Luis Gauna Fournier, Veterano de la Guerra de Malvinas, sobreviviente del Crucero ARA General Belgrano y vicepresidente del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de San Fernando, dialogó con Radio Gráfica sobre la fatídica noche en que Reino Unido cometió crimen de guerra contra Argentina al hundir el buque fuera de la zona de exclusión.
Lucas Molinari: Este es un programa para conocer tu historia. Son 40 años, 40 historias. Esta es la propuesta de esta emisión que se escucha en todo el país. Nos gustaría una primera reflexión de qué sensaciones tenés a cuatro décadas del conflicto del Atlántico sur.
LGF: Muchos recuerdos. Cuando se acercan las fechas estas y son movilizantes. Más las décadas. Este año fue muy especial también porque el tema educación. Tenemos más llegada a los chicos en los colegios. Si no era por el contacto de alguna maestra o algún allegado, algún padre que nos llevara a una charla o acto, nos costaba entrar. Ahora se ve que bajaron línea desde el ministerio y podemos tener más contacto con los jóvenes, más que nada.
LM: En San Fernando, años anteriores, ¿no habían muchos llamados de escuela para que ustedes vayan a dar charlas?
LGF: No. Lamentablemente no. Teníamos el contacto de una escuela acá que se llama Malvinas Argentinas, que todos los años sin dejar pasar un 2 de Abril, un Día de la Bandera, siempre nos invitaron. Pero el resto costó bastante.
LM: Qué problema a nivel educacional porque Malvinas está en la currícula. Es de educación obligatoria. Tienen que estar en todos los niveles y cuesta. Vemos que falta mucho para incursionar la cuestión Malvinas en las escuelas, en las universidades, y también decir que no es Malvinas el 2 de Abril. Malvinas es todos los días.
LGF: Sí, por supuesto. Sinceramente este año fue muy movilizante y teníamos programadas con los compañeros hasta más o menos mediados de junio. Fuimos casi todos los días, menos los viernes, que tenemos reunión en el centro, después de lunes a jueves estamos. Si no es turno mañana, en el turno tarde o a veces los tres turnos. Estamos bastante solicitados.
Juan Natalizio: A vos cuando te tocó hacer el servicio militar obligatorio, que por supuesto te toca en la Armada, ¿en que momento entrás? ¿cómo fue tu preparación?
LGF: Los marines entran por tandas. A mi me tocó la quinta tanda del 62, entré en octubre del 81, era como se dice, en la Armada, la última tanda.
Me tocó entrar con un grupo de la misma clase de La Pampa, Tucumán y los porteños. A nosotros nos reunieron en Patricios, de ahí un subte hasta Constitución y luego en tren hasta Puerto Belgrano, en Campo Sarmiento.
JN: ¿Cuál fue el destino?
LGF: Después de los 30 o 40 días de instrucción la mayoría de los porteños fuimos al Crucero General Belgrano. Ahí empecé más o menos en los primeros días de noviembre.
JN: Cuando llegaste por primera vez, era un buque grande inmenso, ¿cuál fue tu primera impresión al verlo?
LGF: No te imaginás. Cómo podía flotar semejante bestia. Imponente e impresionante. Lo que menos quería era que me toque la Armada porque hasta el día de hoy no sé nadar. Justo me tocó la Armada y también antes del conflicto. Los que no sabíamos nadar, nos iban a enseñar. Pero bueno se desató el conflicto y se cambió todo lo que era la preparación.
LM: Cuando vos embarcaste para Malvinas no sabías nadar. ¿No se había podido dar esa instrucción?
LGF: No, no. Éramos varios los que no sabíamos nadar.
JN: Estaban haciendo la instrucción cuando llegó la noticia de la recuperación de las Islas Malvinas.
LGF: Nos reúnen el 2 de Abril, nos bajan y nos citan dentro de la Base Naval donde estaba amarrado el Belgrano. Se reúne a toda la tripulación, el Comandante y nos comunica lo que había pasado en la madrugada, en la mañana del 2 de Abril.
Ahí no pensábamos que íbamos a llegar a entrar en combate, ni nada de eso. Se veía mucho movimiento en lo que era la Base Naval y el tema de provisiones, municiones, se duplicó casi la tripulación normal del buque y dijimos “bueno, a pasear no vamos”. Se veía venir algo groso. Obviamente a nosotros como colimbas nunca nos llegó la versión oficial. Nos enteramos por rumores.
