Por Úrsula Asta*
Se cumplieron 10 años del 3 de abril del año 2013, día en que se promulgó en Argentina la ley 26.844 de Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, que había sido sancionada el 13 de marzo del mismo año.
La norma significó un importantísimo salto en ampliación de derechos para las mujeres, que constituyen casi la totalidad de las trabajadoras del sector. Significó, también, el reconocimiento por primera vez de estas tareas de cuidado, considerándolas un trabajo y considerando que quienes las realizan deben estar bajo el amparo de todos los derechos laborales.
Este régimen reconoce como empleadas y empleados a quienes desarrollen tareas de limpieza, de cocina, cuidado y asistencia de personas, ya sean adultas y adultos mayores o niñas, niños y adolescentes. También prevé las tareas de cuidado no terapéuticos de personas enfermas o con discapacidad. Todas estas actividades, según la Ley, pueden prestarse a través de la modalidad sin o con retiro de domicilio, lo que refiere al trabajo de quienes permanecen en el domicilio del empleador o empleadora, para lo cual se diferencian las escalas salariales. Además, no establece un mínimo de horas diarias o semanales para la registración.
Es un régimen especial, porque lo que caracteriza al trabajo en casas particulares es que no genera en forma directa un lucro para la familia que emplea, sino que en todo caso genera posibilidades de organización de la vida familiar.
La ley 26.844 implicó a su vez un fuerte cambio de paradigma. Anteriormente existía el decreto ley 326/56 de “servicio doméstico”. Desde el mismo plano simbólico, además de la modificación material que significó, la norma vino a decir: servicio/sirvienta no, trabajo/trabajadora sí.
“En estos diez años fueron muchos desafíos desde que apareció la Ley”, dijo a Radio Gráfica, Carmen Brítez, del Sindicato Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares y de la Federación Internacional de Trabajadoras Domésticas. Sostuvo, además, que en la actualidad esos desafíos involucran “seguir avanzando en la registración, en visibilizar el trabajo de casas particulares como trabajo, que los empleadores entiendan que las trabajadoras de casas particulares tienen derecho a la seguridad social y a todo lo que la ley nos ampara”.
Claudia Lázzaro, sindicalista y directora de Políticas de Trabajo y Cuidados de la Provincia de Buenos Aires sumó al respecto que esta es “una ley histórica para el sector de los trabajos de cuidado, que pone de manifiesto la necesidad imperiosa de formalizar ese trabajo. Esta es una actividad realizada en su mayoría por mujeres y diversidades, más del 97 por ciento son mujeres las que realizan la tarea, y casi un 70 lo realizan en la informalidad”.
Pimpi Colombo, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina, valoró la norma “de una manera importantísima, no sólo por la ley, sino por el funcionamiento de la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares, que está permitiendo que se vaya institucionalizando ese derecho, que está en la ley, pero que después hay que lograr que se haga carne en todas las personas, que se mejore a la cantidad de familias que registran a la empleada doméstica y que se vaya mejorando el acceso real al derecho jubilatorio”.
EL TRABAJO DE CASAS PARTICULARES EN ARGENTINA
En el año 2020 la proporción de mujeres que realiza este trabajo se estimó entre 96 y 98 por ciento. Esto muestra la amplia feminización del sector, es decir, la cantidad de mujeres que realiza esta labor. Antes de la pandemia, según el Ministerio de Trabajo, quienes desarrollaban esta actividad eran mujeres en el 99,3 por ciento de los casos.
Además, esas cifras mostraron la relevancia de esta ocupación para el empleo femenino total, ya que las cerca de 1,4 millones de trabajadoras en casas particulares representan el 17,4 por ciento las mujeres ocupadas y el 22 por ciento de las mujeres asalariadas. Teniendo en cuenta la población total del país son el 5,6 por ciento del empleo.
