El incendio comenzó el pasado miércoles, y a la fecha se estima que son 24 las hectáreas afectadas. Brigadistas y bomberos actuaron en la zona, junto a algunos hidrantes, para terminar con las llamas que hicieron arder la zona de la Reserva Natural de Berazategui. El fuego se extendió a unos 500 metros de la Autopista Buenos Aires – La Plata, entre las zonas de Quilmes y Florencio Varela, a la altura del kilómetro 24. El peligro radica en el avance en zonas de humedales, juncos y bañados. El extractivismo inmobiliario, nuevamente en la mira.
Por Juan Patricio Méndez*
Durante el fin de semana pasado, se registraron algunos focos de incendios en la zona de reserva de biósfera del Parque Pereyra Iraola, a la altura del kilómetro 24 de la autopista Buenos Aires – La Plata. Sin embargo, fue durante el martes 11 de agosto cuando una gran cortina de fuego se alzó sobre el terreno del conurbano sur, adjunto al Río de la Plata. Fue cuando las autoridades, brigadistas y bomberos acudieron al área, a los fines de apaciguarlo y controlarlo.
Varias hectáreas resultaron afectadas. De todas maneras, el peligro radica en las consecuencias que podría generar en términos de impacto ambiental, flora, fauna y suelo. Recordemos que se trata de una región de humedales, los cuales albergan una amplia biodiversidad, y actúan como regeneradores del oxígeno, como reguladores del clima, como esponjas absorbentes de la humedad y como pulmón verde del territorio.
La actualidad de la crisis ambiental ha tomado como actor recurrente a la quema de terreno húmedo. Lo hemos apreciado en la zona del delta del Paraná, y también abordamos la peligrosidad de la intervención del terreno en Laguna de Rocha, con la eventual construcción del Predio Deportivo de Racing Club. En este sentido, retomar la discusión de una necesaria y urgente Ley de Humedales se vuelve transversal a la hora de comprender la dimensión del ecocidio perpetuado aquí.
El origen del fuego
El Jefe del Destacamento del Cuartel de Bomberos de Hudson, Juan Bazurri, señaló que el fuego tuvo lugar “en la Reserva del río, entre el canal Baldovinos y el canal Pereyra, a unos 3 km de la Autopista. Tuvimos que entrar de a pie ya que las unidades no podían entrar”. A su vez, destacó que las causas probablemente, sean intencionales: “quizás se trate de una acción intencional, dada la ubicación y el sector en donde se produjo el incendio”.
Es menester destacar que el incendio de un terreno como un humedal no es una práctica novedosa, si hablamos del negocio inmobiliario. Hemos destacado que en columnas previas que fue esta práctica, la del extractivismo inmobiliario (como lo ha definido la doctora Patricia Pintos), la que ha marcado la agenda del conflicto socioambiental. Mediante un incendio, el terreno se endurece y pierde la humedad, lo cual lo vuelve más sólido y menos permeable, y por lo tanto, transitable. En la zona de Nordelta, este fenómeno se observó con el levantamiento de los suelos.
Esta cuestión impregna el campo de los conflictos ambientales, ya que implica, en todos los sentidos, un proceso de intervención territorial de los ecosistemas circundantes, alterando la relación dinámica y equilibrada entre flora y fauna. Un terreno que pierde la humedad dejará de albergar a plantas y animales que estén amigados con este terreno. Los obligan a mudarse de ecosistema, o en la mayoría de las veces, los condenan a morir.
Las tristes imágenes que hemos visto, producto de la quema intencional de lo pastizales y humedales del Delta, nos deberían servir de enseñanza. Probablemente, en días, podamos tener las mismas capturas de biodiversidad muerta en la zona del Parque Pereyra Iraola.
La importancia de la Reserva de la Biósfera
En el año 2008, la UNESCO declaró Reserva de la Biósfera al Parque Pereyra Iraola. Estas reservas de la biosfera son reconocidas internacionalmente, y forman parte de un programa de protección e investigación de ciertos territorios, creado por dicha institución en el año 1971. Las regiones se seleccionan por su interés científico, y su función radica en la conservación y protección de la biodiversidad del espacio, en el desarrollo económico y humano, en el fomento investigacional y educativo, y al intercambio informativo interdisciplinario de las reservas.
El Parque cuenta, según un estudio del año 2018 del Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, con más de 140 especies forestales y vegetales introducidas y flora autóctona como, por ejemplo talas, espinillos, blanquillos, ceibos, lianas, sauces, helechos y rastreras que crean un sotobosque. Asimismo, en términos de fauna, alberga casi a 200 especies de aves.
La incineración de este terreno puede implicar una gran pérdida en términos ambientales, de biodiversidad y de absorción del suelo. Al estar cercana a la autopista, si una gran porción de terreno pierde su cualidad de “esponja” natural, eventualmente, producto de las lluvias o del mismo rocío, pueden incrementarse las inundaciones en las poblaciones aledañas, o mismo sobre el curso de la autopista.
En términos de sustentabilidad ecológica e impacto ambiental, parece que aún no hemos aprendido mucho. Hemos sido testigos de una catástrofe climática por la quema del Delta del Paraná, por lo que la urgente intervención y cambio de perspectiva se hace necesaria. Más allá de la actualidad, hay que pensar en las potenciales consecuencias que pueden tener lugar en la región. Y no sólo eso: hay que comenzar a reflexionar sobre el alcance global de los conflictos ambientales, porque lo que sucede en un punto, repercute en otro. Ese click mental es necesario para que podamos observar, con perspectiva federal y mundial, a los conflictos ambientales, y a pensar en soluciones a largo plazo para el cese de estas prácticas extractivistas en los territorios. Lo que se agudiza, día a día, es la pérdida de la soberanía territorial.
(*) Columnista de Ambientalismo de Abramos La Boca (Lunes a Viernes 16hs a 18hs) – Radio Gráfica 89.3
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