Por Carlos Aira (*)
El nombre de Reynaldo Elena seguramente pase desapercibido. Es lógico. Fue un personaje de otra época. Aparte, la fama no fue lo suyo. Presidente de Boca Alumni, un club boquense con su canchita en la Isla Maciel que supo jugar en primera división en la época de los Héroes de Tiento. Pero su verdadero yeite estaba en la política: era el histórico armador del radicalismo en el barrio de la Boca. Por eso también era socio de Boca Juniors y River Plate. En los años 30s, el fútbol cambió de manos y Elena se alejó del mismo. Se centró en la política. Un caudillo radical, populista y conservador, que encontró en la legislatura porteña su lugar en el mundo.
Pasó el tiempo. Año 1964. Alberto José Armando era presidente de Boca hacía una década. En ese tiempo, muchas cosas pasaron en su club. El Puma Armando, un potente empresario automotor, había decidido a cambiar las estructuras de su club con una obra única: la construcción del estadio más imponente del continente. Pero el gran problema del titular xeneize era su ubicación. Esa mole de cemento era imposible contruirse en el triángulo isosceles de las calles Brandsen, Del Valle Iberlucea, Aristóbulo del Valle y las vías del ferrocarril.
Para Armando era imperioso buscar tierras para la construcción de un gran estadio y un club. Uno de sus grandes amigos fue José Luis Delpini, uno de los ingenieros que diseñó ese milagro parido en una caja de zapatos que el ingenio popular llamó Bombonera. Una mañana, Delpini invitó a Armando a dar una vuelta en su coche. Lo llevó hacia la Costanera Sur. Frenó el vehiculo y lo invitó a caminar. Sin perder tiempo, Delpini le señaló un bañado de agua y barro en forma de pequeñas islas en el río. “Ahí…ahí es donde usted tiene que hacer el nuevo estadio de Boca Juniors”.
Armando compró la idea, pero existía un problema: esos terrenos eran municipales. Armando recordó la vieja figura de Reynaldo Elena. La rosca del viejo caudillo radical llegó a buen puerto. Finalmente, el 29 de octubre de 1964, el Congreso aprobó la Ley 16.575 por la cual Boca Juniors se quedó – sin costo alguno y sin posibilidad de venderlo– se hizo acreedor del terreno ubicado en la avenida Costanera Sur y la prolongación de la calle Humberto I.
Boca Juniors debía llevar adelante una obra titánica: rellenar el fango con tierra firme, construir siete islotes artificiales unidos por una red de puentes y un estadio con capacidad para 150.000 espectadores. La obra comenzó el 3 de septiembre de 1965. Durante años, Boca Juniors llevó adelante diversas obras: los puentes, confiterías, piletas y un llamativo autocine. A comienzos de los 70s, sin aporte estatal, la obra mayor – el Estadio – comenzó a ser una gran duda. Alberto Armando redobló la apuesta. Boca vendió miles de bonos patrimoniales – que fueron comprados por hinchas de diversos clubes – y lanzó una frase para la historia: el 25 de mayo de 1975, llueve o truene, Boca Juniors inaugurará su nuevo estadio.
Durante años los socios xeneizes disfrutaron de las piletas, los toboganes gigantes y las hermosas confiterías, pero el estadio era una deuda. Tan sólo unos pilotes con promesa de futuro. Pero el Rodrigazo de 1975 fue el certificado de defunción del gran sueño de Alberto Armando. Desde aquel momento, el predio de Costanera Sur languideció. Miles de hinchas se sintieron estafados por los bonos “pro-patrimoniales”. La industria del juicio. Para Boca Juniors parecía imposible sostener su ciudad deportiva, pero la Ley 16.575 impedía su venta. Pero todo cambió en octubre de 1989 – con Carlos Menem en el poder- cuando Boca Juniors obtuvo la modificación de la 16.575 permitiendo la venta del terreno.
Alberto Armando falleció a fines de 1988. Boca Juniors era conducido por Antonio Alegre y Carlos Heller desde 1986. El vicepresidente xeneize fue el principal propulsor de la venta de Costanera Sur. Decía qué, con el dinero obtenido, Boca Juniors compraría los terrenos de Casa Amarilla y salvaría el pasivo que tuvo a Boca Juniors al borde del colapso en los años 80s. En 1992 – con la naciente convertibilidad peso-dólar como una realidad – Boca Juniors vendió su Ciudad Deportiva en 20 millones de dólares al grupo Santa María del Plata. Una cifra muy inferior a los casi 80 millones que era el valor de mercado estimado. Con parte de ese dinero, Boca Juniors adquirió cuatro hectáreas de Casa Amarilla lindantes a la Bombonera, nunca quedó del todo claras las razones por las cuales malvendió uno de sus bienes más preciados.
