Por Valeria Rodríguez *
La Administración de Información Energética de Estados Unidos dio a conocer un informe estadístico que da cuenta de que China aumentó su capacidad para refinar petróleo durante la pandemia e incluso lo superó, a pesar de la guerra económica en la que se encuentra desde la administración Tump y que con el nuevo gobierno no parece cambiar de rumbo.
Si bien Estados Unidos sufrió una disminución de la demanda durante 2020 así como de las actividades relacionadas con el petróleo en el país, China se benefició de este cambio internacional y, a diferencia de Estados Unidos, las importaciones de petróleo de China aumentaron más de un 32 por ciento en enero en comparación con las importaciones relativamente débiles de diciembre, debido a las fuertes compras de refinadores independientes conocidos como “teteras”.
Hay que destacar que la refinación agrega valor mediante la conversión del petróleo crudo (que, en sí mismo, tiene escaso valor como producto de consumo final) en una variedad de productos refinados, incluidos los combustibles para transporte. El principal objetivo económico de la refinación consiste en maximizar el valor agregado en la conversión del petróleo crudo en productos terminados.
Las llamadas “teteras” representan alrededor de una quinta parte de las importaciones totales chinas y hacia finales de 2020 habían ralentizado su trabajo, ya que muchas de ellas, principalmente las que tienen sede en la provincia de Shandong, habían agotado su capacidad a principios de año.
Además, China actualmente cuenta con cuatro refinerías en construcción, la mayoría de las cuales se espera que produzcan materias primas plásticas como etileno y propileno. Hay que destacar que las mismas son nacionales.
Aunque Estados Unidos puede superar a China como la refinería de petróleo más grande del mundo para fines de 2021, los pronósticos de demanda a largo plazo sostienen que esta tendencia será temporal a medida que las necesidades de petróleo crezcan en Asia.
Las refinerías de petróleo estadounidenses se han debilitado en respuesta a la pandemia. De hecho, la empresa Shell cerró la producción en la refinería Convent en Louisiana a finales del año pasado.
El sector petrolero en Estados Unidos venía padeciendo una crisis desde los inicios de la pandemia. En marzo del año pasado Donald Trump había impulsado una serie de subvenciones a empresas productoras de petróleo no convencional (que es de menor calidad respecto al convencional, además de contaminar el agua por el proceso) para surfear la crisis del precio del petróleo convencional que había en ese momento, que se estabilizó después del acuerdo entre Arabia Saudita y Rusia.
Con la administración Biden la idea del fracking no cuadra en su plan de impulsar las energías renovables y el cambio climático, por lo que a principios de año anunció que no permitirá nuevas excavaciones con ésa técnica, además de manifestar que se intentará dejar atrás el petróleo para impulsar las energías verdes. De hecho, presentó un proyecto de 2,25 billones de dólares y un plan de estímulo destinado a catalizar inversiones en una economía limpia y fomentar la tecnología de bajas emisiones.
Otro factor que se relaciona con la caída de la producción de petróleo refinado es que en febrero Estados Unidos fue azotado por una tormenta invernal que afectó a las refinerías de petróleo, principalmente de Texas. Durante la tormenta, la refinación de petróleo alcanzó su nivel más bajo desde 2008, en gran parte debido al congelamiento de los oleoductos, lo que obligó a los productores a cerrar.
Por el contrario, China produjo alrededor de 1,2 millones de barriles por día en noviembre, la mayor parte en la nueva planta petroquímica de Zhejiang Rong Sheng.
Mientras tanto, después de que el carguero de containers Ever Given bloqueara el Canal de Suez, el precio del barril del petróleo del Brent se disparó 5 por ciento por varios días y finalmente se estabilizó regresando al precio de 64 dólares por barril luego de las tareas de desbloqueo.
Durante este imprevisto, más de 300 naves que esperaban para transportar mercancías, entre ellas petróleo, tuvieron que dar la vuelta al cuerno de África, encareciendo el valor de las mismas e impactando en el precio. En este caso, China corrió con la ventaja del petróleo iraní.
China y el acuerdo con Irán
Después de grandes debates, se firmó el acuerdo entre Irán y China por 25 años. El mismo abarca cinco sectores dentro de los cuales se hace hincapié en la cooperación en los campos del petróleo, industria, minería y aquellos relacionados con la energía renovables, centradas en el desarrollo nacional sostenible y el desarrollo medioambiental.
A su vez, se destaca la participación efectiva del país persa en la iniciativa china de la nueva ruta de la seda, ya que a través de ella se beneficiarán ambos países. Por un lado China obteniendo el crudo más barato a cambio de la inversión en infraestructura relacionada a las comunicaciones y por otro lado Irán se beneficiará económicamente con la incorporación de mano de obra nacional además de la posibilidad de fortalecer la cooperación en el ámbito comercial, profesional y turístico.
Hay que tener en cuenta que se trata de dos países que se encuentran en una guerra económica con Estados Unidos. Irán con sanciones económicas heredadas de la administración Trump, que hasta el momento no hay señales de que se levanten sino que por el contrario es posible que Biden reanude esa política restrictiva. Y China, con una guerra económica también heredada de la administración anterior, básicamente por ser el contrincante más pesado para Estados Unidos.
Ambos países fueron acusados por Estados Unidos de intentar influenciar a los electores norteamericanos durante los comicios presidenciales del año pasado.
Las economías asiáticas y el petróleo
China no es la única economía asiática importante que invierte en aumentar la refinación del petróleo con visión de futuro. India busca hacerle frente al gigante asiático y anunció un plan para invertir 4,5 mil millones de dólares en el desarrollo de la refinería Panipat para septiembre de 2024, lo que aumentaría en dos tercios su capacidad de producción a 500.000 barriles por día.
Después de China, India es el tercer mayor consumidor e importador de petróleo del mundo y busca aumentar su capacidad de refinación de petróleo en un 60 por ciento para satisfacer sus crecientes necesidades del oro negro. El esfuerzo se produce en medio de promesas del primer ministro indio, Narendra Modi, de mejorar el sector manufacturero del país para hacer frente a la crisis económica tras la pandemia.
Según el sitio web especializado Oil Price, aunque se espera que la refinación de petróleo de Estados Unidos mejore antes de fin de año, un aumento significativo en la capacidad de refinación de petróleo en China, así como nuevos proyectos en India, sugieren que la imagen de la industria puede cambiar en la próxima década.
A medida que la demanda de petróleo en los Estados Unidos se debilita y como contrapartida crece en Asia, muchos países de esta región buscarán suministrar productos petrolíferos de fuentes más cercanas para satisfacer sus necesidades.
(*) Política internacional en Feas, Sucias y Malas (sábados de 9 a 12)
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