Por Sofía Scasserra*
Turnos, turnos y turnos. Muchos se vacunaban y yo miraba mi app casi a diario para encontrar ahí una esperanza. Algo que me dijera que el final se acercaba. Pasaban los días y nada… Lunes 8 de marzo, día de la mujer, abro la app mientras asistía a un webinar y ahí veo la luz que se encendió: “turno pendiente” declaraba… y cambió mi vida.
Docente universitaria con patologías de riesgo. Así estaba inscripta en Vacunate PBA. La semana se me hizo de goma. No llegaba más el día viernes. La ansiedad me carcomía.
El día esperado llegó. No sé si de la ansiedad, de los nervios, o ambas cosas a la vez, llegue 20 minutos antes de lo previsto a la cancha de Banfield. Sillas, gazebo, todo bien dispuesto y solo 4 personas delante de mí. Me toman la temperatura, piden mi documento, se fijan en la planilla y efectivamente estaba mi nombre en la lista. La mujer que me atendió me pregunta “¿estás embarazada? ¿Te vacunaste recientemente? ?Algún síntoma? ¿Tos? ¿Dolor de garganta?” Le respondo “no, solo felicidad y ansiedad por este momento”. Y todo el personal que estaba en la puerta se rió, y me dijeron “¡qué hermoso! ¡Así es! Pasa por acá, por favor…”.
Entro al pasillo, me hacen sentar y me hacen llenar una declaración. Sin más demoras me llevan a un lugar donde había sillas dispuestas en círculos de a 15. Algunos círculos vacíos, otros llenos, otros llenándose con gente en ese momento. Me indican por donde pasar y escucho aplausos acá y allá. Me piden el DNI, y me siento a esperar a que mi burbuja se llene con los 15 afortunados que recibiríamos la vacuna. La enfermera nos habla, nos cuenta que estamos por recibir la vacuna Oxford/Astra zeneca producida en India. Nos indica contraindicaciones, nos explica el procedimiento, nos dice que a partir del 10 de abril estemos atentos al turno de la segunda dosis y finalmente pregunta “¿están todos de acuerdo con vacunarse? ¿Alguna duda?”. Una vez que todos estuvimos de acuerdo, traen el lote y comienzan a preparar las jeringas. Sigo escuchando aplausos y de repente una chica en otra burbuja comienza a bailar y decir “estoy vacunada, estoy vacunada”. La alegría es inmensa. Se nota en los ojos del personal y de la gente. Sonrisas no veo por el barbijo que nos prohíbe ver las bocas, pero el brillo en los ojos me dice que atrás de esas mascaras hay alegría… y sobre todo, esperanza.
Empiezan a vacunar, uno por uno y nos sacamos fotos entre nosotros. Las chicas que están en la logística traen agua fresca para el que quiere y ayudan con las fotos a aquel que quiera fotografiarse recibiendo su dosis. Será exageración, pero yo sentí que fue lo más importante que me iba a acontecer en el año y posiblemente el cierre del año 2020. Merecía una foto con una sonrisa de oreja a oreja aunque no se vea.
Termina de vacunar y todos en silencio mirando los teléfonos. Probablemente compartiendo fotos y contándoles a familiares y amigos que ya estaba hecho. Un enfermero nos dice que aguardemos 15 minutos sentados y que cualquier problema se lo informemos. La gente se emociona, alguno larga una lagrimita, otros esperan mirando el teléfono, algún otro mira la nada esperando aburrido.
Terminan los 15 minutos y anuncian el nombre de cada uno. Nos dan el carnet y dicen “pueden retirarse” y automáticamente la burbuja estalla en aplausos. Todos se paran y ofrecen su puño a los enfermeros con un GRACIAS enorme a cada toque. Ellos solo responden “Gracias a vos por venirte a vacunar”… esa frase lo dice todo. Tanto aplaudimos al personal de salud al principio, vacunarnos es el aplauso máximo. Es agradecerles de corazón todo lo que hicieron hasta hoy.
Salí de la cancha de Banfield media hora más tarde, vacunada, emocionada, feliz y llena de esperanzas. Aun mis seres queridos esperan su turno. Yo tuve suerte. Pero se avanza y ya va a llegar. Sigamos cuidándonos y aplaudiendo al personal de salud, pero esta vez poniendo el hombro para recibir esa vacuna que nos regala la ciencia y una gestión política que hizo posible que llegue a nuestro país y a nuestros hombros.
No perdamos la esperanza, el final está cerca. Vivamos esta etapa como lo que es: una fiesta de solidaridad.
* Columnista en Feas, Sucias y Malas, sábados de 9 a 12 hs, por Radio Gráfica.
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