Por Tony Aira (*)
Una imagen recurrente de la guerra de Malvinas son los ataques aéreos de la Fuerza Aérea y Armada Argentina. Los pilotos sorprendieron con valor y coraje a la flota británica. Su brillante actuación hicieron rechinar los dientes a la Royal Navy. Mucho menos conocida es la historia del Escruadrón Fénix. Un grupo de pilotos que enfrentaron al enemigo con coraje y aviones desarmados.
El escruadró fue creado en 1978, con la inminencia de la guerra con Chile. El Brigadier Oliva elaboró un proyecto para reforzar la capacidad operativa de la Fuerza Aérea. Una estructura de aviones y aviadores civiles que pudieron incorporarse al esfuerzo de guerra. El Capitán Páez Allende tuvo la misión del relevamiento y organización de aeronaves y tripulaciones. El Proyecto Fénix. La intervención del Cardenal Samoré evitó la guerra fratricida y el proyecto Fénix se archivó.
Abril de 1982 reactivó el Proyecto Fénix. El Grupo I Aerofotográfico, con asiento en Paraná, fue utilizado como columna vertebral organizativa. Allí se fueron reuniendo las aeronaves. Por su parte, los pilotos voluntarios se presentaron en la base de Comodoro Rivadavia. El 28 de abril, con 35 aviones, tripulaciones y mecánicos, se constituyó el Escuadrón Fénix.
¿Quiénes formaron el Fénix? Pilotos y tripulaciones que eran personal retirado de las Fuerzas Armadas conservaron su rango militar. Los pilotos civiles recibieron grado militar provisorio para poder ampararse en la Convención de Ginebra. Los pilotos civiles eran tripulaciones de aviones pertenecientes a organismos estatales, bancos y empresas. Como ejemplo, el avión más famoso fue el Lear Jet 35 de la empresa Loma Negra, en aquel momento el avión ejecutivo más moderno del país.
Una particularidad de dos pilotos de origen británico. Ellos eran Jimmy Harvey y Allan Withington. Ambos eran argentinos de familia británica y fueron voluntarios en el famoso 164 Escuadrón de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Nacidos en la década del 20, Páez Allende ofreció eximirlos pero ambos declararon “Somos argentinos y las islas son argentinas queremos participar”.
Las misiones del escuadrón fueron variadas: reconocimientos fotográficos, guía a aviones y helicópteros para cruzar hacia las islas o saturación del radar enemigo. Estas misiones, llamadas de empaste de radar, fueron vitales y peligrosas. ¿Cómo era el sistema? Aviones de la Fénix volaban hacia la flota y saturaban el radar enemigo haciendo desviar a las PAC (Patrullas de cazas defensivos), dando oportunidad a los aviones de ataque de llegar al objetivo. Estas misiones, peligrosísimas, eran realizadas con aviones que estaban desarmados, no tenían paracaídas y carecían de alarmas contra misil. Los pilotos, para darle más oportunidad a sus camaradas, se acercaban lo mas posible a las islas escapando en el último minuto. Un juego mortal del gato y del ratón a cercanías de los Sea Harriers de la Royal Navy.
El 1 de mayo de 1982, Jimmy Harvey realizó la primera misión de empaste de radar volando un Leart Jet 24 de la empresa Orue S.A, Harvey llego a setenta millas náuticas de el Estrecho de San Carlos dividiendo la acción de los cazas británicos. Todos los civiles del “Fénix” regresaron con sus aviones a casa y sus empleos. La cuota de sangre del escuadrón la entregó su jefe, el Comodoro Rodolfo Manuel de la Colina. El 7 de junio de 1982, su Lear Jet 35, con el indicativo Nardo 1, despegó junto a su numeral en misión de reconocimiento fotográfico. Cuando sobrevolaban la isla Borbón, un misil Sea Dart disparado desde el HMS Exeter impactó en el avión del Comodoro De la Colina partiéndolo a la mitad.
“… me impactaron, no hay nada que hacerle” alcanzó a decir el piloto y la sección de la cabina entró en un tirabuzón para estrellarse dos minutos después sobre la isla.
La tripulación del “Nardo 1” estaba conformada por el Comodoro Rodolfo Manuel De la Colina (el militar argentino de mayor rango caído en la guerra), el Vicecomodoro Juan José Ramón Falconier (la carta de despedida a sus hijos es conmovedora), Mayor Marcelo Pedro Lotufo, Suboficial Principal Francisco Tomás Luna y el Suboficial Ayudante Guido Antonio Marizza.
Al finalizar la guerra también finalizaba la efímera vida del escuadrón (de allí su nombre) pero no dudemos que si nuestra patria necesita nuevamente del “Fénix” este volverá a resurgir para combatir nuevamente.
(*) Divulgador histórico / Desde el barrio.
Discusión acerca de esta noticia