Agustín “Piraña” Colovos, delegado de la metaúrgica Envases Del Plata y referente de la Agrupación “José Ignacio Rucci” de la UOM de Morón escribe sobre la coyuntura nacional.
Uno de los grandes problemas que se nos presenta hoy en el movimiento popular y en nuestro gobierno del Frente de Todos, es el del análisis de las llamadas “relaciones de fuerza”, que no es otra cosa que la relación de poder entre el campo popular y el campo oligárquico-corporativo-imperialista. Esto requiere de la mayor atención de la militancia, pues de la forma de cómo analicemos dichas relaciones, se desprenderán las acciones políticas que se llevaran adelante, para modificar o no la realidad que estamos viviendo todos los argentinos.
Obviamente, sabemos que el enemigo es poderoso ya que maneja todos los resortes básicos de la economía nacional, tiene el poder mediático y la mayoría de los aparatos culturales y educativos, sacó el 40% de votos hace un año y tiene un partido político (Juntos por el Cambio) que lo expresa, además del apoyo de todas las potencias mundiales (sobre todo EEUU), que quieren seguir sojuzgando a nuestro pueblo y además estamos rodeados de gobiernos latinoamericanos títeres del Imperio, sobre todo en los países limítrofes. Igualmente la capacidad de movilización en la calle de estos sectores es muy inferior a la que podemos realizar nosotros en un futuro de pospandemia.
Pero no por eso hay que mirar de rodillas al enemigo, hay que mirarlo de igual a igual.
Tenemos el gobierno pero no el poder aún; este poder popular, que necesitamos para avanzar con medidas de fondo, que toquen realmente intereses corporativos se construye con política activa y con un sujeto social que las lleve adelante.
Y mirando internacionalmente, EEUU está en decadencia y asoma un mundo multipolar con Rusia y China a la cabeza donde podríamos apoyarnos sin caer en relaciones dependientes, obviamente.
Tengamos en cuenta también que somos la mayoría del pueblo trabajador y humilde, que tenemos organizaciones libres del pueblo poderosas, y la oportunidad histórica de la pospandemia, así como el primer Peronismo del 45 tuvo la pos-guerra y el Kirchnerismo el 2001.
Pero para lograr una salida como plantea el gobierno de un país para todos, se necesita audacia y coraje y romper con el limite de lo que los sectores de la anti patria nos marcan como lo único posible: administrar un poco más humanamente la dependencia. Y ya casi ni eso.
Con todo esto que quiero decir, citando a Mao Tse Tung: “Los dos grandes errores en la lucha popular son los bandazos: subestimar o sobreestimar a nosotros y al enemigo”, es decir las relaciones de fuerzas nunca hay que tomarlas de forma unilateral ni estáticas, sino que son dinámicas y están en movimiento. “No se puede pensar en la defensa, sin dejar de pensar en como atacar”. Si sobreestimamos al enemigo y nos subestimamos a nosotros, caemos en un quietismo paralizante, o en la impotencia del “no se puede, no nos da para avanzar”, hay que conciliar…
Lo peor que nos puede pasar es la defensa pasiva, y creo que esta es la línea hegemónica dentro de nuestro gobierno. Hay que cambiarla urgente.
Carlos Olmedo, un joven dirigente peronista de la generación anterior, perteneciente a las FAR (cayó en combate a los 27 años en 1971), pensó este problema de las relaciones de fuerza y me gustaría citarlo en extenso para que nos de algunas herramientas más de análisis, para que nos ayuden a pensar mejor este tema: ”Los objetivos del campo popular deben fijarse siempre de acuerdo con su capacidad (política, ideológica y organizativa) y teniendo en consideración la capacidad del enemigo para imponer los intereses opuestos. Dicho en otros términos, los objetivos que en cada etapa se fija el campo popular, deben atender a las relaciones de fuerza que existan en la etapa y al posible desarrollo de las mismas”. Continua Olmedo: ”Una política revolucionaria, no es la que se fija objetivos ambiciosos, pero INALCANZABLES, con las fuerzas que dispone para llevarlos adelante, tampoco será revolucionaria, la política que, plantee objetivos MINIMOS, considerando la relación de fuerza como algo ESTÁTICO, una política que de respiro al enemigo, permitiéndole su reorganización, que no se plantee ATACAR los resortes donde se asienta el poder del enemigo. Eso será una política, reformista, oportunista y estéril. Una política revolucionaria, es la que plantea lograr los objetivos máximos con la FUERZAS que POSEE, la que plantea objetivos posibles, la que paso a paso logra aumentar las fuerzas del campo popular, destruyendo así el poder de las clases dominantes. Paso a paso no quiere decir que el avance sea siempre lento, gradual, evolutivo. Habrá que combinar el desarrollo gradual (cuantitativo) con los saltos (cambio cualitativo), teniendo en cuenta siempre la relación de fuerza para no dar saltos en el vacío. Así se llega al problema central: analizar la situación, significa descubrir la relación de fuerza real, teniendo en cuenta los objetivos estratégicos, cuales son los pasos, métodos, tácticas, tareas que permiten avanzar, cambiar la relación de fuerzas, ubicar los objetivos posibles en cada etapa, saber aprovechar las contradicciones del enemigo, estando siempre atentos a la evolución de la situación para adaptarse a la misma y avanzar un poco mas o retroceder, si así fuere el caso, pero siempre con la mentalidad de la OFENSIVA PERMANENTE”.
