Por Osvaldo Jara
El futuro de los argentinos se definirá en los próximos meses. La elección presidencial de octubre será la instancia, tal vez definitiva, para optar por el proyecto de país. Como pocas veces en la historia nos encontramos ante dos alternativas tan distintas.
Por un lado, el oficialismo alcanzó un porcentaje que lo deja con aspiraciones. Por otro, se encuentran dos espacios que pueden englobarse bajo las mismas propuestas, intenciones e ideas. Estos últimos pueden disentir en matices pero coinciden en lo fundamental. Tanto Juntos por el Cambio como La Libertad Avanza acuerdan con el achicamiento del Estado, la flexibilización laboral, la pulverización del salario, las tarifas dolarizadas, la privatización de la educación y de la salud.
En estas elecciones se pone en discusión el valor del Estado para garantizar (o no) derechos inalienables. Las dos versiones de la oposición entienden que lo estatal es un estorbo. De esta manera, un sin fin de proyectos y programas en materia de bienestar social (salud, trabajo, educación, cultura, etc.) quedarían eliminados. El espacio oficialista, en cambio, promete reafirmar la presencia del Estado para sostener a vastos sectores sociales. Durante esta gestión se realizaron políticas públicas utilizando su estructura, más allá de las dificultades, intereses contrapuestos e impericia a la hora de gobernar.
Las cosmovisiones descriptas trasuntan todas las esferas de la realidad nacional, entre las cuales se encuentran el deporte, la educación física y la recreación. Si bien este ámbito no está presente en las plataformas resulta clara la proyección en cada uno de los espacios.
LA IMPORTANCIA DEL ESTADO
En la década del cuarenta, con la aparición del peronismo, el deporte se convierte en una política estatal. A partir de ese momento la cultura física tuvo un impacto real en la vida concreta de los argentinos. Esta práctica fue garantizada través del Estado, en articulación con las organizaciones deportivas.
Con la irrupción de la fusiladora, en septiembre de 1955, esta concepción quedó borrada. Surgió el libre esfuerzo de los atletas y de sus federaciones como signo de una época de claros retrocesos. Sin embargo, ni siquiera este hecho borró la huella dejada por el peronismo. Desde ese momento el Estado, las organizaciones libres del pueblo y la políticas públicas son parte de discusión.
Si bien los gobiernos antipopulares intentaron con mayor o menor intensidad deshacer la injerencia estatal fueron incapaces de eliminar su presencia. Tal es así que aún a regañadientes debieron mantener ciertas formas (carteras deportivas, planes estratégicos, presupuesto, etc.).
LA IMPORTANCIA DE LAS POLÍTICAS PUBLICAS
La posibilidad de que se apliquen medidas regresivas atenta contra el futuro del deporte argentino. Las experiencias pasadas demostraron que el horizonte que trazan los gobiernos antipopulares dista de ser esperanzador. Se encuentran caracterizadas por el escaso presupuesto, la falta de iniciativas para impulsar el deporte de base y el manejo a discreción de los recursos económicos
La concepción liberal se signa, también, por la incorporación de los privados: empresarios, grupos económicos, multinacionales deportivas, etc. Esta suerte de lógica de mercado tiene su efecto práctico en las Sociedades Anónimas Deportivas, los emprendimientos inmobiliarios y la disminución de deportistas federados y no federados.
Por el contrario, la reafirmación del Estado no sólo implica la implementación de programas e incentivos para las franjas de la población más vulnerables. Significa construir un proyecto deportivo con sentido nacional, orientado como herramienta de formación política y ciudadana.
La comunidad deportiva necesita de su existencia para que los clubes de barrio y de pueblo tengan asesoramiento legal y jurídico, ordenamiento administrativo y mejoramiento de la infraestructura. El cumplimiento de la ley de clubes (27.098), que contempla gran parte de sus derechos, implica la presencia de órganos y estructuras estatales.
El fomento del deporte en segmentos de la población sólo es posible a partir de políticas públicas. Los Juegos Evita son un evento deportivo/cultural que reúne a más de un millón de personas y cuenta con la participación de niños, jóvenes y adultos mayores. En la misma línea se encuentran las Escuelas Deportivas Argentinas (EDA), garantizando espacios de iniciación y desarrollo deportivo para una población de once a diecisiete años. El deporte adaptado también está contemplado en el marco de la garantización de derechos. Por ello la cartera deportiva promueve programas que incorporan a miles de aficionados a la práctica deportiva.
Estas iniciativas se encuentran, junto a otras, bajo la égida de la Secretaría de Deportes de la Nación. De eliminarse, con su presupuesto, la actividad sufriría una fragmentación letal con consecuencias sociales irreparables.
LA PATRIA EN JUEGO
Lo que está en juego en estas elecciones es el futuro de los argentinos. El proyecto de país que se propone tiene su reflejo en el plano de la cultura deportiva. Por un lado, la ausencia cada vez mayor del Estado y la incorporación de los privados para su lógica mercantil. Por otro, la creación de políticas públicas con una importante presencia del Estado. Esto último no indica que estamos ante el mejor panorama.
La implementación de la cultura peronista del deporte continúa siendo una deuda pendiente de los gobiernos nacionales y populares. Se deben poner en marcha los principales resortes que movilizan la actividad, instalando al Consejo Nacional del Deporte (Co.Na,De.) como un auténtico parlamento de la comunidad deportiva. Resulta vital que sea el órgano que traccione a las demás instancias de participación, como los Consejos Regionales y los Consejos Municipales del Deporte.
Se deben revisar el funcionamiento y financiamiento del ENARD. Cabe preguntarse si las decisiones sobre lo que se hace en la alta competencia debe ser compartida con la filial de una multinacional, como el Comité Olímpico Argentino (COA). Por el contrario, es imprescindible ampliarlo a otros actores como clubes, asociaciones y federaciones. Asimismo, hay que lograr que el presupuesto surja nuevamente del impuesto a la telefonía celular.
La Asignación Universal por Deporte debe ser una realidad. Para revertir la mala condición física de nuestra población más de dos millones de pibas y pibes deben estar en los clubes de barrio de todo el país. No alcanza con un tímido programa.
Es momento de crear mil nuevos clubes barriales y más de diez mil dirigentes deportivos en todo el territorio nacional. En los barrios y pueblos de todas las provincias existe la necesidad de conformar espacios donde se produzca, parafraseando al Papa Francisco, la cultura del encuentro.
Es necesario crear un mecanismo para que las grandes industrias que se benefician comercialmente aporten en bien del deporte nacional. Empresas mediáticas, de servicios, alimenticias, automotrices, textiles y casas de apuestas deben ceder parte de sus suculentas ganancias para volcarlas a las políticas deportivas.
Se trata de volver a los fundamentos de la cultura peronista del deporte y aggiornarlo a los nuevos tiempos. Para ello se necesita de dirigentes con coraje y sin temor a operaciones, dispuestos a enfrentar el lobby desde distintos sectores. Quienes encaren este proceso no lo podrán hacer solos; será fundamental el acompañamiento de las organizaciones libres del pueblo.
Es momento de construir una épica con lo mejor de nuestra dirigencia y militancia deportiva. Una épica que, tal como lo indica, hunda sus huellas en el pueblo para encontrar su unidad y prevalezca por sobre cualquier ambición personal o sectorial. Debe ser el proyecto colectivo el que guie los destinos del deporte argentino. De esto depende el futuro de millones de compatriotas que esperan respuestas, más que promesas.
Periodista y escritor. Autor de varios libros, entre ellos, la Historia de la Unión de Clubes de Barrio y ambos volúmenes de Peronismo y Deporte.
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