Peteco Carabajal, reconocido músico y cantor del folklore argentino, fue entrevistado por Mario Sadras en Radio Gráfica, donde recordó la historia de su familia que dio origen a grandes músicos y al resurgimiento de la chacarera santiagueña. Además habló sobre su participación en Los Carabajal.
-Estuvimos juntos en el cumpleaños de la abuela cuando cumplió 80 años, que fueron con los Músicos Populares Argentinos (MPA), con Verónica Condomí, con el “Mono”, con el querido Jacinto y con el Chango Farías Gómez, en ese momento era ese familión legendario. A veces lo pienso como “Los 100 años de soledad”, los Buendía, una familia que de dos abuelos salieron – vos decías alguna vez en un reportaje – como 300 personas…
-En este momento somos 500 y pico de personas, los derivados de un solo matrimonio. Mi abuela Luisa y el abuelo Rosario y 12 hijos varones, de los cuáles el séptimo es Agustín; el quinto, mi papá; el último, Cuti. Y el número uno fue Héctor, el papá de Roberto y el más importante para nosotros en la familia, porque nos enseñó a todos.
– A mirá vos, yo pensé que había sido el abuelo…
No, mi abuelo fue músico aficionado, pero no trascendió con la música más que al nivel de saber que tocaba la guitarra y el violín un poco. Tenía una cierta facilidad para la música, pero después fueron los hijos. Primero fue Héctor que, por ser el primer hijo, ha sido primero en todo: en irse de la casa, en volver, después de años de andar viajando por el norte, por Tucumán, por Salta, por Jujuy. Un tiempo donde andaba Atahualpa por el norte y donde ellos se conocieron. Una vez, estaba con mi papá en la vereda y apareció Atahualpa. Se saludaron, charlaron, él le preguntó por mi tío y mi papá le dijo que había fallecido. “Lo siento mucho, que gran guitarrista y cantor”, le dijo Atahualpa. Nombro a esos 4 porque han sido los que se han destacado con la música y porque, de alguna manera, han llevado ese vehículo – que es esa familia que se ha creado a partir de mis abuelos – a un crecimiento y una expansión que no se puede medir en éxito de trabajo, ni de dinero, sino en la expansión de un sentir cultural de una provincia hacia todo el mundo.
-Los primeros en llegar acá fueron tu padre Carlos, Agustín y Héctor. ¿Hay una forma de estilización de la chacarera santiagueña, que fue lo que primero se destacó, o por lo menos, fue un punto de partida para todo lo que vino después?
-Sí, se dio entre ellos dos, entre Agustín y mi viejo. Mi viejo con la composición, con la forma de tocar el rasguido y también con el canto. Por ejemplo, si uno escucha el primer disco de Los Manseros Santiagueños, cuando cantaba mi viejo, con Onofre Paz, con Torres y con Carlos Leguizamón, que fue la primera vez que fueron cuarteto. Mi viejo estuvo con los Manseros cuando eran trío, y después entró Leguizamón y grabaron el primer disco. Si uno escucha ese disco, el que hace la primera voz es mi papá.
-Tenían arreglos corales y de yeites en el manejo de las voces, que no era usual hasta ese momento.
-Eso se conoció con los Cantores de Salavina, y el responsable de las voces en los Cantores de Salavina era Agustín. Entonces, cuando se desintegró el conjunto por el accidente que tuvieron, donde fallecieron varios integrantes, Agustín pasó todo su conocimiento- él era joven y tenía menos de 30 años- a los Manseros Santiagueños. Después mi viejo se fue, y con Agustín lo trajeron a Kali y Cuti, que tenían 18 años, y armaron Los Carabajal. Toda la armonía que tenía Agustín, todo su conocimiento para armar las voces para hacer los arreglos de los temas, más el rasguido, más el color de la voz, que era la primera voz del conjunto con mi viejo, todo eso lo traslado a Los Carabajal. Por eso, siempre digo que la única diferencia que hay entre Los Manseros y Los Carabajal es que Los Manseros tuvieron la gloria, la suerte de conservar la voz del negro Paz como sello y no la cambiaron. En cambio, si uno tiene que hablar de Los Carabajal es lo mismo, pero corresponden a los distintos sonidos que ha tenido el conjunto. Una cosa era cuando cantaba Agustín y mi viejo, otra cosa era cuando cantaba Mario Alvarez Quirogal, y otra era cuando cantaba Lucio Rojas o cuando cantaba Roberto conmigo en el conjunto.
-El sello no estaría en la voz, como en Los Manseros, sino en el estilo, en los rasguidos, en los arreglos vocales
-Exactamente. Otra cosa en que Los Carabajal han sido pioneros es en largar repertorio.
