Por Matias Strasorier y María Rizzo*
La carne vacuna aumentó un 75% interanual diciembre 2020 – diciembre 2019. Prácticamente la misma suba de precios se registró en la hacienda: los novillos aumentaron 75%, los novillitos un 72%, las vaquillonas el 71%, y las vacas lo hicieron entre 100 y 120% dependiendo de la categoría (si es para elaboración de conservas o para consumo humano directo), según datos del IPCVA.
Tomando la variación interanual, el asado aumentó 81.5%, pasó de costar $350,72 abril 2020 a costar $636,55 abril 2021. La bola de lomo aumentó 62,69%, en abril 2020 se pagaba $420,59 en el mostrador y en abril 2021 se pagó $684,26. La nalga, corte fundamental para una buena milanesa, subió 63.97%, en abril del 2020 costaba en mostrador $453,13, mientras que un año después subió a $743,04. El puchero aumentó 60,18%, el osobuco en abril del 2020 costaba $231.60 y en el 2021 costó $370.99. Estos datos son tomados del INDEC e IPCVA.
En Argentina se come con cuchillo y tenedor, siendo el precio de la carne vacuna un termómetro del bolsillo. Cuando el poder adquisitivo de la mayoría de las y los ciudadanos argentinos baja, también lo hace el consumo de carne de bovina. Se produce un fenómeno de sustitución del tipo de proteína de origen animal, las y los consumidores con menores salarios optan por pollo o cerdo como alternativas. El consumo de carne bovina en diciembre de 2015 rondaba los 59,9 kg/hab/año, y se redujo a un promedio 51,0 kg/hab en el año 2019, con baches de 46.1 kg/h/año en junio de 2019, según IPCVA. Actualmente ronda los 49 kg/hab/año.
Se produce un fenómeno de sustitución del tipo de proteína de origen animal, las y los consumidores con menores salarios optan por pollo o cerdo como alternativas.
En el mismo período el salario mínimo cayó 39 puntos, medidos en dólares pasó de u$s589 en noviembre de 2015, a u$s297 en marzo de 2019. Actualmente es alrededor de u$s224 a dólar oficial, y se reduce a unos u$s137 tomando el dólar informal de $145.
Por otra parte, el precio pagado al productor por el ganado en pie medido en dólares, durante los meses de noviembre y diciembre del 2015 fue de u$s2,01 el kg PV en promedio en el mercado de Liniers, mientras que en diciembre de 2019 se pagó un promedio de u$s1,29. En 2015, el precio promedio del kilogramo de asado entre los meses de enero y julio fue de $73,50 (u$s8,80), según el IPCVA. Actualmente representaría alrededor de $862,4 medidos en dólar oficial, o unos $1350 tomando el dólar bolsa.
Es decir que las políticas que deterioran los salarios, también impactan en los precios pagados a las y los productores, y al resto de la cadena del mercado nacional. Teniendo en cuenta que históricamente más del 80% de la carne vacuna argentina va al consumo interno (en el último año llegó al 70%, por un aumento en la demanda china), sin fomentar el consumo y mercado local, la producción de carne vacuna no aumenta. De este modo solo ganan quienes exportan, perjudicándose a quienes producen y quienes consumen localmente.
Sin fomentar el consumo y mercado local, la producción de carne vacuna no aumenta. De este modo solo ganan quienes exportan, perjudicándose a quienes producen y quienes consumen localmente.
Entonces, ¿A quién le sirve que la inflación supere a los salarios?
La inflación se materializa en la compra de menos bienes y servicios, con el mismo dinero, debido al aumento generalizado de precios, o la disminución del poder adquisitivo de la moneda. El sector trabajador tiene su punto de partida en un salario mínimo equivalente a menos de u$s230 en el año 2020, mientras que en noviembre de 2015 era de u$s589. Esos u$s259 que las y los trabajadores perdieron desde noviembre de 2015, se trasladaron a los grupos empresariales, a través de un aumento superior del precio de los bienes y servicios que comercializan, que los salarios que pagan.
Esos u$s259 que las y los trabajadores perdieron desde noviembre de 2015, se trasladaron a los grupos empresariales.
Esta puja distributiva la vienen ganando los grupos empresariales, quedándose con parte de las riquezas que se traslada desde quienes producen y trabajan a quienes aportan el capital (las y los dueños de la tierra en forma de renta; las y los empresarios en forma de ganancia; las y los financistas en forma de interés).
Parte de las soluciones de fondo tienen que ver con políticas que redistribuyan en quienes producen y trabajan las riquezas generadas. De otra manera quedará paralizada la economía que se dinamiza con el mercado interno, hablamos actualmente más del 70% de la producción bovina de carne, más del 80% de la producción láctea, más del 85% de la producción avícola, entre otras economías regionales.
La inflación y la devaluación solo favorecen al sector exportador.
(*) Integrantes del Centro de Estudios Agrarios
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