Entrevista a Marcelo “Gaucho” Yaquet integrante del Frigorífico Recuperado La Foresta de La Matanza de visita en los estudios de Radio Gráfica. Los desafíos de la soberanía alimentaria, el precio de la carne y el rol de la economía popular. La satisfacción por la reapertura del frigorífico tras diez meses de clausura.
Por Lucas Molinari y Leonardo Martín
La charla con Marcelo “Gaucho” Yaquet comienza alrededor del frigorífico cooperativo La Foresta de La Matanza que volverá a abrir sus puertas en los próximo días tras haber estado 10 meses cerrado por un amparo presentado por una ONG ambientalista. Un frigorífico que al momento de la clausura contaba con 200 trabajadores en actividad y que hoy busca recuperar un funcionamiento pleno. El “Gaucho” es, además de integrante del frigorífico cooperativo recuperado, referente de la Corriente Política 17 de Agosto.
La descripción de la situación de La Foresta es el disparador de un debate medular de la Argentina: La Soberanía Alimentaria. De allí aparecen interrogantes: ¿Por qué son tan costosos los alimentos en Argentina siendo un país productor? ¿Es por la concentración? ¿Por la extranjerización del sector? ¿Qué parte de la cadena se apropia de la mayor rentabilidad? ¿Cuáles son las posibles salidas?
Un diagnóstico necesario para avanzar en políticas públicas que diversifiquen la producción y la comercialización que redunde en un abaratamiento de los alimentos y en una mayor calidad. Un necesidad en el corto plazo ante el enflaquecimiento de los bolsillos, pero también una discusión estructural para el futuro del país.
Un dato reciente: en enero la inflación promedio fue del 2,3%, pero la de los alimentos casi la duplicó: 4,7%. Los esfuerzos del nuevo gobierno en atacar el hambre y la inflación son valiosos, ¿pero alcanzará si no se tocan intereses muy consolidados?

El análisis del Gaucho comienza por la industria de la carne, algo que conoce bien como integrante de la cooperativa La Foresta. ¿Qué ocurre con el precio de la carne vacuna? ¿Por qué se disparado el precio?
“Esa una industria compleja”, resume. “Hay una producción primaria donde influyen factores que tiene que ver con la alimentación y con la cuestión granaria en Argentina. También con la industrialización, la distribución y comercialización final. En el medio de esto hay interfaces lo que complejiza la cadena cárnica”, comienza la explicación describiendo un entramado intrincado.
“Lo que está flojo es nuestro bolsillo más que el valor de nuestra carne. Esto tiene que ver con lo financiero, con la tenencia de la tierra, con la concentración de las cabezas vacunas. A su vez, todo eso tiene que ver con el sistema agroalimentario argentino, con la concentración, centralización y extranjerización que existe en nuestro país. Muchos eslabones terminan subordinando a otros eslabones. Los supermercados lo terminan haciendo con la industria y estos a otros eslabones menores”, explica.
“Desde la década del 90 disminuyó el consumo de carne vacuna y creció la de chancho y la aviar. Para nosotros es correcto desde el punto de vista alimentario esta diversidad, también es necesario consumir más pescado. En Argentina hay un consumo de 4 kilos per cápita al año cuando en el mundo es de 19 kg. y en la Comunidad Europea de 25 kilos. Argentina es un país marítimo, pero vivimos a espaldas de nuestra plataforma marítima y de nuestros ríos”, agrega.
LA IMPORTANCIA DE CONSTRUIR CANALES DE COMERCIALIZACIÓN AL MARGEN DE LOS SUPERMERCADOS
Durante los cuatro años de macrismo, fueron varios los sectores productores de alimentos que salieron a las calles para visibilizar una situación crítica, terminal en muchos casos. “El frutazo, el panazo, el lechazo fueron respuestas de sectores de la producción. En el marco de todo eso, los movimientos campesinos indígenas plantearon la cuestión del verdurazo. Esencialmente, los compañeros de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) que se pararon sobre ese sector y empezaron a disputar- de alguna manera- la cuestión de la comercialización”.
“En ese sentido, nos parece más correcto disputarla desde ese lugar que intentar entrar en los supermercados que han copado el mercado desde la década del 90.

