Por Carlos Aira
El sueño de varias generaciones de argentinos se cumplió. Luego de 36 años, Argentina se consagró campeón mundial FIFA. Superamos a Francia, campeón mundial vigente, en un partido notable. Para los neutrales, la mejor final en la historia de los mundiales. Para nosotros, nuestras ansias y el amor a flor de piel: un partido guionado por un degenerado. Pero el título de Lionel Messi necesitaba un correlato mágico. Un 3 a 3 con todas las alternativas imaginables. Pasamos de un primer tiempo para aplaudir de pie a la salvada antológica de Dibu Martínez. Perder esta final sobre la hora hubiera sido intragable. Por suerte, el fútbol y la pelota – veleidosa y funambulesca – no llevó el festejo hacia esas tierras que presumen de libertad, fraternidad e igualdad y llenó de gloria este suelo.
La alegría es toda nuestra. ¡Toda! En este momento, millones de compatriotas están festejando en calles y plazas de toda la geografía nacional. Del Altiplano a Tierra del Fuego. De los Andes al litoral atlántico. ¡Argentina, campeón del mundo! El generoso olimpo del fútbol argentino le abre sus puertas a los nuevos héroes. Allí conviven Ubaldo Fillol, Nery Pumpido y Dibu Martínez. Tres centrales de lujo, como Daniel Passarella, Oscar Ruggeri y Nicolás Otamendi. También están Osvaldo Ardiles, Héctor Enrique y Rodrigo De Paul. Como el fútbol se juega con delanteros, no pueden faltar Mario Kempes, Jorge Valdano y Julian Álvarez. En el altar, lejos del resto, nuestras deidades idolatradas: Diego Maradona y Lionel Messi. No hagamos comparaciones odiosas: los dos son gigantes. Dentro de la cancha y en el corazón del pueblo argentino; que bien sabemos, es lo más importante.
Un equipo que respetó las mejores tradiciones de nuestro fútbol. Pero toda historia tiene un correlato. Luego del fracaso de Rusia 2018, AFA se encontró ante la espada y la pared. Con poco apoyo y ante la obligación de contratar un nuevo cuerpo técnico. Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli habían llegado debido a un fino lobby que terminó siendo disruptivo dentro del plantel. Ante ese panorama, Claudio Tapia tomó una decisión propia de un hombre que apuesta y arriesga: un cuerpo técnico 100% Selección Nacional. Conformado por gente de experiencia de los dos ciclos campeones mundiales y conducido por hombres formados en el ciclo más éxitoso del fútbol argentino: los juveniles de José Néstor Pekerman.
Septiembre de 2018. AFA anunció a Lionel Scaloni como nuevo entrenador del equipo nacional. Estupor. ¿Qué pergaminos tenía para dirigir la Selección? Junto al nuevo entrenador estarían Roberto Ayala, Pablo Aimar y Walter Samuel. El histórico César Luis Menotti asumió como Director General de Selecciones Nacionales. Por su parte, Jorge Luis Burruchaga fue el Mánager del equipo aunque pronto se bajó del barco.
Las críticas fueron atroces. Tanto para la AFA como para el entrenador. Para colmo, el primer partido terminó con derrota 1-3 ante Venezuela. En la Copa América 2019 comenzó a verse la mano del entrenador. Desde la derrota 0-2 ante Brasil por el torneo continental hasta el sorpresivo cachetazo que nos propinó Arabia Saudita, el equipo estuvo 36 partidos invicto. En ese lapso de más de tres años, la Selección ganó la Copa América – en el Maracaná – luego de 28 años y terminó sin derrotas en la larga eliminatoria continental.
Lionel Scaloni y su bajo perfil. Tan bajo que parece no incomodarle las operaciones que soportó por parte de la prensa canalla. Luego del Maracanazo muchos se quisieron subir a la Scaloneta. Algunos lo hicieron a pesar del rídiculo de mil operaciones previas. Pero el hombre siempre se mostró inimutable. Un bicho raro. En un país de tácticos y estrategas, Scaloni dice no importarle la táctica, pero si las funciones dentro del campo de juego. El cuerpo técnico que generó algo impagable: futbolistas que desarrollan su juego sin histerias. El éxito de Scaloni obliga a repensar el rol del seleccionador. ¿Es lo mismo el éxito en clubes que en selecciones? ¿Es lo mismo dirigir todos los fines de semana que hacerlo con fechas espaciadas? Scaloni y su gente supieron plasmar su larga experiencia vistiendo la camiseta de AFA con un trabajo tan silencioso como memorable.
Otro éxito del ciclo Scaloni fue la convocatoria de futbolistas que no sólo no estaban en el radar de las mayorías: terminaron siendo definitorios. Cristian Romero, Dibu Martínez, Nahuel Molina Lucero, Alexis Mac Allister y Rodrigo De Paul son aciertos del cuerpo técnico. En la lista podemos sumar a Nicolás González, a pesar que quedó afuera del Mundial por lesión.
Volvamos a la fiesta eterna. Porque hubo un 25 de junio de 1978 y un Monumental lleno de papelitos y banderas. Un 29 de junio de 1986, cuando el Azteca se rindió ante la magia de Diego Maradona. Por suerte, tenemos este 18 de diciembre de 2022, cuando en la lejana Qatar, Argentina se consagró por tercera vez campeón mundial. Ahí están los jugadores. Festejando con sus familias dentro del campo de juego. ¿Cuando se vió algo similar? Una imagen bellísima. En tiempos de sponsors y superprofesionalismo, los jugadores argentinos decidieron festejar con los suyos. Lionel Messi junto a su mujer y sus tres hijos. El hombre que está en paz y tranquilidad con su vida y su carrera. Besó y alzó el trofeo que deseó durante toda su vida. Lo hizo con inmenso amor, como se desean las cosas de verdad.
Ahí está Ángel Di María. El otro rosarino. El Carbunin, como lo bautizó Ezequiel Siebens, nuestro relator, por el negocio familiar de venta de carbón. Una infancia difícil la de Ángel. A pesar de todo, el tatuaje en su brazo izquierdo lo dice todo: “Nacer en la Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida“. Fue uno de los jugadores más resistidos del fútbol argentino de los últimos 15 años. En su currículum puede presumir de haber convertido goles en finales olímpicas, de América y el Mundo. Ángel jugó como el crack que es; lloró como un pibe cuando Gonzalo Montiel picó el pasaporte a la gloria eterna.
Este fue el triunfo de todo el fútbol argentino. De los clubes AFA, pero también de los clubes de barrio y de pueblo, donde se formaron estos cracks. Fue el triunfo de la inmensa industria cultural que es el fútbol en nuestro país.
Gracias muchachos por este campeonato. Por haber generado una locura en este país. Porque como ya señalamos en otro momento, el fútbol es un juego, pero nosotros sabemos que es mucho más que un juego. Y hoy, ustedes lo convirtieron en un acto de amor.
Al gran fútbol argentino, ¡Salud!
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha.
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