Miguel Ángel Trinidad, veterano de guerra, fundador y ex secretario general del primer centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas y actual funcionario de la Organización de Estados Americanos (OEA), dialogó con Lucas Molinari y Juan Natalizio en Malvinas, 40 Historias, por Radio Gráfica: Su recuerdo de las Islas y su compañero Julio Cao, caído en combate. El concepto de la malvinidad.
Lucas Molinari: Recién pedías la Marcha de Malvinas. Esta versión que han construido desde el Observatorio, con Fontova, Del Guercio. ¿Qué sensaciones en estas fechas tan importantes? ¿Qué te genera la marcha de Malvinas y esa versión en particular?
Miguel Ángel Trinidad: La primera vez que yo oigo esta versión fue estando en Belice, la ex Honduras británica en la que estuve seis años. Me hizo llorar. Porque desde el punto de vista musical, aparte del contenido patriótico, es algo maravilloso. Si no llorás con esta versión, no tenés corazón.
Dos conflictos británicos le heredan a países en América. La Guyana británica transformada en la República Cooperativa de Guyana, y el problema que les deja a los beliceños al no resolver la diferencia del tema territorial en disputa de la frontera con Guatemala. Malvinas no es una herencia de problema. Es una lucha que todavía tenemos que dar y por suerte la vamos a ganar. Pero son tres de los principales casos.
Yo estaba en Belice y escuché esta versión, no paré de llorar. Es hermosísima, te conmueve, está perfectamente ejecutada. Una armonía que toca lo más sensible de uno.
LM: Viniste a Argentina para estar en el acto. Sabemos que estuviste en la universidad de Lanús, pero me gustaría tu apreciación del acto en el Museo Malvinas en la Ex ESMA, que fue el acto oficial, participaste allí.
MAT: Tuve el inmerecido privilegio de formar parte del grupo porque obviamente el presidente no podía entregar esa distinción a los 14.000 veteranos, que va a llegar a todos ellos y a sus familiares también. Pero estar ahí junto al presidente, al ministro Taiana, al director del museo Malvinas Edgardo Esteban, a Delmira Cao, que es la madre de Julio Cao que fue compañero mío, fue una cosa desde el punto de vista emocional difícil de mensurar porque realmente en 40 años es lo más fuerte que me pasó. Y desde el punto de vista intelectual, cuando asumimos el tema racional, también es muy trascendente, porque es la primera vez que el Estado nacional rompe con un acto, una acción concreta, con una acción simbólica y destruye dos mitos que fueron producto de la desmalvinización.
Por un lado, el mito de los pobres chicos víctimas de la guerra que se instaló en la inteligencia argentina, en los medios y por consiguiente se quiso imponer en la sociedad. Y por otro lado, la otra versión, los rambos, los loquitos de la guerra. Nosotros no somos ni una, ni otra cosa. Somos personas dignas que cumplimos con nuestro deber. Al igual que lo hubiesen hecho ustedes, si les tocaba a ustedes, o le hubiera tocado a cualquier otra generación. Por consiguiente, no estamos por encima de los demás argentinos, no somos una casta privilegiada, pero tampoco tenemos por qué ser ninguneados, despreciados y ocultados como fue con la desmalvinización.
Con este acto, sale a la luz que ser veterano y veterana es, nada más ni nada menos, una persona que cumplió con el deber con la Patria. Ese deber hace que la patria se sienta prestigiada con tu presencia y no avergonzada como fue el 19 de junio de 1982, cuando bajamos del buque Canberra 4.400 efectivos. Le contaba siempre a un amigo, y a la gente que me pregunta si había llorado en las Malvinas, jamás lloré en las Malvinas. Jamás. Ni una lagrima. Pero lloré como una magdalena cuando bajaba las escaleras del buque y miraba el muelle Almirante Storni, un muelle de aguas profundas, es muy largo, tiene más de un kilómetro de largo. Esperaba ver gente, pueblo. Pero la dictadura había prohibido que la gente tuviera acceso a los soldados oficiales y suboficiales que veníamos en el Canberra.
