¿De qué hablamos al mencionar el neoliberalismo extractivista? En primer lugar, es preciso citar el tipo de modelo productivo en el cual estamos inmersos, como modelo internacional de relaciones de producción. El neoliberalismo supone un activo movimiento de las empresas por sobre los sujetos, interponiendo lógicas comerciales por las lógicas humanitarias. Dentro del mismo, es necesario situar que el neoliberalismo da por sentado la apertura de mercados. En esta apertura, el ideal de libertad se extiende como un posible real, pero no es más que una fachada de desigualdades.
Por Juan Patricio Mendez
¿Qué es el extractivismo y por qué es importante su mención?
En este sentido, Raúl Zibechi indica que “hay todo un complejo extractivo, un modelo de sociedad determinada al cual le corresponde un determinado tipo de Estado o régimen político, un tipo de relaciones humanas y sociales, una serie de valores, una cultura determinada que en la población se manifiesta en el consumismo: la gente no produce sino que consume”. Aquí hacemos mención de la “sociedad extractiva”, un tipo particular de sociedad que admite el enriquecimiento del 1% (más rico de la humanidad), la depredación de la naturaleza, la apropiación de los bienes comunes (y no recursos naturales) de una manera escandalosa para convertirlos en mercancías.
Es notorio marcar el diferencial entre bienes comunes y recursos naturales, porque la idea de recurso pone inmediatamente a la naturaleza como valor de cambio, y la separa del fin y esencia de la misma, que no es otro que la totalidad integradora del entorno.
Este entre es necesario para llamarnos a la reflexión, una vez más, y comenzar a radicalizar el cuestionamiento sobre lo que acontece hoy en Bolivia. Se le suma una faceta comercial a este Golpe de Estado, que tiene que ver con el avance de un modelo particular de relaciones productivas, entramadas por el neoliberalismo y la sociedad extractiva.
La administración de bienes comunes en Bolivia forma parte de una decisión política de sustentabilizar el poder adquisitivo del país en virtud de volver sustentable la relación entre el entorno y el comercio. Evo, de descendencia aymara e hijo de agricultores, comprende bien la necesidad de convivir con un ecosistema en equilibrio. Es por ello que la nacionalización de los bienes comunes y la disposición del Estado para su distribución internacional formó parte de un proyecto nacional boliviano que tuvo más logros que pérdidas.
¿A qué nos referimos con los logros?
Hay algunos índices que debemos remarcar para comprender qué tipo de gobierno fue el de Evo Morales. Para el caso del Índice de Pobreza Extrema, desde su asunción en 2005 al 2018, descendió de un 38,2% a un 15,2%. En el mismo periodo, la pobreza disminuyó a un 34% proveniente de un 60% en el 2005. El salario mínimo se incrementó exponencialmente, pasando de 54 dólares en 2005 a 304 dólares en el 2019. La Tasa de Desempleo cayó en 4 puntos, tocando un piso de 4% en el 2016. Los sectores populares han sido ampliamente beneficiados con las políticas gubernamentales del gobierno del MAS. Evo acompañó a una clase social históricamente marginada a ser parte de la ciudadanía, promoviendo apertura de sindicatos y mejoras al sector de los trabajadores. Este último punto es, además, algo que le ha molestado a sectores pudientes y a ciertas economías particulares que han visto achicar la brecha entre dominados y dominantes. Por eso, la añadidura de la característica del racismo a este golpe de estado forma parte de la consigna total.
En el mismo sentido, la política antiprivatista de Evo fue otro factor que ha inquietado a los sectores empresarios. Primero por sumar al Estado como un competidor, lo cual achica el margen de ganancias y la tasa de demanda en el sector productivo. Y segundo por repartir porcentajes del PBI de forma más equitativa. Las cuentas de los gobiernos asociados con firmas internacionales han marcado una clara intención de repartir la tajada más grande del Producto Bruto Interno a sectores más favorecidos.
Las nacionalizaciones y la fortaleza natural
En este sentido, en el 2006, Morales, a través del Decreto Supremo 28701, conocido como Decreto ‘Héroes del Chaco‘, nacionalizó los recursos naturales a favor del pueblo boliviano, y reactivó a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) como la empresa más importante del país. Esto implicó aumentar las reservas de Gas, siendo principal productor en la zona y uno de los más importantes distribuidores en el mundo. En el 2008 se llevó a cabo la nacionalización del 100% de Entel, la mayor telefónica en Bolivia. En el 2009 se nacionalizó la petrolera “Chaco”, y sumándose a la nacionalización de YPFB, le permitió a Bolivia contar con un caudal enorme de petróleo para comercializar y para poder autoabastecerse. También, en el 2012, se nacionalizó la Transportadora de Electricidad; y un año más tarde lo mismo sucedió con de SABSA (Servicios Aéreos Bolivianos Sociedad Anónima).
