Por Juliana Milanesio
El teatro, como el arte en general, es clave en una sociedad y en su cultura. Poder hacer esa catarsis al ver lo que otros representan. Llorar, reír, asustarse y dejar que los sentimientos fluyan. Pero también es una herramienta de “transformación política, con la cual interpretar la realidad”. Así lo ve Natalia Paganini, actriz, directora y dramaturga.
“Las obras que escribo son muy políticas, siempre hay una coyuntura que me atraviesa y que quiero decir acerca de eso. Por esa razón comencé a escribir grotesco, que es un teatro muy político y que está bastante en desuso. Siempre el teatro que hago tiene que ver con lo político, con la intención de interpelar el presente” dice Paganini, egresada de Letras en la UBA y miembro de la compañía teatral Autobombo, para Radio Gráfica.
“Siempre el teatro que hago tiene que ver con lo político con la intención de interpelar el presente”
Paganini es miembro de la colectiva Autoras, que nació al calor del primer Ni una menos con la intención de visibilizar las problemáticas dentro de su ámbito laboral. “En general si ves las nóminas de los festivales o de los premios, por ahí de los quince nombres que aparecen sólo cinco son de mujeres, o hasta a veces menos porque la diferencia es abismal. Me parece que en la dramaturgia y en la dirección las cosas se hacen más difíciles aún” afirma.
Según un relevamiento de Argentores (Sociedad General de Autores de Argentina), “entre el 2015 – 2018 el porcentaje de dramaturgas en los teatros oficiales fue del 30%. Mientras que en los comerciales del 25% y en los independientes del 40%”. (Fragmento tomado del Dossier 8M de 2021, nota de Erika Eliana Cabezas).
La directora de la obra Paredón evaluó que “está complicada la cultura” en la Ciudad de Buenos Aires, donde ella siempre desarrolló su carrera.
Días atrás Jorge Telerman, funcionario que asumió la dirección del Complejo Teatral de Buenos Aires con la llegada de Horacio Rodríguez Larreta, expresó en una entrevista la solución que el gobierno porteño ideó para los espacios independientes: cederles el espacio de los teatros públicos para que puedan realizar las obras allí. Pero que solo van a cobrar por lo recaudado con las entradas. En otras palabras, y siguiendo una línea marcada de Juntos por el Cambio, proponen precarización y flexibilización laboral.
En ese sentido Natalia Paganini dice que desde la administración de la Ciudad “siempre se le da lugar a los mismos cuatro. Me gustaría que se abran en serio las convocatorias para ocupar los teatros públicos, de manera abierta y transparentes, donde entren en juego otras voces”.
El teatro es “herramienta de transformación y por eso siempre, en algún punto, es político” afirma la dramaturga. Por ello es tan importante su rol y su desarrollo para todos y todas.
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Bonus track
En 2017 Natalia Paganini estrenó Paredón, una obra que aborda una temática de análisis y crítica social en un contexto en donde gobernaba el macrismo. La historia inspirada por este contexto está situada en el último piso de una torre monumental en Puerto Madero.
La autora comenta que la reacción del público era lo que más le llamaba la atención cuando la obra se presentaba, es que su intención era interpelar “tanto a fachos como a progres”. Pero más que nada a aquellos que se pudieran ver reflejados (y hasta parecidos) a esos personajes que aparecían en escena.
“Una vez que fuimos a hacer función a Quilmes, a un teatro cuyo público era al que más combatimos en algún punto. La incomodidad que se generó en esa función fue tremenda. La obra era un reírse para no llorar, por lo que empezó el público con la carcajada hasta que de repente se empezó a poner más y más denso el ambiente. Las caras del público eran atroces. La recuerdo completamente porque era el público modelo al cual estamos interpelando. Se cortaba con un cuchillo el ambiente, todos los chistes que tenían respuesta en una función estándar en esta dejaban de entrar. Lo peor de todo es que el teatro había organizado para después de la función una cena donde podían compartir con el elenco y eso nunca sucedió. Fue una sensación extraña porque estábamos contentos a la vez de lo que estaba sucediendo, que era la idea de la obra, incomodar” recuerda Natalia, con una risa pícara.
(*) Columnista de Feas, Sucias y Malas (sábados de 9 a 12 por Radio Gráfica)
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