Alicia Castro, designada embajadora en Rusia, realizó un recorrido sobre la situación política en la pandemia a nivel nacional y global. “Por fin la gente se atreve a hablar mal del capitalismo, el sistema antihumanista que, como su nombre lo indica, prioriza el capital”, definió. Además, explicó de qué se trata la Internacional Progresista que lanzaron junto a figuras de la política e intelectuales. “Los que piensan que no hay tener un pensamiento crítico o no hay que señalar los errores, y creen que con eso ayudan al Gobierno, lo llevan al abismo”, afirmó en Radio Gráfica.
Por Úrsula Asta
“Me parece interesante que nosotros tengamos una cooperación estratégica e integral con Rusia, porque si la Argentina está integrada a los BRICS, por ejemplo, que es mi objetivo como embajadora, creo que estaríamos en mejores condiciones de aportar a la construcción de un mundo multipolar de naciones iguales”, definió Castro, quien hoy integra -junto a personalidades como Noam Chomsky, Noemi Klein, Álvaro García Linera y Fernando Haddad-, la Internacional Progresista. “La idea es promover una iniciativa global para apoyar, para conectar, para movilizar a personas y movimientos alrededor del mundo, con una visión de justicia social”, describió.
En enero fue designada como embajadora, pero la pandemia ha demorado la ida a Rusia, ¿verdad?
-Sí, no han salido ninguno de los nuevos embajadores. La situación es grave, las fronteras están cerradas y además, francamente, no sabemos cuando se va a poder mover la gente en el mundo. Creo que el último lugar en el que yo estaría en este momento sería un avión.
Incluso, yo soy muy crítica de las repatriaciones, puede sonar antipático lo que digo, seguramente es antipático, pero es realista. El virus no viaja sólo, se traslada en avión. Y los grandes niveles de contagio que hay, y eso se puede ver estadísticamente, tienen que ver con viajeros que vuelven de países en riesgo. Por otro lado, los tripulantes no realizan cuarentena, están exentos, o sea que se convierten en factores de contagio.
Y, por más antipático que sea, yo creo que cada uno se tiene que quedar haciendo la cuarentena donde está. Porque no es cierto que los aviones tengan filtros que pueden filtrar el coronavirus. Y hay gente que cree que solamente se contagia el que está al lado de un contagiado, o atrás, o adelante. Y los aviones son superficies multitáctil. Cuando vos te subís a un avión apoyas las manos en el cabezal del primer asiento, en el del medio, el equipaje ha sido tocado por diversas manos, las cintas, la seguridad. Es muy riesgoso.
Yo hubiera limitado los vuelos a lo que en términos oficiales se llaman vuelos humanitarios por la Fuerza Aérea con gente especialmente preparada, y preparada también para atender enfermedades. Y equipada como para trasladar eventuales enfermos.
Ha volado, por ejemplo, un pasajero que casi se muere en el avión. Se murió al otro día. Es un momento de gran incertidumbre y lo único que se sabe es que no se sabe nada.
Más allá de lo que estás mencionando vinculado a la política de repatriación, ¿cómo ves las otras medidas que está llevando adelante el Gobierno nacional?
-Muy oportunas. Yo personalmente no asomo la nariz a la calle desde el 14 de marzo, así que imaginate lo que pienso. Me comunico con mis amigos, mis compañeros y dos veces por día con mi hija que también está en su casa en la Ciudad de Buenos Aires. Creo que no hay otra posibilidad y, como dice el Presidente, es un falso dilema el de cuidado o economía. El caso más claro son los Estados Unidos, donde hay la mayor cantidad de contagiados y de muertes. Es una explosión. Aparte del mamarracho de que el Presidente diga que hay que tomar lavandina, no ha tomado los cuidados de aislamiento mínimo. Y, además, hay millones de personas aplicando el seguro de desempleo. Se desplomó la salud y se desplomó la economía.
