Por Nehuén Gusmerotti *
En la música, particularmente en el rock, no todo queda reducido a las notas, acordes, discos y canciones. La mística, la creación alrededor de una banda, el logo, incluso mascotas como Eddie o Snaggletoth, pasan a formar parte crucial del arte todo de un grupo musical. En nuestro país sobran ejemplos de logos, personajes ficticios o mística que acompañan a nuestros artistas, pero quizás haya un logo que en los 90´ se impuso como un rasgo de época y que acompañó mochilas, tatuajes, banderas y guardapolvos por miles: el de Los Piojos. Silvio Squillari, su creador, es por tanto una especie de quinto Piojo (Los Piojos no son cuatro, pero la referencia es ineludible a los cuatro de Liverpool). La historia de este logo se materializará en el libro “El Piojo no se mancha”, que el diseñador presentará el próximo martes 27 de agosto en Club Lucille, y de eso habló con Radio Gráfica.
“Es un libro donde cuento todas mis vivencias, desde la previa de lo que fue la gestación de Los Piojos y el nacimiento de lo que fue el logo piojo, desde el año 87 hasta hoy y todas las mutaciones que tuvo”, contó sobre este libro que contará con historias compartidas junto a algunos de los integrantes, a quienes conoce desde su niñez. Vivencias, anécdotas, historias empapadas de música, arte y fútbol. El desarrollo de este logo que en un momento no necesitó más estar acompañado del nombre de la banda, todos sabíamos a quienes representaba. “Nació como un simple trazo, de un boceto en un ensayo que terminó pintándose en una bandera, que era como un fondo de escenario en el primer show que tuvieron en un bar en San Martín”, relató sobre sus inicios.
Para sumar épica a la historia, Squillari confirmó aquel mito de que el primer piojo grafiteado en una pared de Ciudad Jardín seguía vivo, al menos hasta hace poco tiempo. “Ese primer grafiti estuvo durante 37 años vigente. Una tarde acompañado por Pablo Guerra, me subí a sus hombros, lo pinté en esa pared, en Wernicke y Margaritas y estuvo pintado hasta hace muy poco”, contó el artista, que agregó que si bien hubo gestiones municipales y de los ex integrantes para que este logo se destaque y proteja como patrimonio cultural, el escaso sentido popular del consorcio de dicho edificio decidió pintar la pared de gris y sepultar un pedazo de historia del rock local.
El logo sufrió varios cambios a través de los años, pero el piojo aparece con la banda ya caminando. “En el primer disco no aparece el piojo, aparece sentado en un banco, medio fóbico y escondiendo la cara. El primer momento en que toma forma es a partir de Ay ay ay”, rememoró. “Se venía mostrando en afiches a mano, artesanales. Siempre aparecía la imagen del piojo, que tenía cuerpo en esa época”.
El momento iba a llegar para el segundo álbum, en 1994 con la furiosa tapa de Ay Ay Ay. “Cuando surge la posibilidad de incluirlo en la tapa de Ayayay, Andrés me propone agregarle el cuerpo que ya venía trabajando en algunos afiches. De esta forma presentarlo en la tapa del disco. Entonces lo metimos en la portada y a partir de ahí la gente ya lo tomó como una imagen, pero sin el cuerpo, directamente tomó la cara. Y empezó a tomar tanta fuerza que todos los trapos que había tenían cada vez más imágenes de piojo. Decidimos que esa tenía que ser la imagen que la banda lleve como estandarte principal”, contó Squillari sobre esta situación. “Al principio poníamos Los Piojos abajo, hasta que ya no hizo falta ponerle nada, a nivel diseño, cuando un logo es tan fuerte, para un diseñador es el tope máximo”, agregó.
Por otro lado, el creador del emblemático logo contó que se va a encontrar en el libro que presentará el martes en Club Lucille. “En el libro se van a encontrar desde el primer boceto hasta distintas variantes de piojos. Hay muchos cambios, fanzines, se van a encontrar con afiches, ilustraciones de integrantes de la banda, ilustraciones mías, más allá de todos los bocetos, fotografías, testimonios”, también sumó que habrá varios personajes que fueron parte de la vida piojosa, y serán parte del libro (Omar y Ricardo Mollo, Gieco, entre otros).
También compartió sus sensaciones respecto de esta obra creada por él, y su vínculo con la sociedad argentina. “El piojo pasó a ser de la gente, no es más de uno. Cuando el público lo toma propio la dimensión es tan grande, que es un orgullo. Se convirtió en el logo más representativo del rock en Argentina. A mí me dio la oportunidad de desarrollarme como artista, y verlo en tanta gente, en tatuajes, en banderas, es casi un sueño cumplido”, expresó el artista piojoso.
Incluso contó una anécdota futbolera (si hay una banda de rock futbolera en nuestro cancionero criollo son Los Piojos), pero que conecta con, ¡Nueva Zelanda! “Llegó a estar hasta en un estadio de un equipo de la B de una isla en Nueva Zelanda, donde un grupo de argentinos se fueron de vacaciones a ese país, cruzaron a la isla y llegaron a encontrarse con un club de futbol donde dijeron ‘vamos a probarnos acá’ y terminaron quedando y empezaron a llamar a más amigos para que vayan a probarse y quedarse allá con un sueldo. Subieron de categoría, la mayoría del equipo son argentinos y la bandera principal que tiene el equipo tiene el piojo”, contó el autor del libro.
Además de crear el logo, Silvio Squillari fue escenógrafo de Los Piojos y actualmente trabaja con Ritual 87´, banda que nuclea varios componentes piojosos. Expresándose como un piojo más, el artista contó cómo fue crear esa identidad sobre las tablas para acompañar a la banda que lideraba Andrés Ciro Martínez. “Por entonces yo tenía la libertad de poder presentar lo que yo quería para cada show. En Los Piojos, la ventaja que existía es que en los 90 había mucho show contínuo. Todos los fines de semana se tocaba. Y no había bandas que generaran escenografías, más que ir a ver a una banda en vivo. Andrés siempre quiso que se generara un aporte más allá de ir a ver una banda, ver algo más teatral”, compartió Squillari, quien fue el encargado de darle a los shows ese plus que los músicos querían.
Finalmente, expresó lo que fue para él formar parte de Los Piojos, y lo que significaba la banda. “Para mí formar parte de Los Piojos era un ensamble de amigos, una conjugación muy linda que sigue existiendo por lo menos para mí, y tener esa posibilidad era única. Y hoy en día con Ritual es maravilloso, tengo la misma condición. Con Micky me conozco desde que tengo un año, con Dani también, desde los 15 o 16, con Chuky también. Ya nos conocemos tanto, que tener la libertad de contar y mostrar algo es prácticamente aprobación pura sin tanto detalle; la libertad creativa, cien por cien libre y agradezco enormemente que me haya tocado a mí esa oportunidad”.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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