Por Fidel Fourcade *
Hoy, en un país donde el presidente ataca a músicos y artistas desde sus redes sociales, mandando hordas de trolls, usando canales oficiales, refiriéndose de forma despectiva o compartiendo memes de cuentas afines, la canción de Charly resuena más actual que nunca.
María Becerra, Lali Espósito y Milo J no son solo tres nombres de la industria musical argentina; representan a una generación que creció en un país con democracia, con libertades conquistadas y con una cultura donde el arte no pide permiso. Sin embargo, en pleno 2025, deben enfrentarse a la violencia discursiva de un presidente que en lugar de gobernar, se dedica a hostigar a quienes piensan distinto.
La paradoja del asteroide que se dirige a la tierra y el fuego del sur
El caso de Milo J es emblemático: un pibe de 18 años que, sin haber hecho una declaración política explícita, vio cómo se suspendía su show en la ex ESMA en medio de una movida claramente represiva, con camiones hidrantes y un despliegue policial absurdo para lo que era, en esencia, un evento cultural. Al punto tal que el mismísimo Charly Garcia se comunicó con él para contarle que a él le pasaba lo mismo.
Todo esto, mientras se anuncia el posible impacto de un asteroide en el planeta tierra en un puñado de años.
Asteroides, y gobiernos de la derecha recalcitrante, es decir: dinosaurios.
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No es casual que Javier Milei, con sus 54 años y su obsesión por el conflicto, haya elegido como blancos a María Becerra, Lali Espósito y Milo J. No ataca a artistas de su generación, no va contra quienes podrían devolverle el golpe en igualdad de condiciones. Prefiere ensañarse con jóvenes, con quienes representan el futuro. Y si hay algo que se repite en su patrón, es que sus ataques suelen dirigirse especialmente hacia mujeres. Como si hubiera algo no resuelto, como si la juventud y lo femenino le resultaran una amenaza que necesita disciplinar.
¿Por qué no se mete con La Renga, que le dedicó una canción en contra? ¿Por qué no responde a Fito Páez, que en el pasado le dedicó críticas afiladas? No, su blanco son chicas que llenan estadios, que con su música y sus palabras desafían el statu quo, que movilizan multitudes sin necesidad de gritar ni insultar. Como si el éxito y la independencia de estas mujeres le resultara insoportable.
En Argentina, los ataques a los artistas no son nuevos. En los ‘70 y los ‘80 hubo censura y persecución. En los ‘90, los músicos que hablaban de la crisis eran tildados de exagerados. Hoy, el presidente usa Twitter para intentar amedrentar a una nueva generación. Pero, como en todas las épocas, los artistas siguen creando, siguen llenando estadios, siguen marcando el pulso de una sociedad que no se resigna. Aunque la sociedad, por otro lado, fue en masa a votarlo.
Lo fueron a votar 3 veces
Si algo nos enseñó la historia, es que el poder es efímero, pero las canciones quedan. Y al final, los dinosaurios siempre terminan desapareciendo.
Los dinosaurios van a desaparecer, los vamos a hacer desaparecer.
(*) Columnista de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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