Existe también una alta tasa de informalidad, el 75,7 por ciento de las trabajadoras en casas particulares, es decir, 3 de 4 trabajadoras, no está registrada. Teniendo en cuenta las regiones del país, esos datos crecen en el Norte y en Cuyo.
Gráfico: Informalidad de Trabajadoras de casas particulares, según región, en porcentaje.
La alta informalidad implica que la gran mayoría no cuente con mecanismos de protección social ni acceso a derechos laborales. De esta forma, las trabajadoras no registradas presentan muy baja cobertura en derechos, que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó en acceso a cobertura por accidente o enfermedad profesional para sólo el 3,4 por ciento; licencia por maternidad para el 5,2; obra social, el 9,4; vacaciones pagas, el 14; licencia por enfermedad, el 16,7, y aguinaldo el 18,8.
En plena pandemia, el Sindicato Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares, relató a este medio que recibió, hasta abril del 2020, 11 mil consultas vinculadas a trabajadoras cuyos empleadorxs pretendían
- que hagan la cuarentena con ellas,
- por el no cobro del haber,
- por no poseer cuenta bancaria donde pudieran abonarle los ingresos,
- porque había empleadorxs que querían darlas de baja del registro de manera temporal y
- porque les quisieron hacer pasar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) como parte del salario, cuando su cobro por la condición de ser Trabajadoras de Casas Particulares no eximía a la parte empleadora de pagar los salarios correspondientes.
LA PANDEMIA Y EL TRABAJO DE CASAS PARTICULARES
El IFE fue una política del Gobierno nacional lanzada el 23 de marzo de 2020 durante la pandemia del Covid-19. Significó una prestación monetaria liquidada a través de la Administración Nacional de la Seguridad (Anses) para los sectores más perjudicados y, entre ellos, se incluyó a las y los trabajadores de casas particulares, único sector del empleo en relación de dependencia amparado por este ingreso.
Tal como publicó la Anses, el primer pago del IFE fue para casi 8,9 millones de personas, entre ellas, el 2,1 por ciento fueron trabajadoras de casas particulares. Para este grupo (así como para las destinatarias de la Asignación Universal por Hijo/a), hubo una predominancia de mujeres beneficiarias, mientras que en la categoría de “trabajadores informales” hubo mayor presencia de varones. Fueron 183.297 trabajadoras de casas particulares y 5.625 varones del mismo sector.
Gráfico: Distribución de beneficios liquidados, por modalidad/situación laboral y género
Si bien la paritaria conquistada a través del régimen de trabajo de casas particulares permite equiparar las remuneraciones, lo hace aún en un nivel muy bajo, cercano al salario mínimo, y muchas veces, el piso opera como un techo, según revela una investigación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), titulada “Cuidados y mujeres en tiempos de COVID-19: la experiencia en la Argentina”. Como vimos, la altísima informalidad persiste como un rasgo característico del sector y allí se presentan una serie de testimonios que dan cuenta de cómo opera esa desprotección, sobre todo en tiempos de emergencia sanitaria.
Por ejemplo, el uso del argumento de la no formalización como supuesta condición de garantía de una mejor paga por parte de las y los empleadores:
“La escala salarial supuestamente es un mínimo, pero se re agarran de eso, entonces tenés que trabajar en varias casas (…) hay compañeras que están en negro y les están pagando un sueldo un poquito mejor que les dicen, ‘si yo te registro te voy a pagar lo que dice la escala salarial’” (Patricia, 51 años).
En simultáneo, se observan otros problemas sobre el ejercicio de derechos, como el goce de vacaciones, aguinaldo o licencias, y la existencia de lógicas discrecionales -como favores o ayudas- que obturan la protección legal:
“Estoy en blanco, por los aportes, principalmente, pero no tengo ni vacaciones, ni aguinaldo (…) si por algo no puedo ir, del médico o de los chicos, ese día no lo cobro” (Ángela, 59 años).
