Por Gabriel Fernández *
El tema del diálogo, la interacción entre personas y a su través entre sectores, atraviesa la vida humana. Es esencial para conocer al otro; aprender, sugerir, transmitir.
Resulta imposible formar comunidad, agrupar voluntades, sin diálogo.
Pero es inevitable admitir que hay conversaciones que no conducen a nada. El lector lo comprende: en ocasiones, sucede que las bases formativas o los intereses de los protagonistas son tan distintos que el nexo no se concreta; en otras, alguno de los hablistas está tan centrado en sí mismo que los conceptos del otro rebotan sin provocar efecto alguno.
Hace tiempo ya que la cúspide social argentina, monologa. Afincada en sus beneficios y potenciada históricamente por sus creencias, oscila entre la sordera ante las propuestas del resto y el desprecio de las mismas, cuando se anima a escuchar.
Sigue ocurriendo.
El 57 coloquio de IDEA resultó un interesante foro destinado a conocer propuestas y perspectivas. El resultado, una ratificación del contraste entre las firmas más importantes y toda posibilidad de desarrollo nacional profundo y auténtico.
El discurso del Presidente Alberto Fernández contuvo una inteligente defensa de los derechos laborales, una buena descripción del proceso endeudador previo, una crítica al incremento de precios y una correcta apuesta al crecimiento industrial y a la generación de empleo. Sin embargo, es preciso señalar que el centro de la convocatoria de Costa Salguero se asentó en empresas subsidiadas por el Estado, formadoras de precios en sus rubros, fugadoras de capitales en base a los acuerdos con la gestión macrista, promotoras de la baja del llamado “déficit”, de la reducción del Estado y de una caída impositiva para su propio beneficio.
Contrariamente a lo expuesto a modo de consigna compartida (diálogo, consenso, respeto) los representantes del círculo rojo dejaron claro que, sin que existiera la menor mención presidencial a nacionalizaciones o impulso de firmas estatales, sin que se mostrara la más vaga intención de indagar en los beneficiarios de la deuda que ahora los argentinos vamos a pagar, sin que se mencionara siquiera la posibilidad de aumentar el tributo de los más enriquecidos, rechazan cualquier intento de utilizar los recursos públicos en dirección genuinamente nacional y social, aun cuando en el seno de las mismas frases incluyeran lamentaciones por el aumento de la pobreza y la creciente inflación.
Alberto dijo estamos dispuestos a dialogar para elaborar un camino juntos y se le respondió (vale repasar a fondo el planteo de Roberto Murchison) que hay principios sobre los cuales IDEA no piensa ceder un tranco.
Señores, así están las cosas. Este es el “diálogo” que campea en la Argentina.
• Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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