LM: ¿Qué recuerdo tenés cuando pasó eso? Cuando saben que van para Malvinas ¿qué reacción hubo entre los soldados?
LGF: Teníamos 19 años. Como que no reaccionamos. Era un poco de inconsciencia o la juventud también. Las ganas de entrar en acción. La mayoría.
JN: Una vez que se embarcan, ¿cuál era tu rol en el buque?
LGF: Era artillero de 40 milímetros antiaéreo, era el primer cargador.
JN: Mientras estuviste como colimba habías aprendido cómo disparar. Todo eso ¿lo llegaron a ejecutar?
LGF: Si. Llegamos a hacer prácticas ahí en la Isla de los Estados.
LM: O sea que en lo que es instrucción faltó la parte del nado, pero si lo que era artillería antiaérea estabas preparado.
LGF: Sí, en eso sí tuvimos práctica.
JN: Cuando decís que pudieron hacer pruebas en las Islas de los Estados. ¿Esto fue durante el mes de abril o fue previo a la guerra?
LGF: Habíamos tenido una práctica en tierra, después cuando llegó el momento de zarpar ahí era una incertidumbre de cómo íbamos a reaccionar porque en tiempos de paz está todo bárbaro, pero cuando las papas queman… Ahí no llegamos a entrar en acción, pero estábamos preparados la mayoría. Menos los que habían entrado después que sobrecargaron la tripulación.
LM: ¿Qué recuerdos tenés de aquel 2 de mayo?
LGF: Más que nada el primero que habíamos estado dentro de la zona de exclusión y tuve un compañero, un amigo, que cuando nos estábamos alejando de la zona peligrosa, vino a despedirse. Como él ya sabía que se iba a morir y que se venía a despedir, si pasábamos otra vez por la zona de exclusión sabía que no iba a sobrevivir.
Por ahí era el único que estaba consciente al momento, y ahí empecé a pensar distinto. Porque ver a un amigo despedirse que no sabía que se iba a morir porque había que entrar en acción. Yo traté de sacarlo de esa situación. Fue imposible. Hoy es uno de los que custodia las Islas. De los 323 héroes del Crucero.
JN: Ustedes en un momento ingresan a la zona de exclusión y luego le dan la orden de salir. Por supuesto, ustedes como conscriptos, toda la información no les llegaba pero vivían toda esa situación de estar de repente con todo el barco preparado para el combate, después un poco más tranquilo. Ahí lo sentían y en ese momento es cuando se acerca un amigo tuyo ¿habían hecho la colimba o se conocían desde antes?
LGF: Pegamos onda al toque. Los viejos nos mandaban encomiendas, cuando el viajaba para Buenos Aires traía la encomienda que mi vieja me mandaba y así. Nos hicimos muy amigos. Se fue consolidando la amistad a través de los pocos meses que estuvimos juntos.
LM: Y de aquel 2 de mayo ¿qué recordás?
LGF: La hora en que explotó el torpedo justo tomaba la guardia. Creo que cinco minutos antes me agarraba durmiendo o descansando en las cubiertas de abajo. Cuatro menos cinco habré subido a tomar la guardia y a poner el salvavidas y preparar el mate. Estábamos al pie de cañón, pero era una guardia tranquila. Porque estábamos fuera de la zona de exclusión.
Cuando explotó el primer torpedo me quedé paralizado. No reaccionaba. Buscaba si el ataque había sido aéreo, nunca pensamos que era por un submarino. Por torpedo.
Eso fue lo que más me sorprendió. No reaccionar. Encima a menos del minuto fue el segundo torpedo en la proa y ahí nomás se escoró el buque y se fue complicando a medida que pasaban los minutos.
LM: Con respecto a este crimen de guerra que al comienzo del programa veníamos fundamentando. ¿Qué te gustaría decir? Porque hay que analizar todos los años qué ha hecho el Estado argentino por investigar ese crimen de guerra. ¿Qué pensás al respecto?
LGF: No se investigó casi nada. Para la armada no fue un crimen de guerra. Para nosotros sí. Si hubiéramos luchado capaz en conjunto lo que fue las fuerzas armadas y la sociedad civil quizás le hubieran prestado atención en el tema del reclamo, pero al estar tan dividido no tuvimos éxito.