Hubo medidas para proteger a las trabajadoras de casas particulares, como el derecho a licencia remunerada, prohibición de despidos, obligación de pago de salarios, aumento salarial y el acceso al Ingreso Familiar de Emergencia. A pesar de estas disposiciones, según información del Ministerio de Trabajo se produjo una reducción de más de 23 mil trabajadoras registradas del sector durante los primeros cuatro meses de aislamiento.
Justamente, el hecho de no estar registradas actuó como un facilitador para aquellos hogares que interrumpieron la relación laboral con las trabajadoras. En algunos casos, la situación fue aceptada sin plantear exigencias o tener expectativas de sostener la relación laboral o el salario:
“Mis patrones eran personas mayores, tenía que viajar y ellos no querían. Mi patrona me dijo que hasta que pase todo esto mejor que yo no vaya, así que bueno, ahora estoy trabajando a un par de cuadras de acá, cerca de mi casa, una casa de familia, 3 veces a la semana, por hora (…) una trata de arreglarse, qué va a hacer, no nos queda otra” (Liliana, 52 años).
NUESTRA AMÉRICA
En una mirada regional, esto también ocurrió en diferentes países. De acuerdo con una encuesta realizada por la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH) casi la mitad de las trabajadoras se encontraba despedida o suspendida y sin recibir salario al momento de responder. Los datos fueron recompilados entre abril y mayo del 2020 por los 22 sindicatos afiliados a la Federación en la región y fue contestada por trabajadoras de casas particulares de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana.
Gráfico: América Latina (14 países): situación de las trabajadoras domésticas remuneradas durante la crisis del Covid 19, 2020 (en porcentajes)
La publicación da cuenta de una situación heterogénea para las trabajadoras en la región, ya que por ejemplo en El Salvador y Colombia la gran mayoría había sido despedida o suspendida, en tanto en Nicaragua y Argentina la cantidad de las que se encontraban en esa situación era muy bajo en comparación. En el caso de Nicaragua, de todas formas, no se habían tomado medidas de confinamiento en el período de aplicación de la encuesta.
El panorama de América Latina y el Caribe evidencia entre 115 y 186 millones de personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93 por ciento son mujeres. Este trabajo implica en promedio entre el 10,5 y 14,3 por ciento del empleo de las mujeres en la región, lo que significa al mismo tiempo que una parte importante de la población activa, especialmente de las mujeres, lo hace en condiciones precarias y sin acceso a la protección social.
Los datos son proporcionados por OIT, CEPAL y ONU Mujeres, que calculan que los países con mayor proporción de mujeres empleadas en el trabajo de casas particulares son Paraguay, Argentina y Brasil, como se ve en el gráfico más abajo.
Grafico: Proporción de mujeres ocupadas en el Trabajo Doméstico. Año 2018.
Al mismo tiempo, identifican que los ingresos son iguales o inferiores al 50 por ciento del promedio de todas las personas ocupadas, a pesar de que en casi todos los países existe un salario mínimo establecido legalmente. También, se estima que en la región más del 77,5 por ciento de las mujeres empleadas en el sector del trabajo doméstico lo hacen en condiciones de informalidad.
Y, a nivel subregional, los datos de 2018 para el Caribe marcan una informalidad muy alta en varios países (superior al 90 por ciento), lo que se reproduce también en Centroamérica (97,6), le siguen los países andinos (81,9) y el Cono Sur, con la cifra más baja de informalidad (63 por ciento).
Los países que impulsaron diferentes normativas para garantizar el acceso a los derechos laborales y de seguridad social de las trabajadoras de casas particulares son las Leyes de Trabajo doméstico de Uruguay y Chile, el reconocimiento de iguales derechos en el código del trabajo de Ecuador, la reforma a la Constitución Federal de Brasil y la Ley de régimen especial de contrato de trabajo para personal de casas particulares de Argentina.
PARITARIA
La ley 26.844 de personal de casas particulares estableció los mecanismos para la negociación paritaria del sector en el marco de la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares, liderada por el Ministerio de Trabajo, con la participación de representantes de la parte empleadora y las trabajadoras.