Yo creo que el mundo no va a ser el mismo, lo dijo Axel Kicillof, una nueva normalidad. Es probable que haya que tomar ciertas medidas por mucho tiempo. Y por supuesto que eso nos choca, nos desconcierta, nos angustia, sobre todo a la gente que menos tiene. Hay gente todavía durmiendo en la calle o en los barrios de emergencia con la terrible proliferación del virus.
Lo que pone de manifiesto el virus son los defectos, las desigualdades y hasta los horrores que ya estaban entre nosotros. Por supuesto estamos conmovidos por la tragedia de la falta de agua en la Villa 31 y las muertes que ha ocasionado, que se conoció sobre todo al impacto que tuvo que la muerte de una militante política y social como Ramona de la Garganta Poderosa ¿Pero cuántas personas viven hacinadas en las villas?
Sólo en la Villa 31, 60 mil personas…
¿Y es lógico que nosotros toleremos eso en una Ciudad inmensamente rica, que tiene el mismo presupuesto que Bélgica o Berlín? ¿Es lógico que hubiera miles y miles durmiendo en la calle sin un zapato, sin un café? Entonces, lo que hace esta pandemia es poner de manifiesto, con mucha crudeza, las deficiencias del sistema capitalista que estamos viviendo.
Lo que ha puesto de manifiesto es la decadencia del sistema de salud en tantos lugares que creemos tan desarrollados, por ejemplo Francia, Italia, el Reino Unido, donde los gobiernos conservadores han liquidado el sistema nacional de salud, que era muy bueno. Yo, cuando era embajadora y vivía en Londres, me atendía siempre en el Sistema Nacional de Salud, súper organizado, con médicos de primer nivel, a poca gente se le ocurría en el Reino Unido ir a médicos privados, por la excelencia del Sistema Nacional de Salud.
Sin embargo, los gobiernos conservadores lo fueron deteriorando. Boris Johnson estaba pensando en privatizarlo, en alianza con los Estados Unidos. Es decir, liquidar el sistema de salud. Yo pienso qué arrepentidos deben estarán los británicos de no haber votado a Jeremy Corbyn, al líder laborista, que hace eje en su campaña en revitalizar al histórico funcionamiento del sistema público de salud.
Ahora, hay distintas miradas sobre cómo se sale de esta pandemia. Algunos dicen que el rol del Estado va a cambiar y que el capitalismo cruje, y otros dicen no, que el capitalismo se va a defender.
-Yo creo que es un debate muy interesante. Me alegro que lo traigas para conversar, porque es un momento de gran reflexión, hay que profundizar en la reflexión. Yo creo que hay varios problemas, uno es que los think thanks, los tanques de pensamiento, son de derecha.
Por eso yo me acabo de integrar a una Internacional Progresista, de la que podemos hablar luego si querés. Y es un debate tan rico, porque están participando intelectuales, sociólogos, filósofos, algunos muy célebres como es eslavo Zizek, quien piensa que el post capitalismo, la post pandemia, va a brindarnos un nuevo orden mundial, un nuevo contrato social, el lo llama un nuevo comunismo, donde habrá una sociedad más cooperativa, más solidaria, con otra agenda de valores más humana.
Y, mientras tanto, hay otros filósofos, como un célebre coreano -Byung Chul Han-, que sostienen que al contrario, este régimen injusto se va a profundizar, se va a mantener, que los gobiernos autoritarios van a aprovechar para hacer más controles, como tantos lugares donde ya hay control facial, mayor control en las redes, menos libertad de expresión y de prensa, porque el virus va a ser una excusa para que haya mayor control social. Algo indeseable para este filósofo también, no lo plantea como su propio paradigma elegido, sino como que cree que va a haber mayor individualismo y menor solidaridad.
Yo, frente a esto, me muevo atendiendo a Gramsci, con el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón. Yo no creo que el capitalismo vaya a deponer sus armas, no creo que haya menos explotación, no creo que haya menos desigualdad, la desigualdad obscena que hay en el mundo. Hay un muy pequeño núcleo de personas súper millonarias, que tienen tanto dinero como el 50 por ciento de la población mundial. Yo no soy demasiado optimista, pero creo que es un momento no sólo de pensar y reflexionar, sino que creo que es un momento en el que hay que volcarnos al internacionalismo, porque no hay soluciones aisladas.
