Por Carlos Aira
La noticia cayó como una bomba, pero en verdad, no debió sorprendernos. En las horas previas al partido por Copa Libertadores entre River Plate y Colo Colo, la CONMEBOL prohibió el ingreso de banderas con el contorno de nuestras Islas Malvinas. Desde el ente del fútbol sudamericano adujeron que las banderas con nuestras islas simbolizan violencia política. La decisión de Conmebol fue operada desde el gobierno de Javier Milei. La canciller Diana Mondino criticó a CONMEBOL, pero el palo principal lo recibió Claudio Tapia, titular de AFA y enemigo declarado del oficialismo. Más allá del juego para el circo romano de las redes sociales, aquí subyace una realidad, y esa realidad es que la desmalvinización se busca instalar de facto en las tribunas.
Malvinas es uno de los ejes de unidad nacional y punto de contacto continental. Una causa profunda y transmitida por generaciones. La guerra de 1982 generó un proceso de retracción. La desmalvinización. La misma nació en la intelectualidad francesa de izquierda, se introdujo a través de la influyente revista Humor, y a partir de 1983 se hizo carne en una sociedad que debía afrontar el desafío de una nueva democracia. Esta intelectualidad europea – tan temerosa de ese peronismo que le asemejaba al Eje – planteó que la democracia argentina tenía destino si expiaba ciertas culpas y desterraba sus banderas patrióticas y anticoloniales. La desmalvinización le cayó como anillo al dedo a la inteligentzia del gobierno socialdemócrata de Raúl Alfonsín (¿Se acuerdan de la patota cultural?) y caló profundo. Pocos ámbitos quedaron fuera de la desmalvinización. Uno de ellos fueron las canchas de fútbol.
Malvinas siempre estuvo presente. Primero, tímidamente en las banderas. Las propias y las ajenas, porque aquel mítico 22 de junio de 1986 no solo sucedieron los dos goles eternos de Diego a los ingleses, también diversos combates en todos los sectores del estadio Azteca. Durante largos años, las hinchas de Boca Juniors y Chacarita Juniors mostraban la infinidad de Union Jack que trajeron al país como trofeos de guerra que escandalizaban a una prensa pulcra que por poco no pedía disculpas. Pero la causa Malvinas no fue un tema de barras. El 2 de abril de 1989, Boca Juniors e Independiente disputaron un clásico que valía un campeonato. Cuando los equipos salieron al campo de juego el cantico era unánime y eterno: “y ya lo ve / el que no salta / es un inglés“.
Así, cientos de ejemplos. Cientos de partidos…
A partir de los 90s, Malvinas se extendió en los alambrados y en la ropa. Una simbiosis que atraviesa la geografía nacional. En todas las ciudades y pueblos de nuestra geografía nacional. El Club Libertad es geográficamente el club ubicado más al norte de nuestro país. Un club centenario de La Quiaca. Luis Burgos es profesor de Historia y directivo del club. Entrevistado por Abrí la Cancha expresó la importancia que tienen las Islas Malvinas – ubicadas a 3.350 de distancia – en la camiseta de su club: “Las islas son nuestra identidad y nuestra trascendencia americana. Surgieron ideas entre los socios y Malvinas no es solo reivindicación territorial y soberanía. Malvinas también es consciencia histórica. Eso queremos transmitir desde la Subsecretaría de Historia del Club Libertad a nuestros socios”.
Así, multiplicado por miles de clubes en nuestra geografía. Más claro, imposible.
FIFA tomó nota hace años de esta simbiosis. Luego de los altercados en el partido Argentina-Inglaterra en la Copa del Mundo 1998, FIFA prohibió el ingreso de banderas con el contorno de las Islas Malvinas a partidos mundialistas. En julio de 2014, FIFA multó con 33.000 dólares a la AFA porque jugadores de la Selección posaron antes de un amistoso ante Eslovenia con una pancarta que decía “Las Malvinas son Argentinas“. Más ejemplos. El hit del mundial habla “de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré“. Una reivindicación popular que caló demasiado profundo. Cuando en febrero de 2023 FIFA premió a la hinchada argentina en los premios The Best, un desmejorado Tula se sentó en una silla y acompañado por su bombo cantó el histórico “vamos / vamos Argentina / vamos, vamos a ganar”. Los pibes de Malvinas fueron vetados por FIFA. Como fue vetado el nombre Malvinas Argentinas del estadio mundialista de Mendoza durante la Copa Mundial Juvenil en 2023.
FIFA busca tapar el sol con las manos. En Europa la situación se desbordó en la última Eurocopa. Las tribunas suelen ser un reflejo de los pueblos y para nuestro pueblo, el fútbol es muy especial. Mucho más de lo que algunos creen. El proceso desmalvinizador tiene forma de espectadores-consumidores-globales. Pero la realidad es, y la realidad es que mientras no flamé una bandera argentina en nuestras Islas Malvinas, las banderas seguirán estando presentes en las canchas y serán contorno de una remera.
Periodista / Abrí la Cancha
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