Por Fernando Gómez *
El 12 de junio el poder económico extranjero y local, intentará ordenar las voluntades de los senadores que arribaron a lugares de poder respondiendo a sus intereses, y buscará transformar en ley el proyecto “Bases”. Al menos, intentarán que las modificaciones que se anuncian, obtengan una mayoría simple que luego permitan ser evaporadas en la Cámara de Diputados cuando el proyecto retorne a su recinto.
Hemos fatigado nuestras páginas exponiendo el peligroso estatuto legal del coloniaje que pretende Estados Unidos y los grupos económicos que responden a su estrategia geopolítica, sea consolidado como un nuevo umbral de la dependencia económica de nuestro país.
En lo central, las multinacionales aspiran que el RIGI se transforme en ley para asegurarse 30 años de rentabilidad en el saqueo de nuestros recursos estratégicos y llevarse toda litigiosidad a sus propios países con una escandalosa prórroga de la jurisdicción nacional para dirimir controversias derivadas de la rapiña planificada.
Los grupos económicos que se pretenden locales, al servicio de la rentabilidad de esas multinacionales, miran de reojo los negocios vinculados a las privatizaciones, al blanqueo de capitales y pretenden asegurarse una asimetría fiscal que cargue el peso de su saqueo sobre las cuentas públicas sobre la espalda de un pueblo que garpa la fiesta de un puñado de empresarios a los que ninguna crisis amenaza, siquiera, con llevarlos a vivir a un dos ambientes.
Un sector empresario, que acostumbró el lomo a servir a intereses extranjeros y transformó sus industrias en importadores de pelotudeces, o tercerizadores del negocio principal que se quedan para sí las multinacionales, aspiran a que la reforma laboral les permita pagar el costo de su vagancia sobre los trabajadores que producen la renta que alimenta a sus familias.
En los últimos 50 años se han cristalizado proyectos coloniales de mayor o menor intensidad que pretendieron condenar a nuestro pueblo a vivir con las migajas del despojo. Jamás la propuesta fue tan obscenamente exhibida frente a la mirada atónita de un sistema político que se atemoriza ante la sola amenaza de perder su lugar en la nómina de los que viven acomodados en la admnistración de la colonia. Nunca antes, la oposición al colonialismo, estuvo tan peligrosamente atrapada en el denuncismo y el lagrimeo.
El 12 de junio, entonces, es una responsabilidad frente a la historia para todos aquellos a los que le duele el saqueo de nuestra Patria y la injusticia social a la que se condena a la enorme mayoría de nuestro pueblo, a movilizar masivamente para impedir la sanción de este nuevo estatuto legal del coloniaje, más peligroso y más profundo que sus predecesores.
La coyuntura, además, nos exhibe postales de un gobierno que empieza a mirar su destino por el espejo retrovisor de la historia.
Javier Milei exhibe un estado de debilidad mental que sólo puede ser naturalizado por aquellos que abonan a la farsa de la supervivencia institucional de cualquier resultado emergente de circunstanciales sufragios.
La economía de nuestro país pende de un hilo. El mercader al que el atribulado mental del presidente ha llamado “rockstar” ha tapizado de bonos las pretensiones de dólares de los grupos económicos que demandan fugar sus divisas en forma urgente. El poder económico local empieza a presionar por asegurar una devaluación que vuelva a pulverizar los salarios, pero que le permita multiplicar los dólares que no se han quemado en el altar financiero armado por Caputo para regocijo extranjero.
El FMI, como síntima de las pretensiones geopolíticas de Estados Unidos, ha empezado a apretar la cuerda de un gobierno que no le garaantiza la estabilidad que pretenden las multinacionales para depredar la economía nacional.
Las encuestas fabricadas, por su lado, se contradicen con la soledad en la que Javier Milei atraviesa sus actos públicos o privados, rodeado de un séquito de personajes de dudosa moral y paupérrima racionalidad.
Es cierto que el destino de la ley “Bases” no depende del gobierno de Javier Milei, sino de las pretensiones de los grupos económicos. Prueba de ello, fueron las recientes declaraciones de Emilio Monzó, quien lanzó críticas demoledoras sobre la salud mental del presidente, aunque como Diputado Nacional aprobó el 99% de la ley cuando llegó hasta el recinto de la Cámara que integra y del que pretende conducir una parte durante la gestión de esta crisis.
Sin embargo, la debilidad del gobierno de Milei, y la urgencia de los grupos económicos por transformar en ley sus prerrogativas, pueden acelerar los tiempos de una crisis institucional que pretende ser aprovechada por un sistema político que se jacta de gestionar crisis y mediatizar desde la política con las pretensiones del poder económico.
La movilización popular del 12 de junio tiene que ser un fuerte revés para las pretensiones coloniales del poder económico, pero también una clara advertencia al sistema político que busca zanjar la crisis de este tiempo, repartiendo migajas entre un pueblo que sufre y seguir asegurando los destinos nacionales a las pretensiones de un imperio en decadencia.
La calle es el lugar donde nuestro pueblo toma decisiones mucho mas complejas que la que se debaten en las urnas. Del enfrentamiento a la ley “Bases” como nuevo estatuto legal del coloniaje, tiene que nacer la voluntad militante de construir un programa patriótico en el que orientemos el rumbo geopolítico de nuestro país, acorde los tiempos de tensión global que se presentan, que planifique nuestra economía para diseñar un ciclo virtuoso de redespliegue industrial y productivo para atender a las necesidades de trabajo genuino en nuestro país.
Un programa que vuelva a poner en el centro de gravedad la Justicia Social como desafío de felicidad colectiva para nuestro Pueblo.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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