“Hoy estamos como en la Perinola, nos salió TODOS PONEN” Así se definió Antonio Caló (secretario general de la histórica UOM) sobre lo que los periodistas, frente a la entrada de la CGT, le preguntaban sobre el Pacto o Acuerdo Social futuro, que quiere propiciar el nuevo gobierno popular de Alberto Fernández.
Por Prof. Fernando Protto
No buscó cualquier ejemplo el líder metalúrgico, tomó el de un clásico juego social, donde lo importante era lo que se apostaba, y aquí hay mucho puesto en juego. El Pacto Social no tiene que ser un lugar donde los trabajadores y sus sindicatos aceptan condiciones, mientras que las patronales solo evitan no subir los precios o sostener el dólar. Un Pacto o Acuerdo es más que un simple documento, implica obligaciones de ambas partes y que se tiene en cuenta la posición del más débil en el mismo. Durante los casi 4 años de la tercera noche neoliberal, el pueblo, los sectores económicos medios, la pequeña y media empresa, los trabajadores de la tierra y el pequeño y mediano productor rural, pagaron con creces la crisis provocada por el propio gobierno, a favor del capital financiero especulativo, las empresas de servicios, las grandes corporaciones mediáticas y el gran empresariado nacional (transnacional).
Por eso fue claro Alberto Fernández, y no eligió cualquier lugar para expresarlo, en el auditorio Felipe Vallese de la Central Obrera. No es sacando derechos laborales como crece un país y los trabajadores van a tener un lugar principal en el gobierno. Marcarle la cancha al empresariado es una constante histórica del peronismo, tanto para bien como para mal, es una forma de decir quién está en el poder político y que puede pasar sobre el poder económico. Por eso no fueron extrañas las menciones que tuvo sobre José Ignacio Rucci y Saúl Ubaldini por parte del presidente electo. Del primero podemos decir, que más allá de las diferencias ideológicas, era la representación de la lealtad para el Perón de la vuelta y del sostenimiento del Pacto Social ideado por Gelbard, pero su asesinato trunco el real camino hacia el mismo. Por eso la mención al Saúl querido, el hombre de un sindicato menor pero con las fuerza de las bases, que logró la real unidad del movimiento obrero en los años 80 y de la resistencia a los primeros embates del neoliberalismo, durante el gobierno (también peronista) de Carlos Saúl Menem, pero que no pudo continuar el camino que había iniciado. Fernández, los Fernández, saben que necesitan un movimiento obrero unido, fuerte y leal, para enfrentar los embates del capital financiero internacional pero también de los enemigos internos que se encuentran en los grandes capitales y las grandes empresas.
Esto no es 1946, donde la cantidad de huelgas y conflictos ganados por los obreros fueron igualmente grandes, gracias a la anuencia de un estado que iba a garantizar esos triunfos. Tampoco es 1973 o 1989, donde el ingreso de los capitales extranjeros para determinar nuestra economía puso al movimiento obrero en una situación de desconcierto ante una realidad cada vez más avasallante. Tampoco es 2003, que después de tocar las puertas del infierno, el proceso de industrialización del país, también crecieron los números de sindicalización, por un lado, y de organización de los movimientos sociales, por el otro. El proceso es distinto, con mayor número movilización que en épocas neoliberales anteriores, con un movimiento obrero que aprendió de las heridas, con los movimientos sociales también organizados y con la juventud ganando lugares, al igual que las mujeres. Es en este contexto que el gobierno popular necesita la mayor unidad posible, para poder enfrentarse a los grandes poderes económicos que vendrán por todo.
Ante este marco de situación, el movimiento obrero también está en una disyuntiva histórica, dejar atrás viejas divisiones como ocupado o desocupado, CGT o CTA, dirección única o colegiada, varios sindicatos o sindicato unificado, etc, etc, para ponerse en el lugar de poder que le corresponde como sustancia de una larga tradición de luchar y organización de los sectores populares, desde las viejas cofradías de negros en la etapa colonial, las montoneras de la independencia y las guerras civiles, los primitivos sindicatos por oficio, los grandes sindicatos por rama hasta los movimientos sociales y de trabajadores rurales de hoy, disputar poder desde abajo fue nuestra esencia, comprender el momento histórico ya no nos tiene que poner a ver la política desde abajo, sino dentro de ella, para disputar lugares y construir la Patria para Todos, que venimos soñando desde 1810.
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