Por equipo de Resistiendo con Ideas *
Lo primero que hay que aclarar en este tipo de producciones es que los rankings son subjetivos. También hay que saber defender que no todo es debatible en esta vida y que algunas producciones se imponen por peso propio de la coherencia. Resultado de ello es que los dos o tres mejores álbumes del año pasado no hayan sido extremadamente cuestionados en el fuero interno que consensuó esta lista.
La lista como tal que verán a continuación está integrada por diez discos y cinco menciones honoríficas que quedaron fuera por una cuestión de gustos y detalles. La lista en cuestión tiene rock, trap, punk, hip hop, reggae-ska, funk, y algunas producciones que se corren de los géneros convencionales. Esto no fue resultado de un querer quedar bien con dios y con el diablo, es la prueba más clara de que Argentina deja un 2024 con una producción musical de excelencia, que se dio el gusto hasta de dejar enormes trabajos fuera de la lista
Tras semanas de charlas previas, y luego de un especial al aire de Radio Gráfica en que varios colegas pusimos sobre la mesa el debate sobre cuáles y por qué debían ser los diez mejores discos del año pasado, logramos generar un consenso que de alguna manera nos da la sensación de no haber errado el tiro. Ustedes pueden encontrar faltantes, pensar cómo hizo tal disco para estar en esta lista, lanzar improperios a la idoneidad de los periodistas que la compusieron, y está bien, básicamente si no lo hicieran, no sería un digno ranking de lo que sea. Ahora, vamos a los discos.
10 – Nico Lindblom – Lado B
El platense editó Lado B con una identidad artística bastante diferente a sus dos trabajos anteriores. Las guitarras toman el protagonismo del disco, con tintes ceratianos y un sonido muy pulido y fino, aunque impregnado de las calles de la ciudad de las diagonales. La formula parece vieja, pero la ambientación lo-fi que rodea todo como un aura y el estilo vocal con una onda que nos lleva a Marilina Bertoldi dan como resultado un resultado que es mucho más que la suma de las partes. En las nueve canciones que forman Lado B Lindblom aborda sus propias emociones desde la oscuridad de “Me quedo tan solo” a “Recuerdos”, una balada pop rock ideal para acompañar una caminata playera. Uno de los puntos fuertes del rock de guitarras del 2024.
9 – Dancing Mood – Forever
A veces hay que premiar la innovación. A veces hay que respetar los rangos. La banda de Hugo Lobo celebró los quince años de existencia con un disco que recorre la fórmula conocida y la interpreta a la perfección. Once canciones repartidas entre producciones propias y algunas reversiones a lo dancing mood. “Adios Nonino”, “Hombres de Hierro” (Con Gieco de invitado y siendo el primer tema de Dancing cantado en español) y un clásico de Bob Scaggz, “We are alone”. Un estilo extremadamente poco comercial, con una existencia necesaria para despertar la curiosidad por conocer otros sonidos. Forever fue integralmente producido, grabado, mezclado y masterizado por Lobo, y el resultado es más que positivo para un proyecto que sabe lo que hace.
8 – Wos – Descartable
Fue un año en que varios de los urban boys sacaron discos nuevos. De todos ellos, Wos posiblemente sea el más ATP de todos. Valentín Oliva abandonó la oscuridad de Oscuro Éxtasis (valga la redundancia) y se despachó con un álbum largo, con colaboraciones de peso (Indio, Dillom, Santaolalla, Lafourcade) y una amplitud musical que muestra un nivel de madurez altísimo. Ya en formato banda, con la infaltable producción de Evlay y un recorrido que tiene dub, rock, punk, cumbia, hip hop, R&B, solo por citar algunas paradas que propone un álbum inmortalizado por “Arrancármelo”, Wos está en este momento más cerca del rap rock que de sus raíces en las peleas de gallos.
7 – Catriel y Paco Amoroso – Baño María
La dupla número uno de argentina lo hizo de vuelta – y eso que dieron una ventaja de 5 años – y grabaron un trabajo consagratorio y postal de lo que pasó el último lustro en Argentina y parte del mundo. Presentación baitera en el Lollapalooza, un Tiny Desk increíble y disco para escuchar y seguir sacando cosas. Fueron tan pero tan rápido que hasta se dieron el lujo de parar en boxes: Cuando Paco se cayó en México y se rompió un par de costillas. Si eso no es rock, yo ya no sé.