“A través de la ley estas trabajadoras se convierten en sujetos de derecho, que tienen un sueldo, vacaciones pagas, aguinaldo, días de licencia por enfermedad, y esto pareciera a veces no tan importante, pero lo significativo es ser trabajador registrado para tener derechos y, en función de eso, pensar la importancia que tiene para el nucleo familiar… así tus hijos e hijas también tienen derechos, por ejemplo a acceder a una obra social”, relató la trabajadora Claudia Lázzaro.
La última semana de marzo, se reunió la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares y se definió la suba de los montos de esta actividad. Los incrementos en tramos para los próximos tres meses del 2023 son no acumulativos con base en marzo: 14 por ciento a partir de abril, 7 en mayo y 6 en junio, lo que equivale a un 27 por ciento hasta mitad de año. El 25 de julio habrá una nueva convocatoria para la discusión paritaria.
El último aumento había sido de 24 por ciento entre diciembre y marzo, a partir de lo acordado y establecido en una resolución firmada en noviembre pasado. En marzo, habían recibido el último 4 por ciento de ese tramo.
El Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina tiene participación dentro de la Comisión Nacional en representación de la parte empleadora. Consultada al respecto de estos 10 años, Pimpi Colombo enumeró algunas conquistas del sector de casas particulares y evaluó que la norma es relevante para el reconocimiento de todo el sector de cuidados: el remunerado (como casas particulares) y el no remunerado (amas de casa, el sector que ella representa):
“Se ha incorporado en los últimos años el 1 por ciento anual de reconocimiento de la antigüedad, que también es una cosa que hemos defendido junto a las trabajadoras de casas particulares, pensando que la continuidad laboral en una casa habla de una mutua confianza y un mutuo acuerdo en esa relación de trabajo, y eso también tiene que tener su correlato en el aspecto económico.
Hay también un reconocimiento importante de las zonas desfavorables. Sabemos que la vida en la Patagonia y en otros lugares es más cara, los accesos, las distancias, y está bien que el trabajo tenga un plus por esa zona desfavorable.
Y es sobre todo es un espacio para que el trabajo doméstico se vaya valorizando, sea que lo realiza la empleada, sea que lo realiza la ama de casa, porque siempre es el trabajo que hace que el conjunto de actividades de una familia se pueda realizar.
Yo creo que evaluación es netamente positiva, es una integración entre los estamentos de gobierno, las amas de casa y las trabajadoras de casas particulares, y se va construyendo un espacio colectivo donde se va discutiendo este tema y vamos paulatinamente discutiendo otras temáticas que son indispensables. Por sólo citar una te diría que debería ser obligatorio y automático que cuando la trabajadora está registrada por una familia empleadora, la ART que se elija debería ser la misma ART a la que deban adherir los demás empleadores. También, se está discutiendo una formulación técnica sobre si las categorías actuales son adecuadas o no”.
HISTORIA Y DESAFÍOS
Entre las primeras mujeres que integraron el Congreso Nacional, la parlamentaria peronista Delia Degliuomini de Parodi se refiere a la aprobación de ley sobre el Régimen de trabajo y de previsión social para el personal de casas de familia.
Sobre algunos de los proyectos que presentó, el libro “Parlamentarias” publicado por la Biblioteca del Congreso evidencia que “algunas fuentes señalan que estos proyectos estaban dentro de una carpeta que Eva Perón le dio a Delia Parodi, aunque no se conservan dichos documentos ni se puede mensurar su alcance”.