LM: ¿Por qué pensás que la armada plantea que no fue un crimen de guerra?
LGF: Creo que era un buque de guerra y que estábamos preparados para el combate. Al estar en conflicto era probable lo que pasó. Pero bueno, son decisiones que han tomado las fuerzas. Ahora para nosotros, los que éramos civiles a bordo haciendo la colimba, sí fue. Creo que la única demanda que hubo fue de los que éramos los colimba. Pero nunca tuvimos cabida ni en Cancillería.
JN: Retomo a 1982, contabas cómo viviste el momento del impacto del torpedo. De los dos que impactaron en el crucero. ¿Cómo fue la evacuación tuya del buque?
LGF: Con un compañero fuimos casi unas de las últimas 10 balsas. Entre que no sabía nadar y tirarme al agua era, entre el frío que hacía y no saber nadar, pocas posibilidades de sobrevivir tenía.
Ayudé a muchos compañeros que estaban quemados a subir primeros a las balsas. La que me correspondía a mí no la llegué a abordar por eso, porque ayudé a los compañeros quemados que venían de la cubierta baja. Encima me gritaban mis compañeros que qué hacía a bordo todavía. A mí me decían Moby Dick yo escuchaba que me gritaban “tirate tirate que no das más”. Y la balsa que me tocaba a mí, con todos mis compañeros de la división de artillería, se ve que se dio vuelta a la noche y forman parte de los 323 así que el destino quiso que no la tome. No me subí a la balsa que me correspondía.
En tiempos de paz todo está bien. Pero por los zafarranchos que hacíamos te ubicabas, pero al momento de guerra se complicó mucho porque la mitad de las balsas estaban de la banda de estribor que eran las que estaban inutilizadas. A medida que se iban cargando las balsas se iban despegando del buque.
JN: Si nos vamos al 3 de mayo de 1982, ¿cuál era tu situación?
LGF: Después de 32 horas que estuve náufrago, nos rescató el Burruchaga. En la balsa confié en mis fuerzas, pero al querer subir al Burruchaga me di cuenta que tenía medio cuerpo congelado. así que tuvieron que darme una mano un suboficial que estaba en la balsa y unos compañeros que estaban a bordo. Fue duro.
JN: ¿Cómo fue la sobrevivencia en la balsa?
LGF: Mis compañeros, después de años que me junté con varios que estuvimos en la balsa, me enteré después con el tiempo que de las 30 y pico de horas, dormí 20. Estaba muy cerca de lo que es morir congelado. Un compañero, Carlos Rodriguez, me mantuvo despierto a los codazos, no me dejaba dormir y gracias a Dios acá estoy.
LM: Vos sos vicepresidente del Centro de ex Combatientes de San Fernando. Contanos qué importancia y cuándo empezó tu participación en este espacio organizativo.
LGF: Acá tenemos cerca de 20 años, o que estoy yo. La institución tiene un poquito más, es un espacio donde hay cursos que baja la Municipalidad, hasta antes de la pandemia teníamos clases de apoyo para los chicos y actividades tenemos ahora que este año fue muy movilizante el tema de armar grupos para las charlas en los colegios.
LM: El centro de veteranos no solo ha sido un espacio no solo de organización sino de contención muy importante para los veteranos y sus familias.
LGF: Si. Es como una terapia que hacemos. Nosotros nos juntamos los viernes y hay anécdotas que si miras todo el tiempo que pasamos juntos y no sabíamos nada de lo que había pasado. Hay compañeros que hace muy poco nos enteramos que habían sido torturados, estaqueados allá en las Islas. Les costó mucho contar hasta el día de hoy. Debe haber más, pero es un secreto que tienen varios.
LM: ¿Qué te gustaría dejar como mensaje?
LGF: Más que nada a los jóvenes que todo sea vía diplomática para que se recuperen las islas. Ojalá las podamos ver, cosa complicada para nosotros, pero nuestros hijos o nietos puedan ver flamear de nuevo la celeste y blanca allá. Ese mensaje de que sea siempre mediante el diálogo, la paz, no llegar a la guerra, porque pierden todos en la guerra.
- Entrevista realizada por Lucas Molinari y Juan Natalizio en Malvinas, 40 Historia (martes 14:00 a 15:00 horas)
- Colaboración de Carolina Ocampo
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