Me acuerdo que nos suben a los camiones, Unimog Reo, y el personal militar empieza a cerrar y atar la carpa que cierra la parte trasera de los camiones, para que no nos viera nadie. Entonces, tuve la sensación que en lugar de regresar al barrio, al pueblo, la ciudad origen de nosotros, estábamos siendo reportados en Treblinka. Ya en la carretera, en la ruta, la gente se agolpa en el camino, empieza a rodear los camiones. Empezamos a desarmar las carpas y nos empiezan a dar comida, agua y cigarrillos y a decirnos “gracias”. Trato de evitar quebrarme porque fue algo muy emocionante eso.
Fue la esencia de lo que después vamos a abordar que es la Causa Malvinas. La desmalvinización como concepto fue un invento, un neologismo de Alain Rouquié, un sociólogo francés en una entrevista muy famosa de Osvaldo Soriano.
No somos pobres chicos, ni loquitos de la guerra. Somos personas dignas que cumplimos con nuestro deber
LM: Ahí Alain Rouquié dice que para que haya democracia en la Argentina se tiene que desmalvinizar.
MAT: Exactamente, pero ¿Qué pasa? Este es el momento en que le da categoría conceptual Alain Rouquié, algo que ya venía pasando desde antes. Cuando Bignone saca una operativa dice nadie tiene que tener acceso a los efectivos que regresan al continente, ahí empieza la desmalvinización como hecho operativo.
LM: Había ocurrido lo de Puerto Madryn que es cuando se quedó sin pan.
Juan Natalizio: Miguel, no lo puedo dejar pasar. Mencionaste a la madre de Julio Cao, y dijiste que era tu compañero. ¿Quién era?
MAT: Entramos juntos a la colimba, al servicio militar, al regimiento 3. Pertenecíamos a la misma compañía, al mismo grupo de instrucción de infantería que es el periodo básico que se hacía en ese tiempo. Una instrucción de 52 días en terreno.
En la compañía él estaba destinado a comunicaciones, si mal no recuerdo. Yo fui destinado a la oficina de operaciones de inteligencia en la parte de la plana mayor. Continúa nuestro vínculo porque me parecía injusto que él siendo un maestro, un tipo con habilidades para escribir, para hacer informes y esas cosas, tuviera que estar en la compañía. Entonces, cada tanto, inventaba algo de falta de ayuda y le decía a mi jefe que conocía a alguien que podía ayudarnos. Y era siempre Julio. Cada tanto lo rescatábamos de la compañía y trabajaba con nosotros.
LM: Te freno un segundo para quienes no hicimos la colimba. ¿Estabas en un laburo mas de escritorio y Julio estaba más en el terreno?
MAT: Con labores propias de militares que pueden ser morteros, exploración, comunicación. Después del periodo de instrucción de infantería paso a las oficinas, al igual que muchos compañeros. Entonces lo importante acá es que Julio se va de baja a los seis meses porque estaba casado, y ese tiempo la Ley de Servicio Militar que estaba vigente especificaba que el que estaba casado tenía que hacer solamente la colimba seis meses.
LM: ¿En qué año fue eso?
MAT: Año 81. Así que él se va. Vuelve a la escuela a ejercer como maestro de 5º grado. Lo dejo de ver, pero antes de que se fuera él me pidió un favor. Mi oficio de adolescente que después me ayudó a darme un poquito los porotos en la época militante, de militancia de la causa malvinera, era de fotógrafo. Yo tenía Nikon, de esas viejas. Él sabía y me dijo “sácame una foto vestido de soldado”. Una foto tradicional, con el fusil y el casco. Yo se la tomo, él se va de baja en esa época. Revelar un rollo era un mes, para el que no lo sabe, el rollo lo llevás al laboratorio y tardaba un mes de dar la foto. Hoy tarda un segundo en sacarla.
Entonces cuando yo revelé el rollo ya Julio no estaba en el servicio militar. El 3 de abril, yo estoy parado en la puerta de mi oficina que daba a la entrada de la puerta de La Tablada y lo veo volver. Nos abrazamos y le pregunté por qué vino si estaba casado e iba a ser papá. Y me dijo “yo no puedo no estar presente en esto, porque yo soy maestro en una escuela. Si yo voy a enseñar historia, voy a ser parte de la historia de la Patria también”.
Esa foto tiene una larga historia que yo se la terminé dando a la viuda dos años después, la viuda se la entrega a la madre, una foto muy chiquita, pero la promesa la cumplí.