“Si analizamos esa década, del 100% de las industrias en la Argentinas, el 54% era capital nacional mientras el 34% era extranjero y un 12% era asociativa. En el 2001, el capital nacional tuvo el 32%, el capital extranjero tuvo el 56%, y el asociativo empezó a bajar. En el 2010, terminamos con el 72% de las industria con capital extranjero, un 3% asociativo y un 25% de capital nacional”, detalla.
“El club de la leche, las experiencias de los almacenes agroecológicos de la UTT, las diferentes ferias de los movimientos, las ferias que hacen desde el Estado, desde los municipios; me parece que hay que jugar ahí y no dentro del supermercado”.
“Hay que armar un plan para que la tarjeta alimentaria sea usada en estas unidades comerciales y para eso tiene que intervenir la AFIP, para ver cómo se regulariza eso. Pueden adecuar leyes- ya sean impositivas o hasta leyes sanitarias en función de los más pequeños- pero no resoluciones sanitarias para esquivar la cuestión de la sanidad, sino en función de preservar un buen alimento”, resalta.
“Lo que plantea Daniel Arroyo (Ministro de Desarrollo Social) es correcto, es parte de lo que trabajamos en el Foro Agrario Soberano y Popular que tiene que ver con los mercados y la producción de proximidad. Creemos que hay municipios que podrían autoabastecerse con producción propia. Eso hay que planificar. Insisto, me parece que la intervención del Estado debe ser fuerte. Eso es parte de la discusión de los dirigentes del campo popular y también de la burocracia política. El Estado tiene que intervenir para planificar la alimentación de los argentinos“.
“El Estado tiene que intervenir para planificar la alimentación de los argentinos”.
“Otro tema que empieza a plantearse, muy fuerte, es la agroecología. Nos parece importante. El mundo tiene un problema de disputa por los alimentos, pero también tiene un problema de disputa por los recursos, los bienes naturales y el medio ambiente. Estos tres ejes se empiezan a expresar, fuertemente, en el gobierno nacional y en muchas organizaciones. Hay que apostar a poder construir un bloque económico entre el capital social y el capital privado de medianos y pequeños empresarios. Los empresarios nacionales y el capital del Estado para intervenir en la economía nacional y plantear un bloque económico ante las 500 empresas que concentran y neutralizan todo“.
LA TARJETA ALIMENTARIA
En estos pocos más de dos meses de gobierno del Frente de Todos, expresado por Alberto Fernández, el objetivo central de esta etapa es atender la urgencia alimentaria generada en un contexto donde la pobreza alcanzó al 40% de los argentinos y donde casi el 60% de los chicos menores de 18 años viven en familias pobres. Herencias neoliberales que Macri agudizó con el mismo recetario que provocaron el enorme salto de la pobreza en nuestro país desde 1976.
Según datos del Ministerio de Desarrollo se entregarán 4 millones de tarjetas alimentarias con una carga entre $4.000 y $6000 que sólo sirve para gastar en alimentos y bebidas (no alcohólicas). Gran parte ya se ha entregado, se estima que para marzo concluirá la entrega.

“La tarjeta alimentaria es una medida del gobierno que nos parece correcta” afirma el Gaucho Yaquet. “Lo que debemos ajustar es la discusión de cómo un gobierno debe desarrollar un plan alimentario y nutricional. No alcanza con dar de comer, sino tiene que ver con poder alimentar bien. Ahí entra toda una discusión- más de fondo- que tiene que ver con la alimentación. En el gobierno de Perón, Ramón Carrillo (Ministro de Salud) había construído un Instituto Nacional de la Nutrición que era un ente autárquico para planificar alimentación de toda nuestra población”, agrega.
“Eso implica desconcentrar la industria, habla de cómo la mayoría extranjerizada controla los alimentos de los argentinos. La tarjeta alimentaria es una medida hacia la crisis y está bien tener políticas para apaciguar la crisis, pero tenemos que desarrollar un camino hacia una soberanía alimentaria. Esto implica cómo juega el Estado en poder articular el capital social y el capital privado, con una lógica nacional y donde la alimentación tiene que estar al servicio de nuestra población. Tiene que haber una alimentación popular, pero no porque un sector está mal y hay que ayudarlo. Tiene que verse desde otro lugar, nuestra población necesita estar bien alimentada y tenemos que tener una educación en la alimentación”, argumenta.
“Así como está Zamba para enseñar historia, necesitamos un Zamba para que nos enseña sobre la alimentación. Por la comida chatarra dejamos el puchero que nuestra abuela nos cocinaba y eso es parte también de una política de alimentación. Los bolsones de los barrios, casi todo es alimento seco e hidratos de carbono y no tiene nada de proteína. Hay que pensar y desarrollar un plan de alimentación a nivel nacional donde tiene que intervenir el Ministerio de Agroindustria, el Ministerio de Economía y el Ministerio de Salud para poder tener un plan adecuado a las necesidades y esto no implica solo ver la alimentación de la población. Aparte de tener salud de tu población, puedes tener mucha producción pensando en la exportación para el ingreso de divisas del sector. Eso se piensa y se planifica”, finaliza.
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