Por José Pepe Robles
La iniciativa de comparar a Javier Milei con Margaret Thatcher me resulta sorprendente. Sus diferencias son tan determinantes, que solo alguna que otra coincidencia superficial podría acercarles. Thatcher fue una eximia política desde muy joven, que llegó a liderar el principal partido político del Reino Unido, una potencia atómica, que por entonces era la tercera potencia mundial y la segunda potencia financiera del mundo, y que había sido, hasta no hacía mucho, el primer imperio mundial. En alianza dura con Estados Unidos, primera potencia mundial desde unas pocas décadas antes, el Reino Unido lideraba el bloque capitalista enfrentado a la Unión Soviética
Thatcher privatizó pero no desnacionalizó. Nunca se le hubiera ocurrido. Este aspecto es central a la hora de comparar a Milei con Thatcher e incluso con otros referentes de la extrema derecha “nacionalista”, como Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni en Italia, o Benjamin Netanyahu en Israel. Milei no es “nacionalista”, no solo en el sentido agresivo con el que suele usarse ese término en Europea y Estados Unidos, sino también (y fundamentalmente) en el sentido de dar prioridad a los “intereses nacionales”.
Para Milei, como para una gran cantidad de corrientes y sectores de poder en los países periféricos, privatizar suele ser sinónimo de desnacionalizar, aún cuando se produzca el absurdo conceptual de que quien se apropie de una empresa o bien del Estado argentino, sea un Estado extranjero, como ha pasado muchas veces. En ese sentido, en el sentido estricto de la palabra “nacionalista”, Thatcher era profundamente nacionalista, como lo era Ronald Reagan. Milei, por el contrario pone al mercado completamente por encima de la Nación. Para Milei, ningún interés nacional es atendible si no es sostenido por el mercado, ni siquiera el interés de tener una presencia nacional en los mercados, empezando por el mercado nacional interno.
Al contrario de la visión de Milei, la alianza dura de Thatcher con el EEUU de Ronald Reagan, así como su papel decisivo en la derrota del modelo keynesiano y el triunfo del modelo neoliberal, llevaron a consolidar el papel decisivo del Reino Unido dentro del bloque de poder occidental y a garantizar la supremacía de la City de Londres como uno de los dos centros del poder financiero mundial.
Es cierto que tanto la visión de Milei como la de Thatcher, tienen en común una fuerte presencia de figuras de la escuela austríaca como Hayek, y de la escuela de Chicago como Milton Friedman, y que enfrentaron a los sindicatos y fuertes huelgas. Pero una vez mas, en esto, las similitudes tienen poca importancia.
Las teorías, aún las mismas teorías, tienen formas complemente diferentes de desarrollarse y aplicarse, según el tiempo y el lugar. Los países capitalistas desarrollados han alternado el proteccionismo y el liberalismo de mercado, según sus conveniencias, sin sonrojarse. El marxismo de la Unión Soviética en el siglo XX, tuvo resultados muy distintos que el marxismo en China, en los últimos 40 años.
Pues bien, es un grave error no tener en cuenta que Margaret Thatcher (sólidamente apoyada por think tanks económicos ingleses de excelencia), actuó en el Reino Unido, en la década del ‘80, luego de la crisis del petróleo y en plena Guerra Fría contra el bloque comunista. Poco tiene que ver la Argentina de hoy y el mundo de hoy con el Reino Unido y el “Primer Mundo” de los ‘80.
Hoy sabemos que Margaret Thatcher, quien ya era una eximia política del principal partido de la segunda potencia de Occidente, se mantuvo en el poder casi doce años, fue una actriz decisiva de la instalación del modelo neoliberal, venció en la Guerra Fría y sentó las bases de la globalización a partir en los años ‘90. Milei es una persona sin experiencia política, a la cabeza de un pequeño partido con escasa presencia parlamentaria y nula presencia en los gobiernos provinciales, que se hizo conocido por sus exabruptos televisivos y sus opiniones económicas extremistas, y que hace apenas 60 días que asumió la Presidencia de la Nación.
Comparar a Milei con Margaret Thatcher no tiene ni pies ni cabeza. Es como comparar un pez con un dinosaurio porque ambos tienen ojos.
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