Por Leonardo Martín
Mauricio Macri anunció este domingo a través de sus redes sociales que renunciaba a una eventual candidatura presidencial para este 2023 en una jugada que sorprendió por los movimientos que venía teniendo en el último período, pero absolutamente razonable para las expectativas de su espacio político y las posibilidades concretas para que prosperara su candidatura.
Juntos por el Cambio tiene hoy un puñado de candidatos que aspiran a suceder a Alberto Fernández desde el 10 de diciembre, con posibilidades aún más concretas si el gobierno no logra reducir la inflación y evitar las presiones devaluatorias: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Gerardo Morales, Facundo Manes y aquellas que se lanzan para negociar lugares en las listas y cargos como en los casos de Elisa Carrió y Miguel Angel Pichetto.
La candidatura de Mauricio Macri podía tener lugar en las cabezas más afiebradas de fanatismo PRO, pero insuficiente para ganar una elección nacional con una figura asociada a un claro deterioro social, pérdida de empleos, del poder adquisitivo de los salarios, de tarifazos, del megaendeudamiento, de la vuelta del FMI que lo llevaron a ser el primer presidente tras la reforma constitucional de 1994 en no lograr la reelección. Obviamente dejando de lado el colapso del gobierno de Fernando De la Rúa y la primera Alianza.
Si Macri podía tener alguna aspiración era también porque la pandemia primero, los condicionamientos de endeudamiento, el impacto mundial de la operación militar rusa en Ucrania y la inoperancia del gobierno del Frente de Todos para dominar la inflación le permitió licuar su propia crisis económica en otra más amplia, pero de la cual no deja de ser el primer responsable.
Respiran aliviados sus compañeros de partido y de coalición con su renuncia a las cuales la atribuló con rasgos de una falsificada autoayuda y espiritualidad al haber vencido a su “ego” cuando todos sabemos que no tiene otra explicación que es que no le daban los votos.
En la interna PRO, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich se sacan de encima al principal obstáculo no solo por los votos que sí podía tener para esa interna, también por la probada capacidad de daño de Macri para llevarlos al lodo, operarlos, revolearle carpetazos. Ahora “Horacio y Patricia” tienen terreno libre para una interna entre una presunta línea antigrieta y otra que promete ir a fondo sin contemplación contra sindicatos, protestas y todo aquello que se interponga en el camino. Es cierto que Macri aún guarda poder y recursos para intervenir en esa disputa.
Tímidamente, se posiciona la exleona María Eugenia Vidal con terciar en esa pelea en la que parece no tener chances para ganarla, pero sí para hacer daño, especialmente a Rodríguez Larreta con quien a priori comparte perfil de votantes en el espacio. El radicalismo, vagón de carga en Juntos por el Cambio, no parece tener mayores chances, con viento a favor llegar a negociar una candidatura a vicepresidencial para mostrar amplitud y a una figura del interior en la fórmula. La renuncia también libera a los radicales de defender e ir adosados a la figura de Macri.
En su retirada de la competencia electoral, al menos abiertamente, Mauricio Macri no bendijo aún ningún candidato, pero sí se ocupó de buscar asegurar la Ciudad de Buenos Aires para su primo Jorge Macri que buscará la inédita posibilidad de pasar de ser intendente de Vicente López, que gobierna desde 2011 con una licencia en los últimos meses, a jefe de Gobierno porteño. Algo imposible de pensar sin el continuo geográfico que representa el AMBA y un apellido con arraigo en la Ciudad de Buenos Aires.
El PRO porteño, que gobierno la Ciudad desde 2007, se quedó sin candidatos propios de envergadura en la metrópoli. La decisión de que Diego Santilli vuelva a ser el Vicejefe de Gobierno en 2019, seguramente ya pensando en su desembarco posterior en la provincia de Buenos Aires, los irregulares movimientos de María Eugenia Vidal abrieron la posibilidad a la ministra de Educación, Soledad Acuña, y al de Salud, Fernán Quirós, como posibles candidatos.
Ante la falta de un aspirante de peso propio, quedaba en una posición muy expectante Martín Lousteau para participar como un neoradical porteño. Es un pecado para el PRO perder el manejo de los engranajes, el presupuesto y la enorme caja de resonancia que representa la Ciudad de Buenos Aires. A meses de las elecciones no es para nada una posibilidad remota ante la falta de una continuidad “natural” del proceso iniciado en 2007.
Volviendo a Mauricio Macri, se tejen muchas especulaciones sobre su futuro. Que buscará crecer en el entramado burocrático, de poder y negocios millonarios de la FIFA, que podría buscar el regreso a Boca, el origen de todo, como parte de ese plan, sin descartar el ascendente sobre el destino de su propia fuerza política. El capítulo que parece cerrarse para siempre es el presidencial en la Argentina. No se lo va a extrañar.
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