Con estas citas creo que tenemos un buen parámetro para analizar de una forma activa y concreta las relaciones de fuerza, sin caer en la sobreestimación, ni en la subestimación del enemigo, ni de nosotros mismos.
Pasemos ahora a la coyuntura con estas herramientas de análisis
Ningún compañero duda de las buenas intenciones de nuestro gobierno, y del apoyo que tenemos que darle, pero de buenas intenciones no se libera un país.
El ejemplo VICENTIN, creo que marca el punto de inflexión de la mala lectura política del gobierno.
Cuando se anuncia la medida de expropiación de esta empresa estratégica y desfalcadora del Estado durante el gobierno de Mauricio Macri, para luego de unos días dar marcha atrás con la medida, diciendo el Presidente: “Pensé que me iban a aplaudir” y por un par de cacerolazos de los mismos de siempre y la reacción mediática y corporativa, termina tirando la decisión para atrás, cuando millones de trabajadores y humildes que somos la base social real del gobierno lo estábamos aplaudiendo y apoyando.
Esto es leer la relación de fuerza de una forma estática, que hace retroceder al campo popular.
Esto es pensar que los sectores de poder van a frenar su guerra contra el gobierno porque este se muestra dócil con ellos. No , no es así, los sectores oligárquicos-corporativos-monopólicos alineados al extranjero, no toleran mas un gobierno con orientación popular, aunque sea tibia. Necesitan un gobierno afín para poder reproducir sus ganancias sin ninguna interferencia, ni del Estado, ni de los sindicatos, ni de nadie. La concentración feroz del capital los lleva a eso. No ver esto es de una ingenuidad política gravísima.
Está el proyecto de país de la AEA o el nuestro, no hay término medio., y el pueblo en su gran mayoría sabe para donde quiere ir. Por eso voto al Frente de Todos luego de haber resistido 4 años al macrismo en las calles como se pudo. Esto es el mayor poder del gobierno, su base social, que tiene que transformarse en FUERZA SOCIAL CON UN PROGRAMA ESTRATEGICO, que marque el camino de la reconstrucción y la liberación nacional pospandemia.
Las ultimas medidas del gobierno van en la misma dirección que lo de Vicentin, es decir, de mostrar debilidad y docilidad con el enemigo: la baja de retenciones para que los sectores concentrados del campo liquiden las cosechas, para traer dólares, (cosa que no hicieron) y el voto contra Venezuela junto a EEUU y el grupo lamebotas de Lima. Todo esto nos debilita, sin siquiera sacar un rédito político o económico para el gobierno. Es momento de parar la pelota y repensar las estrategias. Tenemos el acto del 17 de octubre (virtual) para relanzarnos.
Para finalizar, PACIENCIA, tengamos paciencia esperando la pospandemia para movilizar fuerte y decirle al gobierno desde abajo que el camino es preparar, para enfrentarse a los mismos sectores concentrados y oligárquicos de siempre que quieren un país para 20 millones de argentinos, y que la otra mitad la vea pasar como descartados en nuestra propia Patria. Como dice un compañero, el problema de la Argentina no es la pobreza sino la riqueza, que esta mal distribuida y además en muy pocas manos.
Gramsci dijo: “Ninguna sociedad se plantea tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y suficientes o no estén al menos, en vías de aparición y desarrollo”. Esto lo sabe bien el pueblo argentino, que ya experimentó proyectos nacionales donde la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación fueron una realidad. Es cuestión de planteárselo de nuevo.
Estamos ante una oportunidad histórica, y creo que a pesar de lo malo de la situación de nuestro pueblo , estamos mejor parados, con más experiencia como para salir adelante. Esta pandemia mundial hizo caer muchos espejismos. Hoy nos damos cuenta que solo una economía con el ser humano en el centro y no centrada en las ganancias de unos pocos, es lo único que nos puede salvar y salvar a la madre Tierra también.
Hacerse amigo del tiempo como me dijo otro compañero, quizá sea la clave del momento, esperando la pospandemia, pero sin dejar de tener nunca espíritu de ofensiva.
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