6 – Andrea Álvarez – La Cadena del Mal
Un disco que le hace honor a la carrera de Álvarez. La Cadena del Mal suena a algo que ya conocés, pero con un sonido fresco y moderno. En formato de power trío, con un trabajo de mezcla de primer nivel (Lo masterizó Neil Pickles, un mostro que viene de trabajar con animalitos como Tool o Kasabian en Londres), Andrea apostó a las raíces del rock, con referencias que nos llevan a Zeppelin, Purple, Pappo o Sabbath. Algo de crítica social, algo de emocionalidad propia, guitarras rabiosas, y el motor absoluto de toda la máquina es la propia Andrea desde la batería. Mención aparte para el desempeño vocal de Álvarez, que puede sonar raspada y furiosa por momentos (“Sos La Muerte del Rock”), o endulzarnos los oídos con ternura (“Uh Uh”). Para los viejos rockeros, todavía hay balas en la recamara, La Cadena del Mal es una de ellas.
5 – Trueno – El Último Baile
Quizás este sea el álbum que Trueno siempre quiso hacer. Abandonando totalmente la visceralidad política de Bien o Mal, el hiphopero de La Boca viaja a los cimientos del género que da de comer al árbol de la música urbana para lanzar un disco que transpira Bronx. Flow hasta la nuca en un trabajo repleto de guiños a la cultura hip hop, que logra ensamblar a la perfección con la cultura de la ribera porteña. Con bombas virales como “Tranky Fanky” o ““Real Gangsta Love”, Trueno también puede ceder paso a Mateo para expresar cómo vive su popularidad en “Rain III”, un tema sensible y con un trabajo orquestal delicado. Otro de los urban boys que dejó atrás el trap y en su tercer trabajo muestra una temprana madurez artística.
4 – Buenos Vampiros – Entre Sombras
Gran representación del movimiento que más ha crecido en la escena marplatense en los últimos años. El tercer álbum de Buenos Vampiros suena a la crudeza fría y desgarradora de la costa atlántica argentina, interpretada en once canciones post punk, new wave, dream pop, que se combinan líricamente con el pesimismo dark que se ancla en un presente nacional de no futuro y violencia. El terror se hace presente en canciones como la que abre el disco, “La Calma del Cementerio”, y se mete en los huesos con temas introspectivos como “Déjenme Solo” o “Una vez Más”. Un disco que refleja gran parte del presente del país, sin caer en letras explicitas.
3 – Militantes del Climax – Nueva Sangre
Seis años pasaron para tener nuevo material de los Climax, y si hablamos de fórmulas probadas, Nueva Sangre nos trae algo que ya conocemos, y que nos gusta. “Mi cultura no es comida rápida para comer”, expresa El Auelo en un álbum que cede algo de su irreverencia tradicional para darnos una propuesta más poética y delicada. Bajo, batería, vientos sublimes, un anclaje lírico contemporáneo y mordaz característico. La banda sabe lo que hace, lo hace bien, y aún así nos da su placa más amena al oído de quien no está familiarizado con su frecuencia. Nueva Sangre tiene alma, tiene mugre callejera, tiene delicias sonoras que endulzan el tímpano. Una obra grande de una banda que es más de lo que parece.
2 – Lucy Patané – Hija de Ruta
Si de rock de guitarras hablamos, el género tiene una salvadora, Lucy Patané. La segunda obra solista de la guitar hero bonaerense es un híbrido de hardcore punk, rock pesado y neo folk con una crudeza en consonancia con la vida en las calles de Buenos Aires. Con el ya toque característico de Lucy, el disco tiene momentos post apocalípticos que podrían ser la banda sonora de Mad Max o alguna Terminator en épocas futuras. Es un disco moderno, pero con constantes guiños a las últimas tres décadas del rock argentino, tan variado en sí mismo que solo una cosa le da personalidad única, la mano de Patané. Hija de Ruta escupe rabia por todos lados en canciones icónicas como “Vinieron a Buscar la Paga”, “Las Dudas y las Deudas” o “Trámites Burocráticos”. Una placa que revalida el enorme momento de Lucy Patané, que ya empieza a posicionarse como una de las mejores guitarristas argentinas de todos los tiempos.
