Por Patricia Gomes y Alí Delgado
Históricamente, la academia ha sido productora y reproductora de los discursos hegemónicos y dominantes de nuestra sociedad, y también lo fue de aquellos que pregonaban la construcción de una Argentina fenotípicamente blanca y culturalmente europea. La academia ha tenido un rol central en la legitimación de discursos racistas que negaron, invisibilizaron y suprimieron a las poblaciones afroargentinas y afrodescendientes de la identidad nacional.
Estas comunidades han sido víctimas de procesos sistemáticos de negación, exclusión e invisibilización a través de diversos mecanismos puestos en marcha por las clases dominantes del Siglo XIX. A través de la invisibilización estadística (lxs afrodescendientes han sido borradxs de los censos), el racismo historiográfico, la escuela, los medios de comunicación, sólo para mencionar algunos, se ha ido construyendo un relato que daba por desaparecidxs a lxs negrxs de nuestro país.
Y el derecho no fue ajeno a estos procesos, todo lo contrario. Las leyes e incluso la misma Constitución Nacional se erigieron muchas veces en el sustento jurídico de aquel proyecto “civilizatorio” que estaba absolutamente identificado con las migraciones europeas, aquellas que parecían transportar en sus genes el progreso y el desarrollo. Es así que el aún vigente artículo 25 de nuestra Constitución (de 1853) establece que “el Gobierno federal fomentará la inmigración europea”. Es evidente que a lxs sucesivos constituyentes no les pareció necesario reformar o suprimir este artículo racista (excepto la reforma de 1949, realizada durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, que luego fue derogada por la dictadura cívico-militar autodenominada Revolución Libertadora, en 1956).
De esta forma, fue tomando cuerpo el mito de la desaparición de las poblaciones negras de nuestro territorio, al tiempo que se anclaba la idea, que goza de muy buena salud hasta nuestros días, de que “en Argentina no hay negros, ese problema lo tiene Brasil” (Menem, 1996) o que “los argentinos somos todos descendientes de europeos” (Mauricio Macri, 2018).
Estos relatos son la columna vertebral de la estructura social, política, cultural y económica de la Argentina. Por ello sostenemos que el racismo en nuestro país es estructural, porque ha permeado a toda la sociedad y a las instituciones, porque normaliza y legitima prácticas, discursos, políticas que sistemáticamente generan condiciones de exclusión para un determinado grupo social debido a su pertenencia étnica o por el color de su piel, como es el caso de lxs afrodescendientes o pueblos originarios. El racismo ubica a estos grupos en situación de desigualdad respecto del resto de la sociedad, teniendo como principal consecuencia innumerables obstáculos en el goce pleno de sus derechos.
La académica afrocolombiana Anny Ocoró Loango, residente en nuestro país, lo sintetiza muy bien: “durante mucho tiempo, el discurso racista y de negación de la alteridad ha estado presente en nuestras sociedades; es más, en la búsqueda de modelos homogéneos de ciudadanía, los Estados implementaron distintas políticas de invisibilización y asimilación que pretendían borrar las prácticas culturales y la identidad de estas poblaciones. En efecto, uno de los mayores retos que han enfrentado estos grupos ha sido romper con las narrativas e imaginarios nacionales que les asigna un lugar subalterno dentro de la historia de la nación y los invisibiliza en el presente, limitando, así, su acceso pleno a derechos ciudadanos” (OCORÓ, 2016).
En esta instancia, ya podemos preguntarnos por qué no hay personas afrodescendientes en los medios de comunicación, por qué no hay ministrxs, diputadxs, senadorxs afrodescendientes, por qué no hay docentes afroargentinxs en nuestras universidades. La respuesta es una sola: por el racismo, tan naturalizado, tan imperceptible.
Será por ello que la noticia de la creación de la primera cátedra antirracista de la UBA generó gran repercusión. Y no es para menos. Se trata de un hecho sin precedentes que en una universidad pública del prestigio de la UBA haya una cátedra diseñada por personas afroargentinas y cuyo cuerpo docente es completamente afro. Además, los temas a abordar y la bibliografía son afrocentrados.
Es, sin dudas, un hecho disruptivo en un ámbito (el académico) que se caracterizó históricamente por silenciar las voces de la comunidad negra, o a lo sumo estudiarnos cual objetos. Pero es momento de aires nuevos, o no tan nuevos. Las comunidades negras de la Argentina desarrollamos, a lo largo de la historia, numerosas estrategias de resistencia y hemos tenido siempre una fuerte consciencia organizativa para hacer frente al racismo, la discriminación, la exclusión y el olvido. Así, logramos constituirnos como sujetxs políticxs interponiendo nuestras demandas históricas frente al Estado. No desaparecimos.
La cátedra “Derechos de las comunidades negras en Argentina desde una perspectiva afro” es el resultado de esa lucha y organización. Es una materia optativa que pertenece al Departamento de Filosofía de la Facultad de Derecho de la UBA, y estamos al frente de ella Patricia Gomes, afroargentina, activista afro-feminista y antirracista, miembra de la Sociedad de Socorros Mutuos “Unión Caboverdeana” y del Área de Género de la Comisión 8 de noviembre “Día Nacional de lxs Afroargentinxs y la Cultura Afro”; y Alí Emmanuel Delgado, afroargentino, activista antirracista, miembro de la Comisión 8 de noviembre y de la agrupación Xango. Ambxs abogadxs egresados de esa casa de estudios y fundadores, junto con otrxs activistas, de la Organización de Afrodescendientes para la Formación y el Asesoramiento Jurídico.
La materia, que tendrá docentes afrodescendientes invitadxs provenientes de la academia y de los activismos, se propone generar discursos propios, contra-hegemónicos, con el principal objetivo de comenzar a desarmar el racismo institucionalizado en la universidad. Asimismo, se quiere propiciar la adquisición de conocimientos sobre los derechos de las comunidades afrodescendientes de la Argentina, como la comprensión de los procesos históricos, políticos y jurídicos que atravesaron a esta comunidad históricamente invisibilizada; así como proporcionar a lxs estudiantes conceptos sociológicos y jurídicos que permitan comprender el racismo estructural y las diversas formas en las que se manifiesta.
El combate del racismo en las instituciones es una piedra basal en la lucha que llevamos día a día lxs activistas afrodescendientes, y es muy importante que nuestra propia voz se haga oír en la academia.
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