JN: Cuando te referis a la promesa ¿Qué promesa?
MAT: Cuando empieza el asalto final el viernes a la noche 11 de junio, íbamos a combatir a Wireless Ridge. Originalmente iba a ir yo también, pero un cambio de ordenes hace que yo no vaya. Él se acerca en medio del fuego de artillería británica. El fuego nuestro propio se entrecruzaba, en lo que se llama, contrafuego de batería, o fuego contra batería y me dice “Trini ¿te acordas la foto que nunca me diste? Si no vuelvo dásela a mi familia”. Yo le digo “¡No, déjate de joder!, ¿cómo no vas a volver?”.
A la madrugada del 14 de junio en el tráfico de radio que yo iba escuchando en posición, oigo la novedad de que Julio Cao fue de los últimos soldados en caer. De los últimos en la defensa de Puerto Argentino. Por eso para mí Delmira Cao es una persona muy importante, como cualquier familiar, por supuesto, pero en particular porque yo cumplí esa promesa dándosela en manos en un cuadro 30 años después en Ushuaia un 2 de Abril, cuando se conmemoró el 30 aniversario de la guerra. Viajé de Caracas exclusivamente con ese cuadro para dárselo a ella.
LM: Contanos ¿Cuál fue tu actuación y que te gustaría remarcar de estos conceptos que ya venís planteando? “No fuimos locos de la guerra, ni los pobres chicos, fuimos soldados que defendimos la Patria”. Era el deber.
MAT: Así es. Creo que más que decir lo que hacía, voy a tratar de resumir en la sabiduría de la gente que es colectiva. No es vanidosa de lo personal intelectual. Salgo con mi regimiento el sábado 10 de abril, a las 10 de la noche de El Palomar. Ese sábado, tiene lugar al mediodía la movilización más grande durante la guerra, cuando Galtieri convoca a la Plaza de Mayo. La gente aplaude al general Galtieri cuando él habla sobre presentar batalla a los británicos.
Yo no fui a pelear por Galtieri, ni por la Junta, fuimos a pelear por la Patria. Con el devenir de los años, las décadas, vamos descubriendo esa documentación que estuvimos viendo, libros, bibliografía británica, pero especialmente la británica y norteamericano, en toda la trama secreta, que no es la que escribieron los periodistas de Clarín. La trama secreta que se encargan de esconder, qué motivó todo el conflicto. Íbamos descubriendo cosas. Pero el descubrir reafirma nuestra voluntad de ir a defender la Patria y no a un régimen transitorio, ilegal e ilegítimo como era el Proceso.
LM: Los intentos de Estados Unidos de pisar fuerte en el Atlántico Sur. No fue una guerra solamente contra los ingleses, sino también contra la OTAN.
JN: Sobre todo ahí el rol de la cuestión marítima. Hacemos hincapié en esto, porque tanto la Royal Navy, la marina militar británica, como la parte militar, Pentágono de Estados Unidos, Malvinas es un lugar estratégico para tener la base que tienen. No es que hay una enorme cantidad de bases en las islas Malvinas hoy porque argentina es una amenaza. No. Le están diciendo al mundo que controlan no solo los recursos naturales, sino también las rutas marítimas. Eso es lo que tenemos que denunciar.
LM: ¿Cuál es la diferencia entre la Causa y la Cuestión Malvinas?
MAT: Es muy importante remarcar la diferencia y la confluencia que tienen estos dos conceptos. La Cuestión Malvinas es la que está dentro del ámbito de influencia y responsabilidad del Estado nacional. Fundamentalmente en tres áreas: en el de relaciones internacionales, la diplomacia, el área de la defensa y el área de la educación.
Es responsabilidad del Estado argentino, independientemente del gobierno que haya, la cuestión Malvinas, que se defiende en los ámbitos multilaterales, en el ámbito bilateral con Gran Bretaña, que no existe, porque hay relaciones bilaterales, pero de Malvinas no se habla; y el ámbito de los foros internacionales que puedan darle lugar a que Argentina tenga presente la cuestión Malvinas. En las fuerzas armadas ¿como se demuestra esto? En una hipótesis de conflicto. En el nivel de equipamiento de las fuerzas armadas. En la educación en la currícula primaria, media y universitaria donde tiene que estar presente la cuestión Malvinas.