Según datos obtenidos desde “Resumen Latinoamericano”, Bolivia tiene reservas probadas de hidrocarburos de más de 14 años. Esto forma parte de las conclusiones que arrojó un estudio realizado por la empresa canadiense Sproule Internacional Limited, cuyos resultados comunicó su presidente, Cameron Six. Estas reservas constituyen una zona de interés internacional para quienes ostentan con la fantasía del hidrocarburo. El petróleo, como combustible, es el sostén de muchas economías del mundo, y su valor condiciona las ondulaciones del patrón internacional monetario, es decir del dólar.
Por otro lado, es necesario destacar que Bolivia cuenta con las reservas más grandes de Litio y Coltán en el mundo. Según la estatal Agencia Boliviana de Información (ABI), el estudio de la empresa estadounidense SRK certificó 21 millones de toneladas métricas en el salar boliviano de Uyuni. ¿Para qué es importante este mineral? Es clave para la producción de componentes eléctricos, y fundamental en la fabricación de chips de telefonía y de tarjetas de créditos. La administración estatal de los bienes le da la posibilidad al país de volverse sustentable en términos de economía política.
¿Qué otro interés hay?
Muchos son los intereses que se juegan detrás del Golpe Cívico y Militar que sufre Evo Morales y el pueblo boliviano. Con tan solo contar con el aliado interno correcto para obtener un acuerdo multimillonario que deje ganancias extraordinarias a una empresa en particular, en detrimento de los intereses de bolivianos y bolivianas, y en contra de un modelo de gobierno popular y nacional, ya es un motivo más que suficiente para alentar a ciertos sectores, ligados con las multinacionales y ciertas potencias económicas mundiales, a promover la desestabilización institucional en el país del norte.
Es necesario mencionar las alianzas para que se lleven a cabo este tipo de hechos inconstitucionales. Quien encabeza el golpe de estado es Luís Fernando Camacho Vaca, líder de la oposición, nacido y criado en Santa Cruz, una de las zonas más poderosas de Bolivia y el departamento en el que habita la mayor parte de la población de ascendencia europea y blanca. Es abogado recibido de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, y su activismo comenzó cuando tenía 23 años, en la organización cívica Unión Juvenil Cruceñista, que si bien se autodefine como “cívica”, fue calificada por la Federación Internacional por los Derechos Humanos como “una especie de grupo paramilitar que realiza actos de racismo y discriminación contra habitantes e instituciones indígenas de la zona”. Mesa, por su parte, fue presidente en una época de gran revuelta social, época marcada por la falta de orden institucional. Esta segunda oportunidad se carga del mismo simbolismo antidemocrático. Los aliados, por sí mismos, explican el proceso golpista.
¿En dónde estamos?
No está de más destacar que el extractivismo es una actividad que siempre estuvo ligada a los intereses corporativos. El agronegocio, como su fiel representante en Argentina, es promovido como el articulador de “buenas prácticas” a través de propagandas (a veces, incluso, institucional). La utilización de glifosato de manera indiscriminada, la obtención de ordenanzas municipales y decretos provinciales como está sucediendo en la ciudad de Necochea y en Entre Ríos para dar lugar a fumigaciones, y la explotación de la tierra en favor de los monocultivos y de la transgénesis es una sola parte de un modelo de producción que habilita a las economías a ponerse sobre la integridad de la humanidad.
Es de destacar lo que comentó Modesta, una compañera boliviana que se movilizó el día de hoy: “Creo que el golpe fue pagado por este tal Camacho, que quiere sacar la riqueza de Bolivia, porque él no es hijo de bolivianos. No es boliviano. Tendría que estar afuera de Bolivia”. La mención es clara: se trata de un negociado histórico de cierto sector que ha obtenido beneficios mediante aliados en la institución. Este golpe de estado traería esa facilidad que no existió con Evo. Por eso el apoyo de los pueblos es multitudinario. Y por ello, compañeras como Juana Elena denunciaron que “Camacho está incentivando a la persecución de compañeros de pueblos originarios, al mismo tiempo que se está silenciando por los medios”
La lucha ambiental no hay que circunscribirla ni reducirla a la mera movilización de algunos sectores. Forma parte de la histórica lucha de los movimientos originarios, de la búsqueda del fin de las prácticas que ponen en peligro a la vida de cualquier ser vivo, que promueven la desigualdad de clase al colocar, en sectores de marginación absoluta, a quienes sufren la labor de la actividad. Forma parte de una lucha política. Y es por ello que, el golpe en Bolivia, es también un golpe económico. El neoliberalismo no solo viene a apropiarse de un sillón presidencial. Viene a concretar el negocio millonario que hay detrás de la decisión de Evo de nacionalizar los procesos. Parte del ambientalismo es ser movilizar la capa productiva y despertar a la ciudadanía: la naturaleza no forma parte de la cadena productiva. La cadena productiva está dentro de la naturaleza, y no hay proceso sustentable que no entienda que sin naturaleza no habrá planeta para producir. El golpe a Evo es, también, un atentado al ambiente.
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