Por Nehuén Gusmerotti *
Con 84 años en la espalda y una carrera que nada tiene para envidiar a los más grandes músicos de rock de la historia, Wilfrido Aníbal Quiroga, “Willy” desde siempre, se retiró de los escenarios. El anuncio fue realizado durante la tarde del pasado 15 de agosto, “tengo que darles una noticia que jamás quise dar”, comienza el comunicado publicado cerca de las 17:00 en sus redes oficiales. “A mis 84 años y con todas las ganas de continuar, me ha aparecido una enfermedad que no me permite cantar, ni tocar o continuar con la banda”. Así anunciaba el legendario bajista que finalmente dejará de tocar, aunque su banda aún tiene por cumplir algunos compromisos por delante en los cuales se estima que Quiroga no se subirá al escenario. La enfermedad a la que hace referencia el músico no trascendió, por lo que queda como parte del ámbito privado.
“Mil perdones, la vida tiene esas cosas y jamás te avisa”, cierra la primera etapa del comunicado en que Willy se encuentra sentado al aire libre comentando la situación. Si bien se especuló con que la fecha del 24 de agosto en San Miguel fuera la última del ex Vox Dei, en el comunicado aclara que su banda cumplirá el compromiso, por lo que lo más probable es que Quiroga no toque. Se da así el cierre al rockero más longevo en actividad, y uno de los últimos de la camada de fundadores de nuestro rock. “Estoy agradecido por haber sido parte de un cambio, y haber tenido un mundo virgen por delante”, le expresó tiempo atrás a Radio Gráfica en una nota sobre los 50 años de La Biblia, la obra más trascendental de Quiroga, de Vox Dei, y del rock en general. Fue la primera banda pesada de Argentina, primera en realizar un disco conceptual en nuestro país y primera del conurbano sur en erigirse como un pilar de los jóvenes años setenta.
“Para nosotros venir a la capital era como ir a la luna de rodillas”, contaba en Nacional Rock tiempo atrás Quiroga, residente y enamorado de Quilmes por adopción. Porque Wilfrido Quiroga nació en Córdoba, el 17 de mayo de 1940, en Río Cuarto, y llegó de chico a vivir en el sur de Buenos Aires. Hincha de Boca, aunque de grande se volvió más hincha del baseball, comenzó a tocar a los 17 años cuando compró una criolla a un bebedor del barrio que “la golpeaba mucho a su guitarra”. Formó un dueto y comenzó a hacer shows en una pizzería de Quilmes a cambio de la comida y la bebida, allí conocería por designios del destino a Rubén Basoalto, con quien fundaría poco tiempo después una de las bandas pilares del rock criollo, Vox Dei.
Si bien el grupo, que completaban en ese entonces Ricardo Soulé y “Yodi” Godoy, comenzó su carrera como Match 4 y haciendo temas en inglés, una visita a la capital y un disco de Manal cambiarían todo. Porque el mito de Luis Alberto Spinetta preguntándoles por qué no cantaban en nuestro idioma es verdad a medias, el primer golpe de realidad fue a través de Javier Martínez, meses antes del recordado show en el Teatro Payró. Vox Dei, la voz de Dios, se ubicaba así como una banda híbrida en el virgen escenario del rock naciente argentino. En Quiroga nacían las composiciones más pesadas, más cercanas a Manal, mientras que por el lado de Soulé llegaban la sensibilidad y dulzura más cercana a Almendra o Los Gatos. La alquimia era perfecta, el sonido era diferente a todo, y desde Quilmes el cuarteto pisaba con pies de plomo y se hacía un nombre que quedaría grabado a fuego en la historia cultural nacional.
Poco tiempo pasó para que el cuarteto, decantado en trío tras fricciones internas que generaron la salida de Godoy, compusiera su obra cumbre. La idea del disco conceptual estaba charlada, Quiroga había pensado en el Martín Fierro (Quedará para siempre la incógnita de qué hubiera sido de Vox Dei dando vida al clásico de José Hernández). Pero Soulé venía con una locura gigantesca, versionar el libro más importante de la historia de la humanidad occidental, La Biblia. Así, en casa de Quiroga y tras maratónicas reuniones que eran interrumpidas solamente por su mujer para acercarles unos platos de ravioles, la banda fue gestando su obra maestra. Siete movimientos, elegido así por Willy que cabalísticamente creía que este era el número que debían respetar. Siete canciones (si unificamos Cristo, Nacimiento, Muerte y Resurrección) y un álbum que dejó sin palabras a la propia iglesia, que tras algunas dudas terminó fomentándolo dentro de la propia institución.
Si bien el camino de Vox Dei continuó, la historia de la banda estuvo marcada por las diferencias entre Soulé y Quiroga. Jeremías, Pies de Plomo (1972) y Es una Nube, No Hay Duda (1973) fueron los únicos discos exitosos del grupo luego de La Biblia. Las idas y vueltas dejaron malogrado un disco conceptual sobre el poema del Mío Cid (Soulé lo lanzaría como solista algunos años más tarde), varias peleas, discusiones acerca del uso del nombre del grupo, también algunos encuentros y reuniones. A Vox Dei le bastaron 4 años en plenitud para cimentar las bases de la música pesada argentina, sin nada que envidiarle a Black Sabbath, pero con la dulzura de Soulé contrastando en su discografía.
Además de Vox Dei, banda que lo acompañó toda su vida, Quiroga tuvo otros proyectos de variado alcance. Destroyer, primera experiencia fuera de Vox Dei, junto a JAF y Polo Corbella, con la cual apenas sacó un disco; Willy Quiroga y la fuerza y Willy Quiroga trío, dos propuestas de poca duración. Además, su último período estuvo tocando en Willy Quiroga Project, con quienes tocó hasta su reciente retiro.
“Sé que la vida tiene un final, pero mientras tanto yo voy a seguir adelante. Estoy preparando una nueva banda, con otros músicos, sigo”, contaba a Radio Gráfica en aquella nota de 2022. Para ese entonces apenas había lanzado “Rugido de Cien mil Dragones”, junto a Chizzo Nápoli y Claudio Marciello. Fue una de sus últimas composiciones, y parte del cierre de una carrera que le ha dado demasiado al rock argentino, y de la que ahora queda disfrutar. 23 discos, miles de shows en vivo, una obra para todos los tiempos, 84 años de ruta. Se podrían escribir cientos de páginas sobre su carrera y su aporte, mejor escucharlo y disfrutar lo que nos ha dejado un músico legendario. En toda su obra, quizás en una de sus canciones más conocidas tengamos una disidencia. “Presente” reza en uno de sus versos: “Lo que hoy empecé no será eterno”. Contradiciendo esta obra, Willy Quiroga, Vox Dei y todas sus canciones, ya son eternas.
Ver esta publicación en Instagram
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
Discusión acerca de esta noticia