“Sacar belleza de este caos
Es virtud”
Gustavo Cerati – Déjà Vu.
Por Diego Latrónico*
Desde el miércoles en que el presidente Alberto Fernández anunció mayores restricciones para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) con el objetivo de reducir la circulación y con ello la posibilidad de contagio del COVID-19, asistimos a una saturante escalada de acciones judiciales y decisiones gubernamentales que –más allá de la pandemia- ponen en riesgo a toda la comunidad, desde la salud hasta el propio sistema de toma de decisiones.
Repasemos: El DNU 241/21 dispuso -entre otras medidas- que por 15 días se suspende la presencialidad en los establecimientos escolares del Área Metropolitana. Uno de los dos dirigentes que conducen el Área Metropolitana de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta, comandó desde el Poder Ejecutivo una campaña de acciones judiciales para obtener una sentencia que respalde la decisión tomada de antemano: desobedecer una decisión presidencial orientada a resguardar la salud.
Con la presencialidad escolar como bandera y el escudo de Colegios privados que dependen de la subvención estatal y del pago de cuota escolar Larreta montó una operación que nos pone en riesgo. Así nació el fallo de la SALA IV del fuero local de la Ciudad donde, lisa y llanamente, se le ordenó al Gobierno de la Ciudad que incumpla el Decreto Presidencial. En tiempos de delivery y take away, un fallo “rappi”: a pedido y precario.
A pedido porque está hecho a medida de las necesidades del Jefe de Gobierno. Precario por su poca solidez jurídica, por la soledad de los 3 jueces que quienes lo firmaron contradiciendo la tradición y postura del fuero Contencioso de la Ciudad, y porque pone peligro desde la forma federal de gobierno hasta la propia autoridad del Jefe de Gobierno de la Ciudad.
A esa soledad de los repartidores que entregaron el fallo se le opuso la indignación, bronca y angustia de cientos de trabajadores y trabajadoras judiciales que conocen el estado real de la cuestión educativa en la Ciudad de Buenos Aires. Y que también combaten puertas adentro contra el intento de colonizar el Poder Judicial de la Ciudad.
“-¿Qué hacemos? ¿Y ahora como se sigue? ¿Mañana hay clases? “!Tenemos que hacer un comunicado , nosotros no somos ese Poder Judicial!” –
De la duda, al enojo y la propuesta. Esas reacciones se desencadenaron entre quienes hacemos el Poder Judicial y también somos familia de estudiantes, docentes, trabajadores y trabajadoras y directivos de escuela. El servicio de “rappi” de justicia llegó muy lejos. Lejos de resolver la modalidad de los próximos 15 días del ciclo lectivo (virtual o remota) abrió las puertas de discutir absolutamente todo
Están las reglas de juego. Educación Cívica: Estado Federal (presidencia), provincias (Gobernadores) y Ciudad (Jefe de Gobierno). Forma federal de Gobierno. Las leyes son del Congreso, el Poder Judicial resuelve sobre conflictos de acuerdo a la competencia que asigna la ley. Competencia es delimitar el marco de causas que un juez puede resolver. En un contexto de emergencia el Presidente puede dictar normas de carácter general, que deben ser acatadas. Salvo que un juez con competencia diga lo contrario para un caso en particular donde puede comprometerse un derecho esencial.
Aquí tres jueces sin competencia -Marcelo López Alfonsín, Laura Alejandra Perugini y Nieves Macchiavelli- resolvieron para que el Jefe de Gobierno pueda incumplir una norma dictada por el Presidente. No se puede hacer los goles con la mano y tener comprado el árbitro.
Mientras, en otro Poder Judicial (el Federal) otro juez diría que lo resuelto en la Ciudad es inválido por no tener competencia para hacerlo, generando un “déjà vu” en las familias:
-¿Mañana van o no van los chicos?–
Pero este fallo, como no gustó, no fue acatado por Horacio.
¿Sin quererlo? Horacio Rodriguez Larreta fulminó la aptitud del Estado de la Ciudad para decidir sobre la educación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y abrió el juego al caos de fallos a demanda de quienes, lógicamente, dejan de creer en quien incumple y rompe las reglas: tan sólo 8 hs después familias organizaban en los grupos de whatsapp los modelos de nota para presentar a los establecimientos escolares para que se los exima de la presencialidad sin sanciones. Ese pedido sería reconocido luego por un Juez del Poder Judicial de la Ciudad. ¿Quién define entonces la modalidad escolar en la Ciudad de Larreta? ¿El DNU del presidente? ¿Tres jueces incompetentes? ¿Las propias familias que quieren cumplir con el DNU y judicializan su postura?
Pero mientras Larreta juega con las instituciones como si fueran comercios que atienden en su jurisdicción, está la más cruda realidad de lo que nos pasa como personas. La angustia sobre nuestra salud y la de nuestros seres queridos, el aumento incesante de la ocupación de camas de terapia intensiva, el aumento de los contagios y un cansancio colectivo que no tolera ni barbijos mal puestos ni fallos judiciales que no permiten tan siquiera organizar el día siguiente.
La responsabilidad política debe ser la de aportar al orden y al bienestar general. Hoy desde la Jefatura de Gobierno de la Ciudad se apostó al caos. Se consumieron las instituciones para provecho propio. No existe ni existió interés en la educación. Ni interés en el diálogo. Para sentar un diálogo, este debe ser sensato, y no puede ser sensato quien dice ocuparse de la educación mientras la desinvierte año tras año, mientras no garantiza vacantes para todos los niños y niñas de la Ciudad, mientras incumple un fallo que lo obliga a garantizar la conectividad de alumnos y alumnas.
Y no hablamos a boca de jarro.
Hablamos sobre los datos
-perdón-
No.
No hablamos sobre datos como el Jefe de Gobierno, nosotros y nosotras hablamos sobre los nombres y apellidos que llevan los expedientes que tenemos en nuestros escritorios y en nuestras computadoras y que sufren la vulneración, el olvido y el ninguneo de Horacio Rodriguez Larreta. Los nombres y apellidos de quienes no acceden a vacantes escolares, a conectividad, que a viandas escolares saludables, ni tampoco a transportarse a su escuela.
Larreta dice que toma decisiones sobre datos, una despersonalización fenomenal que ilustra su política. Quienes hacemos y pretendemos un Poder Judicial al servicio del pueblo trabajamos con personas, a quienes los datos del jefe de gobierno excluyen sistemáticamente.
A los trabajadores y trabajadoras siempre se nos exige que seamos razonables, que entendamos el contexto. A las familias argentinas que sufren la angustia y la incertidumbre de este tiempo, también. Lo fuimos siempre, lo seguiremos siendo. Apostando a lo colectivo para volver a encauzar las reglas del juego. Hoy más que nunca se necesita cuidar la salud y fortalecer las instituciones, cuidando las reglas de juego para que desde allí se termine con la incertidumbre que generan los que embarran la cancha y tienen al árbitro comprado. Necesitamos virtud, para salir del caos, que la belleza sea nuestra.
*Secretario de Prensa del Sindicato de Trabajadores Judiciales de la Ciudad de Buenos Aires (Sitraju-CABA)
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