El comprador de la Ciudad Deportiva fue el Grupo Santa María del Plata, quién desde un primer momento pensó en llevar adelante un negocio inmobiliario. El mismo estuvo a punto de cumplirse en 1996, cuando la ciudad de Buenos Aires estuvo a un tris de convertirse en sede de los Juegos Olímpicos de 2004. Los JJOO de Barcelona 1992 demostraron que la rezonificación era el negocio del futuro. El plan presentado por el gobierno de Carlos Menem para los JJOO 2004 era construir la Villa Olímpica en los terrenos de la antigua Ciudad Deportiva xeneize. Si Boca Juniors vendió aquella tierras en veinte millones de dólares en 1992, la inversión proyectada cuatro años más tarde era de 200 millones tan sólo en edificaciones.
Finalmente, el sueño olímpico porteño se esfumó. En 1997, el grupo Santa María del Plata vendió a IRSA los terrenos de la Ribera en 54.3 millones de dólares. Casi el triple de lo invertido cinco años atrás. Vale destacar que el Jefe de Gobierno de la ciudad era Fernando de la Rúa y la urbanización de la Costanera Sur no tenía impedimento político alguno en el horizonte.
Pero aquí vale la pena hacer un freno. ¿Que es IRSA? Inversiones y Representaciones SA (IRSA) es una empresa del magnate húngaro George Soros. En aquellos días, IRSA fue noticia por su avance trepidante sobre el negocio de los Shoppings. En 1997, la empresa compró en 183 millones de dólares el shopping Alto Palermo a Pérez Companc y desembolsó 45,75 millones de dólares por el 50% de los Altos de Quilmes, cuyo principal activo era el ciento por ciento del Alto Avellaneda Shopping Mall. También se quedó con la totalidad de Buenos Aires Design y el Abasto Shopping Center. De esta forma, en aquel 1997, IRSA fue el principal operador de centros comerciales con 129.137 m2 de superficie alquiladas. Un filón de oro en tiempos de convertibilidad.
Pero el negocio inmobiliario era el negocio del futuro. La empresa hizo pública su intención de construir edificios de departamentos, oficinas y lotes de terrenos para la construcción de viviendas familiares en la vieja Ciudad Deportiva de Boca Juniors. Pero no sólo eso. En 1997, la empresa de Soros le puso el ojo a un terreno de dos manzanas en Caballito, por los que pagó 8,4 millones de dólares. Si bien la construcción de las torres se encontró judicializada, la realidad es qué en los últimos años el barrio cambió su fisonomía debido a los negocios que tuvieron a IRSA como ariete.
En 2007, con el gobierno de Néstor Kirchner, IRSA lanzó un proyecto inmobiliario para realizar una continuación de Puerto Madero. Una inversión de 500 millones de dólares en la construcción de torres residenciales, hoteles, marinas, comercios, teatros y restaurantes ¡Que minúsculos quedaron los 54 millones invertidos una década atrás en la adquisición de esos terrenos! Luego de varias idas y vueltas, en 2011, IRSA anunció la creación de la “Dubai en Buenos Aires“. Una proyecto de otra galaxia: las torres diseñadas por el laureado arquitecto César Pelli y una ciudad futurista: canales de agua atravesando parques y avenidas. Centro comerciales, un hotel y embarcaderos. Un selecto grupo habitando la zona premium de una ciudad cada vez más elitista. Una inversión de 900 millones que chocaba con el fuerte impacto ambiental de la obra.
Finalmente, en este 2021 llegó la aprobación municipal. IRSA anunció inversiones potenciales del orden de los 1.600 millones de dólares. Guste o no guste, el Dubai de Costanera Sur será una realidad. Un negocio redondo: en 1997 esas tierras fueron adquiridas en 54 millones de dólares.
En ese terreno, donde el 25 de mayo de 1975 – llueve o truene – Alberto Armando había jurado que se inauguraría el magnífico estadio de Boca Juniors, habrá un barrio de total exclusividad. Donde se construyó un inmenso club, con piletas, confiterías, diversas canchas y dependencias deportivas, habrá marinas privadas con yates millonarios.
La pregunta que sigue rondando la cabeza de algunos: ¿Por cual razón Boca Juniors vendió tan baratas esas tierras en 1992? La muñeca rosquera de Reynaldo Elena terminó habilitando un vergel de millonarios en la Costanera Sur.
(*) Periodista. Conductor de Abrí la Cancha.
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