-Hasta esa primera formación que hablabamos, de tu viejo y tu tío, estaban los hermanos Simón, los hermanos Díaz, Toledo, que eran más bien instrumentales.
-Por ejemplo, Los Ávalos eran casi instrumentales y cuando cantaban a dúo. Los hermanos Simón tenían la voz de Juanita Simón. Los varones no cantaban. Los hermanos Díaz no han llegado a grabar profesionalmente, pero se sabía que tocaban guitarra y bandoneón. Los Toledo eran instrumental.
-Hay una cosa en Santiago, en general y en la banda en particular, que pareciera que fuera una usina de poetas y músicos. Fue mi impresión, por lo menos en esa gira. Cuando le dije al taxista que iba a tu casa, me dijo ‘claro, yo cuando voy a Buenos Aires paro en la casa de Maradona’. Me pasó eso. Le dije ‘Enserio, voy para la casa de Los Carabajal, vamos para la banda’. Me llamó la atención esta profusión de poesía y de música en el pueblo, en general, en el laburante.
-Sí, y no sé porque será eso. Hice una chacarera que se llama “Aldeas” que dice “en el cielo de la banda se reflejan las poesías, fantásticas realidades de la gente y su vida”. En el cielo de la banda, solo hace falta levantar un poco la vista para encontrar poesía. Es un poco exagerado eso, pero es cierto que hay algo.
-Más que una metáfora parece una descripción para los que lo pudimos palpar…
-Es una descripción. Lo que pasa es que para mí las metáforas no son las palabras sino son los sentidos. Por ejemplo, una estrofa de una chacarera de Agustín que se llama “Fiesta Churita” dice en una parte “formando un collar los sulkis dormitan bajo el sereno y esperan pacientemente a que regrese su dueño”. Para mí, lo abstracto es lo que me hace sentir esa descripción, porque me imagino todo. Me imagino el sonido de la noche, el misterio, el desconocimiento del ser humano. El ser humano no participa, y él está escribiendo que los sulkis están hilvanados y están a caballo, esperando pacientes a que regrese su dueño. Es eso y todo el universo.
-Recuerdo en el cumpleaños de los 80 años de la abuela, de María Luisa, ver bajar del monte a Don Sixto Palavecino con sus sobrinos, y los violines que formaban parte de esa fiesta. Es una cantidad de imágenes que fueron creciendo en ese patio de tierra, en donde las tías iban cortando, días previos, las empanadas a cuchillo
-Cumplía 85 años. Me acuerdo de esa vez que fui, que estuvimos con los MPA.
-Recuerdo que llegó la polícia al galpón donde estaban tocando a querer cortar el recital. Se escuchaba desde afuera. Nosotros estábamos filmando desde abajo y alguien, que no recuerdo, le dice ‘decime quién te manda a vos a cortar´’. ‘El comisario”, le respondé. A lo que le contesta ‘¿Tu comisario no es santiagueño?’. Serían las 2 o 3 de la mañana. Después seguimos la gira por otros boliches de la zona. Unos años apenas de iniciada la democracia.
-El MPA fue, de alguna manera, un resultado de esa explosión de ansias de hacer cosas y de sentir la libertad. Sentir que se había librado de una opresión.
-Vos tuviste, años después, una participación en la gestión política en tus pagos. ¿Cómo registraste esa experiencia?
-Sí, en Santiago en el año 2004. Para mí, buenísima desde todo punto de vista, porque apareció de la forma más increíble. La he aceptado así como ha venido sin pensar en nada, ni siquiera pedí cinco minutos para pensarlo.
–¿Quién te convocó?
-Me llamaron un día a mi casa, desde la oficina del ministro Béliz, diciéndome que el ministro quería tener una reunión conmigo y fui.
-¿Te imaginaste para qué sería?
-No, no sabía para que era. A mí me habían convocado para cantar en la cárcel de Ezeiza y en la de Devoto. Esas fueron movidas que salían desde el ministerio de Béliz. Me convocaron Tarragó y Fierro. Les dije que si iría y fui hasta el centro al mediodía. Tuvimos una reunión y me contaron que estaban por intervenir la provincia de Santiago del Estero. El gobernador en ese momento era Juárez.
