Por Héctor Amichetti*
Hablando de la vacuna rusa, hoy se cumplen 96 años del día que falleció Lenín y todavía está en discusión si fue a causa de un ACV, de la sífilis o es que lo mandó envenenar Stalin.
La teoría de la conspiración trasciende todos los tiempos y ahora parece ser que los bolcheviques dejaron escrito en sus testamentos que si es necesario experimentar con algo que se inventa en su territorio, conviene hacerlo con los argentinos.
Vladimir Lenín tenía 21 años y se había recibido de abogado en la Universidad de San Petersburgo cuando se fundó el Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología en Moscú.
Fue en 1891 y el Zar Alejandro III gobernaba el Imperio Ruso.
En el año 1949 el gobierno comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), le puso al Centro el nombre de Nikolái Gamaleya, pionero de la investigación microbiológica en Rusia.
Gamaleya había estudiado con Luis Pasteur en París y no solo participó en la vacuna contra la rabia (aunque todavía existe una casta de gorilas rabiosos en el mundo), sino que trabajó en las vacunas para combatir el cólera, la difteria y el tifus.
Tal vez el resentimiento de quienes elucubran conspiraciones venga de que en el año ’49 gobernaba Juan Perón en la Argentina, que el Partido Comunista no tenía demasiada simpatía con él y don Vitorio Codovilla era un rabioso no vacunado antiperonista.
De allí surgirían las fuentes periodísticas que permiten al periódico norteamericano “The Wall Street Journal” afirmar que nuestro país está siendo utilizado como “un campo de pruebas” por Rusia para experimentar su vacuna Sputnik V.
Mientras, los contaminados medios nativos “Clarín”, “La Nación” e “Infobae” replican la noticia del contagioso periódico del zar de los medios Rupert Murdoch, de origen australiano y nacionalidad no certificada por el ANMAT, sino por otro Imperio que ya no es ruso.
Alejandro III recuerda desde su tumba que el gran laboratorio instalado en su antiguo territorio no fue obra de los comunistas, Gamaleya reclama que respeten su buen nombre y honor y Lenín asegura que nada tuvo que ver con el antiperonismo de Codovilla.
Mientras Putín y los rusos exclaman:
“¡Al gran pueblo argentino salud!”
* Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores
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