“Bolivia está en una encrucijada histórica, retoma la senda de la vía democrática y el respeto de las normas que la regula, o continua por el camino de la dictadura”.
Por Lalo Ruíz*
En esta última semana, Bolivia suma otro capítulo más de escándalos desde que la derecha se negara a reconocer los resultados del 20 de octubre del pasado 2019, en que la fórmula presidencial Evo Morales – Álvaro García Linera, obtuviera la victoria en primera vuelta por más del 10 % de los votos sobre la segunda opción de votación. Desde ese momento Bolivia, y no solo Evo Morales empezó a ser asediada por una derecha, que espero ansiadamente por más de 14 años, el momento para dar su golpe y retomar el control del poder estatal. Bolivia que nos tuvo acostumbrado con noticias de crecimiento y novedosos avances en materia económica principalmente, pero que además implemento una Constitución para saldar una deuda con la sociedad en cuanto a lo que representaba el Estado y de los sectores que antes no eran visibilizados ni tomados en cuenta, ahora con la nueva Constitución Política del Estado los ponía en el centro del escenario, pero aun más en la vida política del país, un nuevo emergente social era parte de la toma de decisiones en el país.
Sin embargo, la derecha venia talando desde hace años, y tuvo numerosos intentos para hacerse del poder estatal, y aunque no lo logró en su momento, sirvió para ir desgastando y creando una suerte de relato en el imaginario de la gente.
Una vez consumado el golpe, comenzó una persecución como nunca antes visto en pleno siglo XXI, que hizo un repliegue del campo popular, pero que no bajaba los brazo, sino más bien, está tomando más impulso para recuperar los destinos del país, a favor de las mayorías, que hoy padecen un gobierno de facto. Recordemos como la señora Jeanine Añez, se hizo del ejecutivo, en una noche, sin el quórum necesario, y con un parlamento rodeado de militares y policías, para evitar la llegada de los legisladores del MAS-IPSP, se sesiona y se posesiona de manera ilegal, a la oriunda del Beni, y como olvidar esa foto en el cual un militar le pone la banda presidencial a Jeanine Añez. Sus llantos en diferentes entrevistas, en las que mencionaba que su labor sería la de convocar a elecciones lo mas antes posible, y nada de eso paso aún. Pasaron más de 250 días de gobierno de facto, casi un triple de lo que contempla la constitución para un gobierno transitorio, que pone como limite 90 días. Y sin embargo recién para el 3 de mayo se convoca a elecciones generales, pero para desgracia de muchos aparece el COVID-19 en el mundo, y una ventaja para el gobierno de facto para hacerse de una excusa perfecta para posponer las elecciones nuevamente, por 90 días más, o sea que para la primer semana de agosto debiera celebrase las elecciones. Pero un acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas concilio una fecha más prudente, y se definió para el 6 de septiembre. En principio esta fecha fue muy resistida por la señora Jeanine Añez y de aquellos candidatos que al ver las encuestas, no veían buenos resultados para sus aspiraciones presidenciales, optan por dilatar la fecha a fin de poder levantar su imagen. La tenacidad de la presidenta de la cámara de senadores, pone en jaque esas intenciones, y finalmente Jeanine Añez termina promulgando la ley que define elecciones generales para el 6 de septiembre. Pero resulta ahora que el Tribunal Supremo Electoral, en un sorpresivo anuncio el pasado jueves 23 de julio, y presionado por diferentes sectores minoritarios, pero con mucho poder económico, terminan obligando a este organismo a volver a postergar las elecciones, incluso hubo declaraciones de funcionarios del gobierno de facto que amenazó con encarcelar a los miembros del TSE, sino postergaba las elecciones, y además que deba excluir al MAS-IPSP de las elecciones, esta acción claramente atenta a la democracia, ya que sacar de la contienda electoral al partido que mas intención de voto tiene, es quitarle al pueblo la opción de elegir libremente, a sus representantes.
Bolivia está en una encrucijada histórica, retoma la senda de la vía democrática y el respeto de las normas que la regula, o continua por el camino de la dictadura, encabezada en la figura de Jeanine Añez, que usa el miedo y el terror desde el Estado para intentar neutralizar, aunque sin éxito, a una población que puede o no simpatizar con un partido pero que claramente ya no aprueba la permanencia de un gobierno, que dice ser transitorio, pero que se ha atribuido funciones que no son de su competencia, y que su única función es convocar a elecciones, cosa que aun no pasa , y que de postergarse las elecciones hasta el 18 de octubre, no hay garantías de que se realicen ya que la excusa del COVID-19 y la desidia por parte del gobierno de facto no hace más que llevar a una crisis sanitaria, y de esta manera conseguir una nueva postergación.
La respuesta no tardo en llegar y hubo diferentes pronunciamientos de distintos sectores de la sociedad tanto en Bolivia, como también a nivel internacional, que repudian el anuncio del TSE y exigen que se respete la fecha de elecciones generales para el próximo 6 de septiembre, y que la decisión del TSE la tomo de manera unilateral y arbitraria, incluso en contra de las leyes 1297 y la 1304, que determina el plazo máximo para convocar a elecciones, en la fecha mencionada.
Habrá que ver cómo se desencadena en estos días esta disputa, aquellos que queremos elecciones limpias y transparentes o, de aquellos pocos que quieren seguir en una dictadura, que se aprovecha de la pandemia para seguir perpetuándose en el poder, y saqueando los recursos del Estado y desmantelando las empresas estratégicas estatales, en beneficio de una minoría y en perjuicio de la población en general.
La historia nos muestra que más temprano que tarde los pueblos logran sus victorias, Bolivia y su pueblo puede dar una gran sorpresa, tal como lo hizo un 18 de diciembre de 2005 que le dió la victoria por el 54 % de los votos, a Evo Morales Ayma, un humilde trabajador sindicalista de la zona del chapare y de raíz originaria, y que desde su llegada a la presidencia, Bolivia fue reconocida en el mundo, como nunca antes en su historia, por sus logros y triunfos tanto políticos, económicos, sociales y culturales.
(*) Militante de Generación Evo
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