Me dicen que la propuesta era que vaya con ellos a trabajar en el área de cultura. Les dije que “sí, encantado”, y me dijeron “pero vamos hoy”. Les dije “vamos”, y no volví a mi casa, me fui con lo puesto. Fuimos en un avión del gobierno. Ahí los fui conociendo. Lo salude a Lanusse, que iba como interventor, y a Pablo Fontdevila. El asunto es que llegamos al aeropuerto, y ahí nos estaba esperando un micro. Pensaba que íbamos a ir a un hotel y no, era una intervención. Es un golpe, de alguna manera, al gobierno de la provincia. Cuando iba en micro, empezaba a ver a los costados del camino, muchísima gente y también gente hostil. El micro estacionó lo más cerca de la entrada a la casa de gobierno. Bajamos, había quilombo, trompadas, palos.
-Y partidarios de Juárez que se resistirían…
-Claro, había partidarios de Juárez que estaban peleando. Todos entraron, empezaron a empujar, a pegar y yo, que no tengo carácter para esas cosas, me fui quedando atrás. Luego no podía entrar, hasta que alguien le dijo a los canas, porque los canas me pararon, que venía con la comitiva y me dejaron pasar. Eso fue un día jueves. El día viernes se volvieron todos a Buenos Aires y yo también me volví. El lunes regresé a la provincia otra vez. Pasó el lunes, martes y no sabía qué hacer. No sabía cómo iniciar, qué tenía que hacer. Un día fui a hablar con el Jefe de Gabinete y le digo “es para tener una idea desde dónde arrancar, cómo viene la mano”. “Esperá un cachito”, me dijo y salió de la oficina. Pasaron dos horas y no volvió. Entonces, me fui. Aguanté todo lo que pude. Cuando iba bajando, por dentro de la Casa de Gobierno, tratando de buscar una salida, pasó por un salón y estaba el Jefe de Gabinete haciéndole juramento a los ministros. No me avisó, me dejó de garpe así. Ahí me encontré con un amigo Roli Basbus, que era arquitecto y fue quien hizo el arte del primer disco del MPA, la foto en donde estamos en la estación de subte, en una de las que va desde Catedral a Palermo. Entonces, me encuentro con él y me dice “para mí lo que vos tenés que hacer es ir al teatro y tomar posesión”. Le hice caso. Fui al teatro y me instale ahí. No anduve jodiendo por oficinas en la casa de gobierno. Fui a mi lugar natural. Lo positivo es que estuve meses. No cambie cosas que tenga que ver con leyes, porque no se hizo eso. La intervención estuvo por un quilombo, y en cuanto se restableció la posibilidad de elegir un nuevo gobernador y cambiar un poco la historia, chau y ya está. Pero sí, mi presencia provocó que todo el ambiente santiagueño se moviera y despertará, que tuvieran en cuenta que existe un lugar en el gobierno que está destinado a la cultura.
-Además, una referencia en tu persona que daba una garantía que tiene que ver con lo popular, con la sensibilidad. Más allá de lo que podías hacer o no en la gestión, era un hecho simbólico de que un Carabajal, y nada menos que Peteco, estuviese ahí avalando esa movida. Creo que tiene que ver más con eso más que la gestión que se podía esperar.
-Para mi lo mío fue eso, más que nada los símbolos que se manejaron ahí, con mi presencia. Fue bueno, porque a partir de mi presencia. Te cuento cosas para aclarar aún más lo que estamos hablando. Cuando tomamos el lugar, estaba de director de Cultura alguien que era policía y solo se había ejecutado el 3% del presupuesto, osea pagaron sueldos nada más.
-No había un desarrollo, una propuesta…
-Nada. Los artistas ya se habían acostumbrado a no ir, porque no recibían nada y ni sabían que había un policía que manejaba la Cultura. Había un par de pillos que sí sabían y eran los que ligaban los poquitos laburos que habían.
Eso cambió totalmente. Ando con ganas de ir y proponerle… Ahora vamos por el ministerio de Cultura en Santiago. Ahora hay subsecretaría de Cultura y tiene un lugar importante con todo lo que hicimos los artistas, desde donde pusimos la tensión. En lo cultural, está en Santiago del Estero, la Marcha a los Bombos y Festival de la Salamanca.
-Que se han nacionalizado esos eventos, aparte.
-Claro, totalmente. Los artistas son los que mueven de alguna manera el espíritu de la provincia, falta que capitalicemos un poco más el negocio.
-Ese fue tu paso por la gestión y veo que te quedan asignaturas pendientes en ese sentido.
-Sí, a mi me gustaría. Además me ha servido para conocer desde adentro qué posibilidades uno tiene de ejercer esa función. Incluso, si de pronto, a mi se me presenta una posibilidad y me llaman del gobierno para el ministerio de Cultura de Nación, digo si ¿Por qué no?
