Por Nehuén Gusmerotti *
La pasada noche del jueves, cuando el clima templado auguraba el final del invierno, en Moscú se presentó Pendenciero. El espacio cultural ubicado en Avenida Córdoba a la altura de Palermo recibió esta propuesta gestada a lo largo de ocho ciudades, que incluyeron el interior del país y Montevideo, consolidada en ocho canciones con relatos callejeros y urbanos en la voz y guitarra de Juane Pelegrin. Un desafío nuevo para el artista que dio un paso adelante en el nivel de producción luego de El Salsero, su anterior trabajo de estudio.
La sala de Avenida Córdoba ya contaba con una buena cantidad de público cuando comenzó su set el rosarino Pablo Comas cerca de las 22:00. Una guitarra, canciones cálidas e impregnadas de la identidad de la trova rosarina, el condimento ideal para ir calentando el clima en Moscú, que lejos estaba del frío soviético. Comas dio un show bello, que arrancó los primeros aplausos de la noche antes de que la banda de Juane se suba a las tablas para presentar con bombos y platillos, Pendenciero. “Venimos a tocar la guitarra y cantar, no soy ni cantante ni guitarrista” largó Juane durante el show, haciéndose fuerte en la cercanía con el público y en un clima que nos hace a todos parte de Pendenciero.
Pasadas las 22:30 dio apertura al show con el sencillo “Regalo de Navidad”. Con toda la banda engalanada en rojo, el propio Juane luciendo una casaca clásica del Globo (No pasaron ni dos temas para que, birra en mano, consulte al público como había salido Huracán), el Gauchito Gil, ente mentor y eje posible de toda la obra pendenciera, se hacía presente en las tablas del Moscú y en las cintas rojas que nos entregaron al ingresar a la sala. A la sencilla apertura acústica le siguió la banda luciéndose en el primero de los temas de Pendenciero que salió a la cancha, “Perdidos en el Cielo Drive”. Con Juane alternando entre la guitarra y las pistas, la banda la completaban Soledad Arietti en teclados, Aldana García Martínez en coros y Beto Grammatico en guitarra y coros.
Para los nostálgicos, hubo lugar para algunos clásicos de Talles Espaciales. “Sobredosis Pop” y “No soy lo que la gente dice que soy”, de Rockbiz, y “No Acepto Lamentos”, de Lonze, fueron algunos de los elegidos. Para este último tuvimos la primera invitada de la noche, Rocío Sirri, que además se quedó para el tema que grabaron juntos, la bella “Amor en el Falso Chino”. En canciones como esta es en las que Juane saca aquello que lo distingue. Sencillez, no solo musical, sino lírica. Tan cercana, cálida, callejera hasta la médula. Historias que todos podemos haber vivido, en este caso, hasta con el fútbol como protagonista. Porque escuchar a Juane es acercarse a la belleza de la cotidianidad, esa que se nos escapa en el ritmo de vida que nos enrosca y nos pone un velo. Ese relato, en Pendenciero se agudiza, quizás por el contexto que vivimos, pero viene a decir que si el mundo nos propone mierda, en esa mierda también podemos encontrar cosas lindas.
A medida que transcurría el show, Pendenciero se mezclaba con la historia de Juane. El Salsero y Cuarteles de Invierno Vol. 1 aportaron sus canciones. Además, hubo más invitados. Toto Yulelé se subió a acompañar a la banda en “Putavida” y Selene Erbes en flauta se sumó a hacer una gran versión de “Inyectados”. Sonaron clásicos como “Pizza con vos”, canción de amor si las hay, el sencillazo “Depositos Inflamables” o “Todo nos sale Bien”, entre otras. Hubo un tramo más íntimo en que Pelegrin y su guitarra se quedaron solos frente al público, en ese momento tomaron el protagonismo las canciones salseras, quizás una forma de rememorar ese pasado post apocalíptico que fue la pandemia en que se gestó ese disco. Algo llamativo del show de Pelegrin, es que como lleva un poco más allá la interacción y cercanía con el público. Por momentos full band sobre las tablas, por momentos sentado en medio de la gente tocando la guitarra, como si rompiera una cuarta pared de la música. Ni hablar de la constante referencialidad territorial porteña, un show en que recorremos la discografía de Juane, es un show en que se patea toda la Capital Federal a través de esas letras que siguen los pasos de un Javier Martínez o un Ricardo Iorio al relatar visualmente las calles.
Uno de los momentos épicos del show fue la improvisada “Se fue al Cielo” de Intoxicados (Le ganó la pulseada a “Señor Kioskero” en la consulta popular del momento), con Juane tocando sentado al borde del escenario y el Moscú entero acompañando el estribillo. Le siguió uno de los puntos fuertes de Pendenciero, “Este inmundo lugar”, precedido por un Juane agradeciendo a la gente por estar, y compartiendo que el contexto lo afecta, lo pone mal, y que la canción habla un poco de eso (La realidad entra, tiene muchas vías de expresarse, y los artistas ya empiezan a graficar lo que vivimos los últimos años). La versión tuvo un mash up con “Heroin” de Sumo y un gran cierre dando lugar a “Espero que llegues bien”, tema que abre Pendenciero. “Muchas noches, buenas gracias”, se despidió Juane, un poco sin querer, un poco graficando ese estilo que caracteriza sus letras y relatos.
Pendenciero salió a la cancha con un gran show, sencillo, bello y luciendo la mejor cara de Juane Pelegrin, la de contador de historias de la calle. En estos tiempos, tanto la sencillez como la belleza cotidiana se vuelven imprescindibles para caminar la vida, Juane parece saberlo, y eso hace bien, eso hace parecer que a veces, todo nos sale bien.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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