Mauricio, república isleña ubicada en el Océano Índico, en la región continental de África, declaró el pasado viernes 7 de Agosto el “estado de emergencia ambiental”, luego de que un navío encallado derramó 4.000 toneladas de petróleo en el mar. El primer ministro mauriciano, Pravind Jugnauth, solicitó ayuda a Francia para contener el derrame y afrontar la crisis de biodiversidad que viene.
Por Juan Patricio Méndez*
Coyuntura de crisis, tiempos de desastres. Así se observa el panorama desde cada uno de los rincones del mundo. El coronavirus se sumó a la larga lista de pandemias que enfrenta el mundo actual: hambrunas, cambio climático, pérdida de biodiversidad, avance del neoliberalismo, entre otras. Nos toca añadir un elemento más (triste, por supuesto) a la cadena de conflictos ambientales en el globo terrestre: el derrame de petróleo en la Isla de Mauricio, que ya prevé una catástrofe ecológica.
Es que producto de esta problemática se declaró la emergencia ambiental en el país africano, el pasado 7 de agosto. El carguero, proveniente de China, contenía combustible y encalló en el sureste de la isla principal. En consecuencia, esto colocó en estado de alerta a la fauna, flora y ecosistema del área, así como también a las autoridades y a la población. Lo que ha desparramado el barco son dos combustibles: petróleo y gasoil, y en las imágenes aéreas ya puede verse el volúmen de los mismos.
“Se declaró la emergencia ambiental en el país africano el pasado 7 de agosto, producto del derrame de petróleo y gasoil”
El primer ministro Jugnauth pidió ayuda al Gobierno Francés, el país más cercano, ya que dentro de la misma zona se encuentra la Isla Reunión, un territorio galo de ultramar. Emmanuel Macrón emitió un comunicado por sus cuentas de Twitter, y mencionó que “cuando la biodiversidad está en peligro, es urgente reaccionar. Francia está ahí, junto al pueblo mauriciano”. En este sentido, ambos dirigentes se comprometieron a trabajar en conjunto para abordar esta conflictiva ambiental, e intentar reducir, lo más que se pueda, el índice de desastre ambiental que dejará, como secuela, esta situación.
El barco tiene nombre: MV Wakashio, y es de origen japonés. Según trascendió en medios internacionales, este llevaba bandera de Panamá. A fines del mes de julio, la nave encalló frente a un arrecife al sureste de la Isla Mauricio, precisamente en el punto geográfico de Pointe d’Esny. Su ruta tenía como destino Brasil, y cargaba 3800 toneladas de petróleo y unas 200 de gasoil. Pese a que los tripulantes fueron evacuados, no se pudieron concretar las tareas de extracción del contenido por el mal clima que azotó al archipiélago..
Fue durante la semana del 5 de agosto que el Gobierno de Maurició reportó fugas y derrames alrededor del barco. En su página oficial, Greenpeace afirmó que se trata de “una de las peores crisis medioambientales que ha sufrido este pequeño país insular”. Asimismo, Happy Kambuel, referente de la organización en África, señaló que “miles de especies que viven en las albuferas vírgenes de Cayo Azul y Mahebourg corren el riesgo de ahogarse en un mar de contaminación con graves consecuencias para la economía, la seguridad alimentaria y la salud”.
Por otro lado, Mokshanand Sunil Dowarkasing, miembro de Greenpeace África, indicó que se trata de uno de “los desastres ecológicos más graves de la isla, y ha ocurrido en una de las zonas más hermosas del país”. Asimismo, el asesor ambiental indicó que “gracias a los esfuerzos de las autoridades por vaciar los tanques del barco, el derrame ha decrecido, aunque el caudal no se ha detenido, y ha empeorado la marea negra que se extiende sobre el mar”. Y concluyó: “es un ecocidio, y no se actuó correctamente, y el daño ya está hecho”.
Al día de hoy, la zona alcanzada por el combustible vertido alcanza entre los 15 y 20 kilómetros, y amenaza a cubrir una gran extensión del archipiélago en caso de que no sea retirado, con urgencia, el contenido del agua. Para ello, la tarea de los brigadistas, las autoridades y la empresa dueña del navío son urgentes, y la declaración del estado de “emergencia ambiental” obliga a las naciones, según protocolos de Naciones Unidas, a actuar en conjunto para garantizar el equilibrio del medio ambiente.
Para el país, una catástrofe de esta índole puede agudizar la crisis económica. Las autoridades locales señalaron que “no están las bases ni las estructuras para llevar adelante una crisis como esta”. En este sentido, vale la pena aclarar que una gran fuente de ingresos para el archipiélago es el turismo, el cual ya se vio afectado por la pandemia del COVID-19. Ahora, se le suma esta gran problemática ambiental que estima ser una de las peores de historia de la región.
En un nuevo capítulo de la crisis global climática, un nuevo episodio se suma. El derrame de este tipo de contenidos altera a cualquier ecosistema que afecte, y pone en riesgo a la biodiversidad, elemento fundamental para la preservación de la vida y las especies en cualquier parte del mundo. Si esta pandemia nos obligó a repensar los esquemas, urge la búsqueda de soluciones a estas problemáticas. Ahora es cuando.
(*) Columnista de Ambientalismo de Abramos La Boca / Radio Gráfica 89.3
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