-Aparte es algo que en los gobiernos populares se da, antes se tuvo a Teresa
-Al principio tuve maestros. El Chango me quemó la cabeza. Teresa, que fue ministra de cultura, es mi hermana y nos consideramos de igual a igual. Entonces, si ella pudo ¿por qué yo no?. Si existiera la posibilidad de que mi presencia, de como para crear el ministerio de Cultura en el gobierno de la provincia y hacer cosas en este momento. Podría ser la mi última obra.
-Esto que te da tanta certeza, tanta seguridad para sentir que puedes representar el aspecto cultural de tu pueblo, viene de una larga trayectoria familiar y personal. De saber cómo vibra esa tierra, cómo se siente y cómo son las imágenes de la noche y de los amaneceres en Santiago.
-Sí, también el conocimiento que tengo de todo lo que pasa en el país culturalmente y en el mundo. Además, la posibilidad de unificar cosas, porque mi figura es conocida en todos los puntos del país. Entonces, desde la gestión, estoy preparado como nadie para gestionar en Santiago del Estero desde cultura. Si vamos a poner la cosa desde el punto de vista crítico, sobre lo que es el arte, la cultura, los artistas y la industria también aprendí esas materias. Las aprendí directamente en mi piel, en mi hambre, en mis sueños rotos, en mis conquistas, en los grupos, en MPA, en 10 años con Los Carabajal de cagarnos de hambre. De nosotros hacer lo que hoy en día son éxitos y que antes se nos negara, muchas situaciones. Para hacer una transformación realmente profunda, tampoco hay mucha gente en Santiago. Por ejemplo Juan Saavedra, por un lado tiene la idea y tiene el espíritu, pero no tiene lo social, ahí viene flojo de papeles.
– Hay una anécdota de Evita… Se acerca una mujer y le pide una máquina de coser. Ella se la da y aparte le otorga una vivienda ¿Te imaginas la emoción de la mujer? Y, cuando la mujer se iba, Evita la para y le pregunta “¿Tenés plata para el colectivo ? La mujer le dice “no”. De eso solamente se puede dar cuenta alguien que viene desde esas mismas necesidades.
-No solo que ha pasado esa situación, sino que sigue siendo importante en tu forma de ver las cosas y en tu ideología. Ponele que yo me haya cagado de hambre, pero que cuando llegue me olvido.
-En realidad es un olvido intencional, porque esas cosas no se olvidan. La olvidás porque querés dar una página y tenés una cosa aspiracional.
-Son muchos los flojos…
-Son demasiados, sino las cosas serían distintas. ¿Cómo te está tratando esta pandemia, este resguardo? Vos estás en Moreno ¿no?
-Sí, en Moreno. Mi casa es un terreno grande. Tengo mucho espacio para caminar y lo hago todos los días. Camino 2 horas como rutina. En ese sentido no tengo problema, me siento bien. Además, tengo el horario manejado por los chicos, ellos están haciendo las clases desde casa. Se tienen que levantar a las 8 de la mañana y me tengo que levantar con ellos a prepararles el desayuno y luego el almuerzo.
-¿Cómo te imaginas la salida de esta situación? Se habla de una vuelta a la normalidad, pero soy medio reticente en pensae en una normalidad que nos trajo hasta acá. ¿Cómo la ves?
-Veo que va ser muy difícil. Hay que tener voluntad, y también hacer trabajar bien la memoria de las sensaciones, porque no quisiera volver, de ninguna manera, a vivir, a sentir y a experimentar lo de los últimos 4 años pasados. Ni imaginarlo. Sin fanatismo y con tranquilidad. Soy de las personas que creo que tenemos que pasar un poco más desapercibidos, los fieros. Tengo como una máxima en mi vida, que es que los fieros no tenemos que tocar nada, nos tenemos que quedar en el molde y pasar lo más desapercibido posible. Un poco eso sería dentro de la sociedad. Aquí hay muchos tipos que no tienen idea de nada y son capaces de ir a una manifestación a gritar sus cosas personales. Quién no sabe que estamos mal, en el mundo hoy en día, y quién no sabe que va ser muy difícil que Argentina pueda despegar.
-Encima no jugamos solos. Es cierto que la situación es difícil, pero hay sectores, estos que vos nombrabas y que tuvimos encima estos últimos 4 años, que no tienen ningún interés en que las cosas salgan bien. Reaccionan para atrás.
-Le tengo odio al periodismo que maneja, que son tan traidores…
– Criminalmente irresponsable ¿No?
-Totalmente. Pero a la vez, confió y sé que lo que tiene el peronismo, aún en sus peores versiones, es que siempre está más cerca de una amplitud, que lo que puede llegar a estar el neoliberalismo. Ya con eso, conformate, quedate en el molde.
- Redacción por Lucía Izaguirre
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