El 8 de septiembre de 1955, Parodi dice que “esta es una ley para muchas familias argentinas, y es una ley para muchos trabajadores argentinos, la mayoría de los cuales pertenecen a nuestro sexo“, y suma: “Aspiramos a que no quede ninguna fuerza social sin organización, ningún trabajo sin ley y ninguna persona sin derechos. El proyecto de ley que se considera es una creación inspirada en la concepción revolucionaria del general Perón y, como se ha expuesto muchas veces, a fuer de medida revolucionaria, se desinteresa por el pasado. Lo revolucionario vive el presente y el porvenir. No buscamos concordancia con el pasado, sino cambio progresista. Por eso el proyecto de ley a sancionar será de la Nueva Argentina, que no se opone a la Argentina eterna que la refirma, porque sólo suprime lo que se conserva sin derecho, y porque también es eterno en los pueblos tener y ejercer el derecho al progreso en su bienestar material y espiritual”.
En el discurso también se proclama con una actualidad que emociona que “el concepto de la ley es convertir un indefinido quehacer en una definida función social laboral de cooperación en el ámbito del hogar. El espíritu de la ley es dignificar esas tareas de cooperación con la familia. Por ello se ha tenido que empezar por reemplazar el nombre de tal actividad, porque es de comprender que el nombre de “doméstico” ni es verdadero ni es humano; es oligárquico y humillante. Ni tampoco la de “sirviente”, porque solamente las cosas o los animales “sirven”, no las personas, que con cuerpo y alma realizan tareas de cooperación y solidaridad con otra persona. La tradición trae en línea recta y desde la antigüedad un estigma para este trabajo. Pero en la letra y en el espíritu peronista, no cabe ni tal tradición ni tal estigma, porque como nos ha enseñado el general Perón, nadie debe ser —ni siquiera nombrado— como instrumento de otro, ya que toda persona es un fin en sí misma. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos) El nombre del trabajo que se propone designa, ante todo, un trabajo que, como todo trabajo, es lucha y no “servilismo”; designa una función social necesaria, con relación entre personas igualmente humanas, y no como una relación de “siervo” y “señor”, o entre persona y ente no humano”.
Pimpi Colombo reflexionó al respecto: “La primera cosa a decir es que se tardó desde 1955 a 2013 para lograr que el Congreso, sacando las épocas de dictadura, entonces se tomó 30 años de democracia, para que se apruebe una legislación que empieza a acercar de una manera importante a estas trabajadoras a los derechos de los demás trabajadores”.
La sindicalista Lázzaro analizó que “pasaron muchos años para que las trabajadoras definitivamente puedan acceder a este derecho. El peronismo sufrió uno de los mas salvajes golpes con la fusiladora en el `55, y muchos de esos sueños que generaba el peronismo para el pueblo fueron inconclusos”.
Y agregó que “pasó tanto tiempo, y quien pudo poner estos sueños fue Cristina Fernández de Kirchner cuando promulga la ley de las trabajadoras de casas particulares, la 26.844, que nos saca de ser eso de “la chica que ayuda”, “la que me cuida a los pibes”, “la que plancha”, hoy decimos que la que entra a nuestro hogar es una trabajadora con derechos”.
“Seguimos con el desafío de que el empleador vea a su trabajador como lo que es: una trabajadora”, subrayó como desafío a los 10 años de esta norma Carmen Brítez del sindicato del Personal Auxiliar de Casas Particulares.
La importancia de este trabajo para el empleo de las mujeres, así como la feminización del sector y la baja registración son elementos que van de la mano con la desigual inserción por géneros en el mundo del trabajo y los ingresos salariales diferenciales. Todo ello en un contexto en el el 56,7 por ciento de las trabajadoras del sector vive en hogares que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza y que, en simultáneo, una proporción muy alta son jefas de hogar, casi la mitad.
A 10 años del 3 de abril del año 2013, día en que se promulgó en Argentina este régimen especial de contrato de trabajo, que fue profundamente transformador y que, al mismo tiempo, se convirtió en el día de las trabajadoras de casas particulares, el camino es ampliar los márgenes de formalización de un sector de trabajo de enorme relevancia y saldar una deuda con el plano de la autonomía de las mujeres. Mejoras de condiciones y de ingresos para el pueblo todo.
*Conductora de Feas, Sucias y Malas, sábados de 10 a 13 hs, por Radio Gráfica.
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