuestro Movimiento.
“No hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza”, sentencia el Santo Padre Francisco desde el Vaticano.
Hace 37 años apenas si rescatamos las urnas polvorientas que estaban bien guardadas, falta todavía construir el Poder del Pueblo para celebrar en serio la Democracia.
*Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores
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