En cambio la Causa Malvinas no es una responsabilidad del Estado nacional. La Causa Malvinas yace, surge y la genera el pueblo argentino. Desde su historia, desde su percepción de su ser nacional como elemento identitario. Por eso, siempre digo que la Cuestión Malvinas nace el 3 de enero del año 1833 con la invasión británica que nos despoja de Malvinas. Pero la causa Malvinas empieza cuando se comienza a gestar la identidad argentina en las invasiones inglesas.
La Causa Malvinas yace, surge y la genera el pueblo argentino
LM: 1806, reconquista de Buenos Aires
MAT: Exactamente. El ejército argentino tiene un lema, en el cual yo no estoy de acuerdo, que dice que “el ejército argentino nació con la patria en 1810”. No señor. Nació en 1806 porque la primera expresión de defensa con las armas popular que tiene nuestra todavía no organizada Argentina, pero si identitariamente se estaba gestando, fue en 1806-1807 con los batallones de mestizos, afrodescendientes, indígenas y criollos que defendieron Buenos Aires.
La Causa y la Cuestión Malvinas son dos cosas distintas. Saltemos a 1845, la Vuelta de Obligado, eso fortalece la Causa Malvinas, porque es nuevamente el mismo enemigo al que enfrentamos. Después, las epopeyas de los Cóndores, 1966.
LM: Qué interesante esto porque vos estás hablando de la Causa y la Cuestión Malvinas y sabemos que argentinos, como hoy políticos profesionales que dicen que hay que desconocer Malvinas, también en ese 1845 habían unitarios que estuvieron en la flota anglofrancesa queriendo invadir su propio país.
MAT: Es que la grieta de los argentinos no la inventaron los medios. Nació con la Argentina. En 1806, esto está registrado en los libros de historia, fueron los propios plutócratas de Buenos Aires, los comerciantes criollos que le dieron refugio a los oficiales británicos en sus casas y entregaron sus hijas. Entonces la grieta empieza ahí, no la inventó nadie después.
La Causa Malvinas continúa con Miguel Angel FitzGerald que aterriza con su avioneta en Malvinas, y continúa fundamentalmente en las expresiones populares. Ustedes pueden recorrer cada barrio de la Argentina continental y van a encontrar murales, pintadas, monumentos a los caídos en Malvinas, tatuajes, los hinchas del fútbol con cánticos sobre Malvinas y grupos de rock metal totalmente malvineros.
Soy rockero, tengo que ser rockero, me fui en el 2017 a un recital de Almafuerte y ví pibes que podrían ser mis nietos o al menos hijos, con camisetas de Malvinas y cantando “el que no salta es un inglés”. Esa es la Causa Malvinas. Ese es el ADN que no pudo la desmalvinización destruir.
La desmalvinización apuntó a domesticar la Cuestión Malvinas y lo logró con los Acuerdos de Madrid I y II, lo logró, por supuesto, ni hablar con el macrismo, que firmó 12 acuerdos con los británicos en lo que nos pusimos de rodillas. La desmalvinización doméstica la Cuestión Malvinas, mas no logra domesticar ni domar la Causa Malvinas.
JN: Fuiste uno de los fundadores del primer centro de ex soldados combatientes en Malvinas. Es particular porque es a meses de la Guerra. Es el primero. Quiero que me cuentes de ese trabajo. ¿Cómo lo fundan? La movilización que van a hacer ustedes y no quiero que te vayas sin contarnos que fueron a un acto con los uniformes y un periodista te había preguntado por qué iban de uniforme.
MAT: Como decía el gran maestro Paulo Freire “el texto hay que leerlo en el contexto que le corresponde”. Nosotros, un puñado de veteranos de distintos regimientos y unidades, nos sentimos en la obligación de que algo teníamos que hacer. Pero teníamos que hacer algo no de lo vinculado a un reconocimiento financiero que vino muchos años después y que nunca lo pedimos por cierto. Sino el reconocimiento de los accesos a los servicios médicos, atención psicológica, bolsa de trabajo, becas de estudio, y por supuesto el homenaje permanente a nuestros caídos. Nos encontramos con la gran sorpresa que el régimen que nos había llevado allá es el primero en ponernos resistencia. Prohibidos por la policía, perseguidos por los servicios de inteligencia, acosados por la misma fuerzas armadas, y por supuesto por los eternos medios de comunicación que nos ningunearon.
