Hace apenas dos años, el 16 de octubre de 2017 resultaron detenidos en Brasil un par de narcotraficantes bolivianos: Fabio Adhemar Andrade Lima Lobo y Carlos Andrés Añez Dorado. Esto ocurrió en el estado brasileño de Mato Grosso. Según el reporte policial, estaban en posesión de 480 kilos de cocaína en estado puro. El cargamento fue descubierto en una inspección realizada tras el aterrizaje de la avioneta en que viajaban.
Por Gabriel Fernández*
Fabio Lobo es hijo de un miembro del Cartel de Cali. Su compañero Carlos Áñez es el sobrino de Jeanine Áñez, en aquel momento senadora de la oposición boliviana; hoy autoproclamada presidenta del vecino país. Sin quórum en el Congreso, sin respaldos políticos importantes y sin que la Constitución Boliviana admita la “sucesión” en la cual se escuda. La mención del vínculo con el narcotraficante preso configura una intención.
Desde el domingo por la noche que venimos calificando, desde estas páginas, al golpe de Estado en Bolivia como fascineroso policial, tomando muy en cuenta las observaciones y denuncias planteadas por quien debería ocupar el cargo de legítimo presidente de esa nación, Evo Morales, en su video de renuncia. La expresión tuvo éxito pero no comprensión: fue reproducida aquí y allá, y varios medios se comunicaron para solicitar explicaciones, y difundirla.
La definición del golpe cual fascineroso no es apenas una calificación moral para los golpistas. Se asienta en la visión de las hordas de mercenarios, lúmpenes e hijos de familias acomodadas cruceñas –a modo de Liga Patriótica- que vienen agrediendo, quemando y saqueando seres humanos y propiedades en algunas zonas del país con la economía más próspera de la región. La formación cultural de este movimiento quedó evidenciada en una ya célebre frase de Jeanine Áñez: “Sueño con una Bolivia libre de ritos satánico indígenas, la ciudad no es para los indios que se vayan al altiplano o al chaco”.
En la transcripción respetamos la totalidad de la aseveración vertida en las redes sociales, incluida la ausencia de mayúsculas. Si efectuamos un paneo de lo acaecido entre el domingo y la jornada vigente, hallaremos un golpe de Estado sin cabeza política y con intereses económicos que congregan sectores variados locales e internacionales. La presencia de estos intereses, sumada a la ausencia de un proyecto, habla de la dualidad a la cual se enfrenta Bolivia: retorno de la democracia popular genuina o fragmentación.
Los hacendados cruceños anhelan una secesión destinada a formar un paisito esclavista para la exportación de materias primas; las corporaciones de combustibles, el sostenimiento de la unidad territorial para hacerse a través del Estado de los recursos hidrocarburíferos. Algunas de estas firmas y otras específicas, formar parte de la extracción de litio y así beneficiarse con acuerdos internacionales, entre otros el recién suscripto por Evo con China. Los narcos pretenden aligerar la ligazón entre la coca y su derivado, frenada legalmente por la gestión previa. Los Estados Unidos y una parte de Europa, apoyar algunas de esas pretensiones y en lo geoestratégico rodear a la Argentina.
Este último punto es esencial: por experiencia saben que el peronismo suele arribar al gobierno del estado sureño con un pan bajo el brazo: el ABC en primera instancia, el Mercosur luego y más recientemente el Unasur. Un proyecto industrial expansivo pero cooperador, sin imposiciones y con igualdad relativa de condiciones para quienes se sumen. Siempre fue así y, suponen con ciertas razones, así será en el período venidero.
Es más: aunque a nuestros lectores les parezca extraño, las protestas populares chilenas son estimadas, por esos poderes internacionales, como “responsabilidad argentina”. La victoria de la fórmula del Frente de Todos impulsó, sin interferencia directa alguna, el despertar del pueblo trasandino; se trata de una verdad mejor palpada desde el exterior que en el seno de las Pampas. Para colmo, a ese impacto electoral también le siguió un cambio de aires ostensible en Brasil, donde la libertad de Lula se combina con el desarrollo hacia debajo de los indicadores económicos.
Entonces, hay necesidades confluyentes de los participantes en el golpe de Estado en Bolivia, pero no vertebración política interior. Coinciden en la aceleración destructora, mas no en la elaboración de un programa que defina un rumbo, malo pero rumbo al fin, del país. Demás está decir que todas las algaradas violentistas fueron acompañadas por el rumor de una franja media acomodada que se refleja en la sutil inteligencia de la tía del narcotraficante. Ese rumor no es otro que las tonterías habituales sobre el “autoritarismo” de Evo y la “deshonestidad” de algún funcionario; argumentos que buscan afanosamente el emerger de un Bonadío boliviano.
Bien; como decíamos ayer y antes de ayer, la dirigencia masista parece haber optado por retirarse ante el golpe y guardar el prestigio ganado como gobierno que fomentó el crecimiento de la economía y la justicia social, y que resolvió no reprimir a los opositores. Las hordas banales podrían haber sido dispersadas con un puñado de fuerzas estatales leales y el concurso de las organizaciones sociales. Eso hubiera implicado el sostenimiento del mejor gobierno de la historia boliviana y, también, algo de sangre.
El cambio argentino –si hemos de retomar el significado más genuino de la expresión- se registrará en 2020, lo cual indica que la esperanza de retorno basada en ese prestigio, late. Pero la apuesta es muy arriesgada y la destrucción presente, rápida. Podría decirse: un camino inverso al dispuesto por el sandinismo nicaragüense y el chavismo venezolano.
Lo cierto es que así están las cosas. Guste o no. Esta nota es una muestra sintética, apenas un apunte, de la responsabilidad que le cabe a la Argentina en la construcción de un futuro común.
¿Qué dirá en estos momentos en alguna prisión brasileña el delincuente Carlos Andrés Añez Dorado?
Imaginemos: -¡Esa tía! ¡Ahora anda con la Biblia todo el día! Oye Fabio ¿te han machucao? No sunches a nadie ¡Prepárate que con esta presidenta vamos a quedar libres! ¡La apoya Bolsonaro!”.
(*) Director La Señal Medios / Área Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal
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