Por Lucas Molinari
Reapareció con la fuerza de los caudillos. “Me siento como alguien de 20 o 30 años”, contó el obrero metalúrgico, dos veces presidente de Brasil. En una emotiva exposición ante la prensa dio cuenta del momento político que se abre en Brasil, determinante para la Patria Grande.
“El arte de gobernar es saber tomar decisiones”, afirmó Lula, que de distintas maneras explicó que debe construirse una gran alianza para echar a Bolsonaro con el voto popular. “El presidente debería estar al frente del Comité de Crisis y recorrer el país y los hospitales..” sostuvo, al mismo tiempo que denostó al actual mandatario: “Ni siquiera es Capitan, sólo un Teniente”.
“¿Hace cuánto que no escuchan de inversiones, desarrollo y distribución de la renta?”, se preguntó y dio cuenta de una cifra escalofriante: “La destrucción del Lava Jato significó 4,4 millones de empleos menos”.
Lula contó las penurias de la cárcel y la persecución: “víctima de la mayor mentira jurídica contada en 500 años historia”. Pero remarcó una y otra vez que no es comparable con el dolor que vive el pueblo, ante una situación económica y sanitaria acuciante.
Por eso fue propositivo. La necesidad de construir acuerdos básicos para recuperar Brasil. Atender el hambre, crear empleo y sobre todo conseguir las vacunas ante una gestión de la pandemia descontrolada y fragmentada en las posibilidades de cada gobernación.
“La inversión pública motoriza a la privada” definió Da Silva quien dio cifras de la industria automotriz que en 2008 vendió 4 millones de autos y el año pasado la mitad.
Habló de recuperar Petrobras, volver a jerarquizar al Brasil en todas sus dimensiones. “Fuimos la sexta economía del mundo, teníamos un proyecto de nación”, afirmó y contó una anécdota aleccionadora de su gobierno. Relató los entretelones de cuando entabló diálogo con el por entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, cuando ni Estados Unidos ni Europa lo recomendaban. Fue el ejemplo que utilizó para definir: “No quieren a un Brasil protagonista” y planteó la estrategia: apostar al Mercosur, Unasur, para acordar con otros bloques regionales.
Los periodistas presentes en la conferencia de prensa insistieron en consultarlo sobre una posible candidatura (tras el fin de su proscripción), a lo que el referente del Partido de los Trabajadores respondió que no era tiempo aún de esas definiciones. Nombró a Guilherme Boulos y a Fernando Haddad, que lo acompañaron, les hablaba con el guiño propio del padre político que maneja los tiempos. A quien si le marcó la cancha es a Ciro Gomes a quien le pidió respeto, “debe reeducarse si quiere ser presidente, sino no va a tener el apoyo de la izquierda y el respeto de la derecha”.
En este sentido Lula apuntó que es necesario polarizar con los neoliberales, unificar a la izquierda para confrontar con la derecha.
“La política es una relación química”, definió Da Silva en una época donde la virtualidad se instaló como práctica política. Insistió en la necesidad de “conversar con el pueblo, ver a los ojos a la gente, poder abrazarla”.
“Desistir jamás, esa palabra no existe en mi diccionario”, dijo Lula con fuerza y adelantó que hablará con todos los sectores políticos. Incluso los conservadores. El eje es que Brasil vuelva a encarrilarse en un crecimiento como nación, que vuelva a ser respetada. Lograr consensos básicos, un frente nacional para evitar más retroceso.
Así como mostró la intención de dialogar con todos los sectores políticos y empresarios también afirmó: “Estoy radicalizado porque quiero un mundo justo y humanizado”.
Agradeció a quienes lo acompañaron hasta cuando muchos no creían que podía resurgir. Alberto Fernández estuvo destacado, por la actitud consecuente que tuvo el presidente argentino de denunciar el Lawfare y solidarizarse, pero también porque Lula conoce la potencia de la articulación de ambos países.
No se olvidó de Cuba ni de Venezuela, y levantó la bandera de la autodeterminación de los pueblos a la vez que tiró una consigna que no es menor: “Hay que ser independiente del dólar”. Y recordó los intentos hace una década del “Banco del Sur”, para lograr soberanía e inversión productiva en esta región de 400 millones de habitantes.
Ante la pregunta de por qué había caído la Bolsa de Valores al conocerse la noticia que se anulaban sus condenas, Lula respondió que se debía a “economistas que se dedican a la especulación”. Sostuvo que lo que hace falta es una alianza del capital y el trabajo para un país productivo, poniendo el eje en la necesidad de reconstruir el mercado interno porque “no hay inversión sin demanda”.
Veremos cómo continúa la situación en un país muy complicado con la pandemia, con datos alarmantes, hasta hoy 11.125.017 casos de infectados y 268.568 personas fallecidas por el virus.
La esperanza sin embargo late en los corazones de la Patria Grande.
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