Así empezamos, los locos se juntan, en el buen sentido de la palabra. Pero con un detalle más, éramos una generación carente de experiencia y formación política. Independientemente de que algunos de nosotros podría, por razones familiares, tener algún tipo de influencia, en mi caso, católica militante, documentos de Puebla y Medellín. Pero más allá de ellos éramos unos analfabetos políticos. Nos encontramos con ese desafío y lo enfrentamos.
Hicimos nuestro primer acto el 2 de abril 1983 y la Municipalidad de Buenos Aires, que tendría que haber sido municipalidad siempre y no ser un gobierno autónomo que es hoy, por cierto ya que estamos, nos cortó la luz de la torre de los ingleses. Éramos un puñado de gente acompañados por familiares, por gente común y corriente de a pie, patriotas y por las juventudes políticas.
Pero el gran acto es el año 1984 donde construimos una red de alianzas con todas las fuerzas políticas de Argentina. Íbamos de la derecha hasta la izquierda. Una cosa que nadie podía entender. Cómo podíamos nosotros hacer sentar en una mesa a expresiones mayoritarias como el peronismo, la juventud radical, que se llamaba “juventud radical que no baja las banderas”. En ese entonces estaba Hernán Lombardi,l as bajó tanto que se hizo macrista. Patricia Bulrrich; el PCR; el MÁS; el FIP. Todos estaban. Hicimos un entramado muy fino que se preguntaban ¿cómo hicimos para que no se peleen? Nadie se peleó. Porque Malvinas como hoy en día dice el lema tan acertado, “Malvinas nos une”, porque siempre nos unió. Solamente no participaron aquellos que después en la historia que no iban a participar nunca.
Armamos ese acto con la prensa en contra, me acuerdo que Clarín dice que habían 15.000 personas, pero había más de 25.000. Fuimos del Obelisco a la Torre de los Ingleses y fue el primer encuentro con el pueblo argentino. Solamente dos años después. Fue épico. Y fuimos todos con los uniformes. Y recuerdo, yendo a la pregunta, que un periodista español nos pregunta en la conferencia de prensa por qué nosotros utilizábamos el uniforme.
Lo ponemos en contexto, para los chicos oyentes, en ese tiempo todavía estaba muy fresco el dolor de la muerte y los desaparecidos. El uniforme representaba el simbolismo de la tragedia y la dictadura. Nosotros nos atrevimos a vestirlo.
El periodista con buen tino me dice “¿por qué usan el uniforme si representa muerte, golpe de estado, desaparecidos? Y yo le respondí: “Nosotros vestimos este uniforme porque con este uniforme no secuestramos, no desaparecimos argentinos, no torturamos a nadie, no hicimos golpe de estado, no intervenimos sindicatos, simplemente fuimos a cumplir con nuestro deber, con las armas que el Estado nos dio e hicimos todo lo que pudimos con esas limitaciones. Por consiguiente, tenemos más derecho y legitimidad de vestirlos nosotros que los generales y la camarilla militar gobernante”.
Con esta definición, más allá de la respuesta al periodista, partimos de una cuestión muy importante que es que el uniforme no es de una institución. Es de quienes asumen el patriotismo, y sobre todo no es de aquellos que lo manchan. Ya San Martín lo dijo cuando lo querían involucrar en la guerra civil argentina. “El sable del General San Martín, que liberó a Argentina, Chile y Perú, nunca será desenvainado para derramar sangre argentina”.
Al fin y al cabo esa era la respuesta que estábamos dando. Ser leales al ideal sanmartiniano de que las armas son para defender la patria, no para derramar sangre de hermanos.
Ser leales al ideal sanmartiniano de que las armas son para defender la patria
LM: Te llevo a otro concepto. Malvinidad. Vos explicaste lo que es Causa y Cuestión Malvinas ¿Qué es la malvinidad?
MAT: La malvinidad es una experiencia hermosísima que estamos viviendo un grupo de veteranos tanto ex conscriptos, como ex oficiales, que veníamos y venimos de distintas experiencias y distintos puntos de vista políticos.
