Por Nicolás Podroznik *
Sábado 6 de Marzo de 2021. Se enfrentan Lanús y Atlético Tucumán. Con el partido 1 a 0 en favor del Decano, el árbitro Pablo Dóvalo sanciona penal en favor del local. Toma la pelota José Sand, 40 años. Bajo los palos y sobre la línea aguarda Cristian Lucchetti, 42 años. Compañeros en Banfield quince años atrás, sonríen y se saludan con complicidad antes de la ejecución. El arquero adivina bien la punta, pero el remate del correntino es de una precisión quirúrgica y hace estéril la estirada. Una postal hermosa del fútbol argentino de dos ídolos de veredas enfrentadas como el Granate y el Taladro. En Europa no se consigue.
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Difícil pensar en una imagen semejante unos treinta años atrás, donde el jugador que arribaba a los 32 o 33 años empezaba a transitar su último año de carrera. Allá por el año 1991, el más veterano en actividad era el enorme Pedro Catalano con 40 años, pero si salimos de la órbita de los arqueros -que suelen retirarse mas tarde- nos encontrábamos solamente con Patricio Hernández y Oscar Garré como únicos futbolistas de campo con 35 años o más. A día de hoy, sólo Defensa y Justicia, Unión y Vélez no cuentan con jugadores mayores de 34 años. ¿Cómo se explica este cambio, si el fútbol es cada vez más dinámico, desgastante y físico?
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Hoy, entre los 26 planteles profesionales de la Liga de Fútbol Profesional, hay 44 jugadores mayores de 35 años. Un número que hubiera sido impensado años atrás. River Plate, con seis futbolistas, es el club con más veteranos. Newell`s Old Boys tiene cinco en su plantel.
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El proceso de esta transformación radical se da en conjunto a través de varios ejes. Si nos ceñimos a lo estrictamente deportivo, podemos decir que el fútbol no es el mismo desde hace un tiempo. El jugador ha mutado en un atleta completo que practica fútbol: es imposible encontrar un prototipo como Ricardo Bochini. En promedio, un futbolista recorre en el campo casi cuatro kilómetros más que hace veinte años. La metodología de entrenamiento ha evolucionado incluso hasta para los arqueros, a los cuales se los exige con ejercicios inimaginables hace un tiempo. Hoy por hoy no alcanza sólo con tener calidad en los pies o velocidad mental para resolver en un toque: si no estás a la altura de un atleta de élite, difícilmente puedas mantenerte entre los mejores. Y eso implica no otorgar ventajas, incluso en aspectos que no eran tenidos en cuenta tiempo atrás.
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Un ejemplo de ello es la alimentación. Muchos románticos echan por tierra esta cuestión, rememorando aquella vieja historia del Charro Moreno en la que se aseguraba que el crack riverplatense comía un plato de ravioles media hora antes de salir a jugar y aún así la rompía. Pero claro, lo más probable es que los defensores que lo marcaban también hicieran lo mismo. Más acá en el tiempo recordamos al enorme Alberto Márcico y su adicción a las gaseosas, pero al igual que a Moreno, al Beto le alcanzaba con su magia para sembrar aplausos en todas las canchas. Parece ser que eso ya se terminó: todos los planteles poseen un equipo de nutricionistas que adaptan la alimentación según cada jugador. Un caso reciente del cambio que puede producir esto es lo ocurrido con Argentinos Juniors. Al asumir como entrenador, Gabriel Heinze incluyó entre sus requerimientos un cambio radical en la alimentación del plantel. Al principio no gustó, pero con el transcurrir de aquel Nacional B se terminó viendo a un equipo que avasallaba físicamente a sus rivales, algo muy dificil de ver en una categoría tan nivelada.
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Otro caso paradigmático es el de José Luis Calderón, quien hizo su carrera en plena transición. Comenzó siendo un jugador picante, con potencia y velocidad en los últimos metros, capaz de llevarse a la rastra a uno o dos defensores. En los tramos finales de su carrera, viendo que su cuerpo no podía responder a las nuevas exigencias, modificó su alimentación y su entrenamiento: menos pasadas en velocidad y más fortalecimiento muscular. Se convirtió en un delantero posicional, duro en el roce y hábil para pivotear y asistir a sus compañeros. Se retiró vigente e intacto en 2010 con 40 años, siendo pieza clave del Argentinos Juniors campeón del Clausura de aquel año.
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El avance de la ciencia también es un punto que no podemos dejar de lado. Lesiones como la rotura de ligamentos cruzados o del tendón de Aquiles era casi una sentencia. Grandes futbolistas como Fernando Redondo o el holandés Marco Van Basten no pudieron superar varias operaciones y debieron retirarse cuando aún tenían unos años de carrera por delante. En el mejor de los casos, y ante una intervención exitosa, el tiempo estimado para volver a la actividad era de un mínimo de un año. Actualmente esos tiempos se han reducido notablemente, incluso llegando a ver jugadores recuperados a los seis meses. A esto también hay que sumarle el avance en el estudio de la biomecánica humana, es decir la estructura, función y movimiento de los aspectos mecánicos del cuerpo, utilizando los métodos y principios de la mecánica. Esto ha permitido la mejora de los trabajos localizados para obtener mayor estabilidad y musculatura, lo que reduce no solo los tiempos de recuperación sino también evita lesiones a futuro.
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También la tecnología ha aportado lo suyo. En un principio, surgieron burlas y denostaciones sobre el famoso GPS que llevaban los jugadores en el corpiño deportivo que utilizan bajo la camiseta. Sin embargo, hoy los mismos incluso permiten medir signos vitales, ritmo cardiaco y pulsaciones, los cuales después de descargados a una computadora permiten monitorear al jugador. Lamentablemente, este avance debió haber ocurrido sin la necesidad de que ocurriesen las muertes de Marc Vivien Foé y Miklos Feher, las cuales propiciaron la obligatoriedad de desfibriladores en todas las canchas donde se disputen partidos profesionales, algo que aún continúa sin cumplirse.
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La suma de cada uno de estos puntos hoy determinan que desde hace años el mapa futbolístico haya cambiado. Si bien los planteles hoy poseen un mayor promedio de edad, esto no ha propiciado una pérdida de capacidades técnicas o de velocidad sino más bien lo contrario: asombra ver a jugadores veteranos adaptados al ritmo actual del deporte. Por suerte, cada vez es menos habitual escuchar la triste frase “viene a robar” cuando se hace referencia a un jugador que ha pasado la barrera de los 35 años. ¿Quién podría poner en discusión a jugadores como Santiago Silva, el máximo goleador uruguayo de la historia del fútbol argentino? ¿O a Maxi Rodríguez, quien regresó a Newell’s con 34 años y aún sigue vigente? Tanto el Tanque como la Fiera han cantado sus 40 y continúan dando todo dentro de la cancha, sin arrastrarse ni pidiendo unos minutos para decirle adiós a su carrera profesional. Quienes amamos el fútbol damos gracias por poder ver a estos cracks aunque sea un rato más.
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(*) Periodista de Abrí la Cancha.
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