Entrevista a Gabriel Fernández*, ex director del Periódico Madres de Plaza de Mayo:
En La Plata peleamos contra la dictadura; formamos dos agrupaciones. Una fue la Agrupación Peronista Universitaria y la otra, el Frente Peronista para la Revolución Nacional, hicimos algunos actos contra los milicos y eso nos llevó a confluir por un lado con la CGT, que lideraba Saúl Ubaldini y, por otro lado, con Madres de Plaza de Mayo. Estaba también Vivian Elem, la mamá de mi hijo Lautaro. Con posterioridad, en el año 82´, en las postrimetrías de la dictadura sale el diario La Voz y me llaman para colaborar allí, siendo muy pibe. Ahí conozco a Alipio ‘Tito‘ Paoletti, que venía de formar parte en el exilio de la Comisión Argentina de Derechos Humanos.
La Voz era un acuerdo entre la organización Montoneros y el peronista histórico Vicente Leonides Saadi. Se conjugó allí la tradición ortodoxa del Partido Justicialista con el peronismo revolucionario, en una experiencia muy muy atractiva, muy bien realizada, que permitió tener un medio opositor durante la dictadura, con todos los costos que ello implicó.
Y ahí conocí, cuando volvió del exilio, a Alipio Paoletti, que había sido creador, junto con compañeros extraordinarios, de El Independiente de La Rioja, el primer medio cooperativo del país. A Tito ya lo precedía su fama dentro de las redacciones. Él había participado con Julio Cortázar, con Eduardo Luis Duhalde, con Vicente Zito Lema, entre otros de la Comisión Argentina de Derechos Humanos, y estaba vinculado a Madres a través del periódico, entonces nos invita a colaborar. Mientras estabamos en La Voz empezamos a colaborar en el Periódico de las Madres.
Con el tiempo, yo pasé a Prensa Latina, después al diario Sur, mientras seguía colaborando con Madres. En un momento determinado, la directora del Periódico, María del Rosario Cerruti, mi amiga, Madre de Plaza de Mayo, una de las creadoras de la organización, decide irse, dejar de ser la directora del diario. Entonces Hebe me plantea si quiero ser el director. Le dije que me gustaba la idea, pero que la iba a consensuar con la redacción. Eramos unos 20 periodistas aproximadamente, periodistas de primera línea, realmente un equipo incríble de periodistas, diseñadores y editores, y enseguida me hice cargo de la dirección del diario durante una década, ¡diez años!, mientras seguía con otros trabajos tanto radiales como escritos, pero muy abocado y con la energía en la dirección del Periódico Madres de Plaza de Mayo.
Una de las cosas que nos acercaron en el código, en el registro, allá lejos, tan lejos en el tiempo, es la identidad de Gimnasia y Esgrima de La Plata, el trabajo en los alrededores de la ciudad. Era una mujer en mi pueblo. Lo que yo conocía de pibe. Es decir, me encontré con una de las señoras del barrio. Ella era de El Dique. Con más o menos los gestos, las observaciones, las costumbres que caracterizaban a las personas que había conocido desde pibe, entonces la identificación fue relativamente sencilla. Y pasamos mucho mucho tiempo tanto en su casa con las patas en la palangana tomando mate, como en el diario de Madres, donde ella cocinaba muchas veces, o alguna de las otras Madres. Eso permitía charlar, charlar, charlar, tener un panorama de la actualidad e ir revisando qué es lo que iba ocurriendo, así como recordando y planteando todas las vicisitudes que se dan en muchas ocasiones en esta vida demasiado agitada.
Soy el director del diario de las Madres hasta que llega Sergio Schoklender a la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Ahí tengo rápidos encontronazos con Sergio. Esto está contado en una de las notas que apareció hace tiempo, pero sigue circulando, en Pájaro Rojo. Yo no acepto la interferencia en el Periódico. Entonces se da una situación violenta, de los dos lados, no tengo nada de que arrepentirme. En ese momento, Hebe se equivoca y se vuelca hacia Schoklender, y desarma el diario. Es decir, cuando nos vamos, Vivian, Florencia -otra editora- y yo, enseguida el conjunto de la redacción se retira en solidaridad con nosotros y en crítica al error de Hebe de confiar en Schoklender, y también en contra de la posición de Sergio Schoklender. Entonces, desde fines de los 90 hasta acá yo no me hago cargo de las posiciones de la Asociación y simplemente respaldo o cuestiono según lo que vaya sucediendo en la vida política nacional. Pero, por supuesto, hemos coincidido en el respaldo al kirchnerismo, en el respaldo al movimiento nacional en el último tramo, cosa que me parece bien. Pero creo que hubo un trabajo muy desgraciado de adentramiento sobre la Asociación que desbarató buena parte de la labor realizada. Con la gente que había en ese periodo previo al arribo de Schoklender, hubiera sido muy difícil tener problemas como los que se tuvieron con posterioridad, Sueños Compartidos y esas situaciones de difícil manejo, porque había funcionamiento, honradez y una búsqueda de la verdad muy fuerte.
El diario es tal vez una de las máximas creaciones, me tocó dirigirlo, pero sobre todo compartirlo con gente bárbara, con personas incríbles, tanto del diseño, de la foto, como de la redacción. Y el diario en más de 10 años tuvo un sólo juicio perdido, en todos los números hacíamos investigaciones a fondo, extraordinarias, sobre represores y cómplices. Una sóla vez, un médico, más difícil de probar, ganó un juicio y logró un derecho a réplica, pero todos los demás fueron admitidos. Porque la narración que hacíamos no era al voleo, tipo “los milicos son todos asesinos”, eso quedaba para el discurso público de quien lo quisiera hacer, y no estaba mal si le constaba, pero nosotros como periodistas lo que hicimos fue un gran medio nacional popular con información económica, social, sindical y con denuncias del tema derechos humanos completamente certeras y despojadas de cualquier tipo de declamación.
Hebe debe ser juzgada por el gran trazo de la historia, por lo que dejó, por lo que hizo, había que salir a la calle en la dictadura, era muy difícil, y ella con sus compañeras lo hicieron, inventaron y generaron el emblema universal de la lucha por los derechos humanos y la justicia, que es el pañuelo. Es un emblema imperecedero. Hebe debe ser recordada por eso, el trazo grueso. Y yo estaré eternamente agradecido por haber estado allí en el momento indicado, por haber ella promovido mi situación para la dirección del diario y por haber tenido la posibilidad de compartir con las Madres en el momento más difícil ese periodo de lucha. No hay nadie perfecto. Lo importante es despojarse de las dificultades, de las polémicas, y señalar: esto estuvo bien. Y si algo estuvo bien en la Argentina es Madres de Plaza de Mayo.

(*) Gabriel Fernández es director periodístico de Radio Gráfica / Director de La Señal Medios / Ex director del Periódico Madres de Plaza de Mayo.
Diálogo con Mario Sadras en Desde el Barrio (lunes a viernes de 10 a 13 horas) por Radio Gráfica. Redacción Úrsula Asta.
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