Pero esta malvinidad lo que trata de explicar es que recuerdo una frase que leí en un libro del filósofo español Ortega y Gasset, que decía “el espacio de la nación compartida”. ¿Qué es? Es el punto en el cual una nación, es decir su ciudadanía, sus instituciones, encuentran que pueden dejar de lado temporalmente sus diferencias ideológicas y políticas, porque hay una causa superior a ella que los une. Nosotros si hacemos un análisis, que no alcanza el tiempo ahora, de cuantos países tienen causas nacionales que dejan de lado el tema de derecha izquierda, doctrinas económicas, prácticas políticas, son muy pocos. Argentina está dentro de esos países.
Malvinas es superior a nuestras diferencias políticas. Es superior a nuestras diferencias ideológicas. Claro, tampoco podemos decir que la malvinidad es un concepto cándido en donde todos somos buenos. Porque la firma de la solicitada de los intelectuales argentinos hace unos años diciendo “Malvinas, otra mirada”, es decir el macrismo, concretamente, es la línea roja. Con eso no está la malvinidad.
LM: Porque existe la malvinidad y existe el cipayismo.
MAT: Exactamente. En la malvinidad, el peronista se abraza con el radical que ama su patria. El de derecha que ama su patria, se une con el de la izquierda que ama su patria. Eso es la malvinidad. Es el espacio de la nación compartida donde nosotros somos capaces de dejar nuestras diferencias personales y políticas en pos de algo superior. Y este espacio de reflexión de la malvinidad, está integrado por veteranos de Malvinas, ex conscriptos, ex oficiales donde discutimos, abordamos Malvinas desde nuestras diferencias, pero con un concepto de convergencia en la acción.
LM: Malvinas no es solamente mirar para el pasado, que es necesario. Estos años de coloniaje, 1833 en adelante, son 189 años, es un montón. Y no hay que naturalizarlo. Pero hay que mirar para el futuro y cuando piensa en Malvinas, piensa en la necesaria unidad con Chile, con Brasil, la unidad Latinoamericana. El concepto de ‘volveremos de la mano de América Latina’, pero también qué hacemos con nuestro mar, qué hacemos con nuestra economía que no domina ese mar, esos ríos. Qué pasa con las mineras que son sobre todo británicas, qué pasa con esas corporaciones vinculadas al imperialismo británico que siguen mandando en nuestro territorio. ¿Esa malvinidad implica confrontar con esos intereses?
MAT: Exactamente. La mavinidad supera el hecho Malvinas. A la Causa y a la Cuestión Malvinas hay que sumarle el hecho Malvinas. Malvinas es mucho más que el 2 de abril, mucho más que los acontecimientos bélicos porque ha quedado demostrado en estos últimos 40 años la importancia estratégica que representa Malvinas para las potencias hegemónicas de occidente.
Cuando el cipayismo dice “¿por qué peleamos por dos piedras, por dos rocas?”. Bueno le respondo que por dos rocas los británicos tienen un porcentaje enorme de su PBI para mantener las islas. Con su base militar nuclear de Puerto Profundo que están construyendo y submarinos. Son dos rocas precisamente, pero mirá vos que el espacio interoceánico esta controlado por las posiciones hegemónicas en las Islas Malvinas. Y además está la riqueza de la Antártida que tiene entrada por Malvinas, el tema petróleo, en la plataforma submarina argentina y la riqueza ictícola que han depredado en estos años. Según las cuentas que hicimos, son 186 mil millones de dólares sacaron en estos 40 años de nuestro mar. La malvinidad es más que Malvinas.
LM: Y la Argentina endeudada.
MAT: Por supuesto. Entonces un país atlántico como Argentina no saca los recursos naturales que le corresponde, descuida la Patagonia, no tenemos una fuerza militar acorde a los desafíos que tenemos. Hay que incorporar que Argentina es un país ocupado. No es que las Malvinas están lejos. Estamos ocupados en las Malvinas, en las islas Georgias, en las Sándwich y en la Antártida donde disputamos con los británicos el tema de que se superponen las dos áreas del reclamo. La malvinidad es eso, es el futuro de la argentina.
- Entrevista realizada por Lucas Molinari y Juan Natalizio en Malvinas, 40 historias, martes de 14 a 15 horas por Radio Gráfica.
- Desgrabación con la colaboración por Carolina Ocampo
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