1 – Dillom – Por Cesárea
Retorcido, oscuro, conceptual, audaz. Dillom pone en juego lo construido en Post Mortem para seguir desarrollando una mitología propia en Por Cesárea. Es un disco irreverente, ácido, muy incómodo por momentos, pero muy luminoso y pop en otros. Apostando a baterías analógicas y banda sanguínea, logra una producción minuciosa y llena de matices y capas sonoras que hacen que cada escucha tenga algo nuevo para ofrecer. Conceptualmente desandando las desventuras edípicas de un sujeto atravesado por malas decisiones, la lírica no es apta para todo el mundo. El joven artista mostró una madurez prematura que combinó con la rebeldía de su primer disco. Doce canciones en las que no hay un solo altibajo, con estruendos punk (“Coyote”), pop enfermo (“Ciudad de la Paz”, “Muñecas”) oscuridad jazzera (“Mi Peor Enemigo”), las posibilidades son infinitas en esta película musical que consolida a Dylan como uno de los grandes artistas del presente.
Menciones especiales:
Anticuerpos Club – Pulsión I
Segundo trabajo de la banda liderada por Sebastián Paniagua, un álbum en el que han estado trabajando desde la pandemia junto al productor Juan Lasta. Este disco fusiona el rock, el funk, el R&B y otros géneros, todos integrados en una sólida base de rock que permite la creación de paisajes sonoros únicos.
Superhéroes Depresivos – Bienvenidos a New York hippie (EP)
La banda platense debutó con este prometedor EP, que reivindica el surf rock, las letras satíricas y el disfrute. Es un álbum entretenido de escuchar, pero al prestar atención, se pueden descubrir detalles oscuros en las letras, acompañados de una música refinada que, en algunos momentos, evoca la atmósfera de un bar de ruta.
Tacuara – Amalgama
Debut absoluto para la banda porteña que homenajea a su manera al rock vernáculo de los 70´. Ocho canciones que nos llevan a los inicios de Pappo´s Blues, Vox Dei, Manal o El Reloj, sin dejar de sonar frescos y con guiños a las teclas y alguna canción de amor, por qué no. Formato power trío, guitarras rabiosas, un aire filosófico que podría haber encajado en las producciones nacidas en las charlas de La Perla de Once, Tacuara suena a algo que ya conocés, pero que ocupa un lugar fundamental en el ecosistema rockero argentino. Gran debut para la banda de Mauro Valentini.
Dan Lluvia – Nada Menos, Nada Más
El flamante regreso del Panter Giuliano suena a catarsis y renacimiento. Con el estilo tanguero de callejón que caracterizaba a De La Gran Piñata, pero con una sensibilidad producto de lo aprendido en ese viaje, el cantante y guitarrista lanzó un EP doble que tiene power ballads poderosas, un mensaje de resiliencia y un sonido minucioso que demuestran años de experiencia. El gran valor del Panter y sus canciones se profundiza, pintando paisajes y momentos en las ocho canciones de los EP.
Marttein – Marttein
La irreverencia y originalidad de esta producción hacía imposible dejarlo afuera. Marttein ha destacado por sus performáticas e histriónicas apariciones en vivo junto a distintos artistas, pero también se despachó con un disco-película empapado de juventud, tango lunfardo, trap, concepto y, hay que decirlo, mucho rock. 24 minutos y fracción le bastan al joven artista para entrar pateando la puerta en el salón de los consagrados. Y si de reconocimiento se trata, en “Llamalo” Dillom parece darle la bienvenida gustoso a esa mesa chica de los músicos jóvenes con pasta para decir cosas.
(*) Equipo: Nehuén Gusmerotti, Bruno Chiocconi, Fidel Fourcade, Luis Navarro, Valentina Morales, Rocío Martín, Luján Olmedo.
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