Por Nehuén Gusmerotti *
¿Qué hacer después de tener 250.000 personas en frente en la 9 de Julio? El pico de popularidad alcanzado por Soda Stereo con Canción Animal (1990) se llevó puesta a la banda, emocionalmente. Además, Gustavo Cerati atravesaba un momento duro en lo personal. Su padre se apagaba producto de un cáncer terminal. Su primer refugio fue en la sala, con Daniel Melero que pasaba por una situación similar. Ahí comenzó a ver que los límites musicales de Soda le quedaban chicos. Nació Colores Santos (1992), primer trabajo de Gustavo fuera del popular trío. El sendero estaba marcado, el regreso a Soda venía con un giro total. “Dynamo consistió en tomar Canción Animal y destruirlo”, expresó un tiempo después Cerati. Clarito, la banda necesitaba otro aire.
Cuando el trío Stereo volvió a reunirse, lo hizo en su propio estudio: Supersónico. Equipado y pensado como un espacio para transformar “errores en virtudes”. La idea era correr los límites de lo posible en términos comerciales. En el underground británico bandas como My Bloody Valentine mostraban un sonido absolutamente nuevo. Guitarras ruidosas, efectos, ambientes espaciales, un coctel que la prensa denominó “shoegaze” o “shoegazing”. Titulado así por la costumbre que tenían los músicos que hacían este estilo de tocar mirándose los pies (shoe=zapato, gaze=mirar fijo, algo así). Este sonido había impactado seriamente en Gustavo, que trajo la corriente británica a una América que todavía se inclinaba por el pop radial.
Así, en su propia sala, Soda Stereo comenzaba a adaptar al habla hispana un género que era punta en la cuna del rock. Si bien en este género la voz se hace menos potente respecto del resto de los instrumentos, Cerati no dejó de lado su marca vocal. Poco menos destacada que en Canción Animal, su aporte le da a este disco una identidad separada de los discos más representativos del género. Igualmente, en las doce canciones que forman Dynamo tenemos una propuesta muy diferente a la que habían mostrado en sus cinco trabajos anteriores. El ruido y la suciedad parecen pertenecer a otra banda, si la comparamos con el prolijo recorrido de su predecesor. La distorsión casi de garaje se hace protagonista en gran parte de las canciones que, por un conflicto entre dos discográficas (Soda dejaba CBS y pasaba a BMG), no sonaron en las radios para apuntalar comercialmente el álbum.
El desarrollo Dynamo es pesado. No tiene la facilidad acústica que proponía Soda hasta ese entonces. “En Remolinos”, “Luna Roja”, “Sweet Sahumerios”, son algunos ejemplos de canciones que proponen un clima espacial, bastante experimental. Soda jugaba con sintetizadores, instrumentos indios como el sitar, la tabla hindú o la tambura. Los músicos contaban con un espacio donde jugar y destruir su propia creación. La idea era alejarse de esa explosión popular que ellos mismos habían creado. Se trata, sin dudas de uno de los picos creativos de Gustavo Cerati, que ya coqueteaba con lo que sería su carrera solista.
Dynamo salió finalmente el 26 de octubre de 1992. Debido al cambio de compañía que estaba efectuando el grupo, el disco no contó con apoyo comercial. Si bien tenía doble disco de platino solo en la preventa, una vez publicado su éxito fue moderado. Las canciones no llegaban a las radios y al público le costaba. Por otro lado, para los más melómanos se trataba de un trabajo de culto que comenzaba a hacerse un lugar importante en el corazón de los fanáticos de Soda. Incluso se trata del disco favorito del propio Cerati. El trío apuntaló sus canciones con invitados de renombre. Participaron el propio Daniel Melero, el “cuarto Soda” Tweety González, Flavio Etcheto, entre otros. La influencia de Melero en Dynamo fue importante, por esos días el músico pasaba mucho tiempo cerca de los Soda (cosa que generó más de una disputa entre el trío fundador). Melero participó en la letra de “Toma la Ruta”, además de la música de este mismo tema, “Camaleón”, “Sweet Sahumerio”, “Ameba”, “Nuestra Fe” y “Claroscuro”. Es más, el propio nombre del álbum fue sugerido por el cercano amigo de Cerati. La idea original era llamarlo Gol, pero ante una sugerencia de Melero, la banda se inclinó por Dynamo.
Algunas curiosidades que dejó este trabajo de culto fue que tuvo por primera vez a Gustavo en bajo, intercambiando instrumentos con Zeta, que tocaría la guitarra, en “Camaleón”. Por otro lado, un fuerte rumor indica que “Luna Roja” es un homenaje a Federico Moura. La canción refiere al sida y el vínculo de Moura con Soda había sido fuerte en el primer disco del trío. De hecho los derechos de la canción fueron donados a la Fundación Huésped, que lucha contra esta enfermedad. Además, para la gira presentación, Soda invitó una gran cantidad de grupos jóvenes que serían bautizados como “el nuevo rock argentino”. Entre las más destacadas se encontraban Babasónicos, Juana La Loca, Massacre, Los Caballeros de la Quema o Illya Kuryaki and the Valderramas.
A casi treinta años de su lanzamiento, Dynamo es hoy el referente absoluto del shoegaze en habla hispana. Su lugar se encuentra al lado de Loveless de My Bloody Valentine, Nowhere de Ride o Souvlaki de Slowdive. En América fue un disco adelantando a la época y que marcó un sonido que sería furor diez años más tarde. Se trata de un material denso, oscuro, lleno de matices y ruidos. No es un recorrido para hacer a la ligera. Dynamo es demandante, envolvente desde las texturas sonoras que Soda explota en sus doce canciones. En la propuesta elaborada por una de las bandas más populares de nuestro suelo lograron hacer convivir la tripa y las máquinas en un álbum que hoy logró ubicarse entre los más queridos de sus seguidores. Un trabajo de culto al que los años han tratado muy bien.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (viernes y domingos de 21 a 23)
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