Tiene que haber cambios y movimientos de orden global, como por ejemplo el salario mínimo, por ejemplo una tasa como la Tobin, a las transacciones financieras. Esto no son novedades. Por suerte está de moda una economista de la Cepal que está promoviendo un salario universal, es decir, no un subsidio para pobres, sino para que cada ser humano tenga un salario para poder subsistir dignamente. Esto no son novedades, de esto se habla hace décadas. Pero no se ponía atención, no se ponía foco.
Y si vemos cómo reaccionan las derechas, vemos lo que está pasando en la Argentina por ejemplo, donde los subsidios, la ayuda que se llama ATP al trabajo, la están requiriendo empresas como Clarín para Radio Mitre, Vicentín, La Nación, Techint. Entonces, ¿es justo? No, francamente a mí me parece injusto, porque los lavadores, los que tienen sus sedes en paraísos fiscales, que han burlado al fisco y que no han pagado los impuestos de sus enormes ganancias, que tienen el dinero afuera y el Estado, es decir, todos nosotros, hasta la persona que no tiene zapatillas, tiene que pagar los salarios a los trabajadores que producen la riqueza a estas empresas que son superavitarias.
Tanto son superavitarias que ya habían pagado los sueldos, no es que no puedan pagarlo, y cuando recibieron la ayuda del Estado, que paga el 50 por ciento hasta un límite determinado a los trabajadores de esas empresas, les mandaron una notita diciendo que lo tenían que devolver al día siguiente.
Es decir, el capitalismo tiene sus armas, y las corporaciones financieras y mediáticas tienen sus armas, para burlar medidas que tendrían que estar realmente direccionadas a los que tienen mayores necesidades.
En relación a lo que decís, Alicia, se abre un debate sobre la crítica, porque muchos sectores que están a favor del Gobierno y sus medidas, y lo han votado, ante el planteo de que quizás habría que mejorar algunas cosas o ajustar clavijas, dicen que eso es darle de comer a los de enfrente, ¿qué opinas al respecto?
Yo tengo una larga experiencia política, tengo 70 años, entonces he visto ya muchas cosas. Cuando era secretaria general del Sindicato de Aeronavegantes he visto tantos sindicalistas que apoyaron las aberraciones del gobierno de Menen, como la privatización de la salud, donde algunos terminaron siendo dueños de AFJP, o la privatización y el desmantelamiento de los ferrocarriles. Nosotros teníamos una red de ferrocarriles extraordinaria, pensemos cómo nos serviría hoy que va a ser tan difícil volar. También, la privatización de Aerolíneas Argentinas. Y lo apoyaban porque eran sindicatos de base peronista, las 62 organizaciones, etc., entonces no podían criticarlo, los famosos gordos, que siguen ahí, más gordos, con el pelo más canoso, pero siguen ahí. Apoyaban porque Menem era peronista. Entonces no se podía criticar porque era uno de ellos. Y, ¿a qué llevaron? Ayudaron a destruir el país y no lo ayudaron mucho a Menem, ¿no?
Luego, yo era diputada del Frepaso, en la Alianza. Fui la primera en hablar en contra de la reforma laboral, a 3 días de haber llegado el Gobierno. Voté en contra y fui vocera en contra. Y le expresé a mis compañeros, no hacía falta ser una visionaria, expresé que votar la reforma laboral contra el contrato electoral, contra las promesas que habíamos hecho a los trabajadores y trabajadoras, no sólo era muy malo para los trabajadores, era muy malo para la Alianza, era muy malo para el Gobierno. Y auguré, ojalá me hubiera equivocado, que eso iba a ser el fin del Gobierno. Y fue el fin del Gobierno.
Entonces yo creo que los que creen y las que creen, que son muchos, que no hay que criticar, que no hay que tener un pensamiento crítico o no hay que señalar los errores, y piensan que con eso ayudan al Gobierno, los obsecuentes, las obsecuentes, lo llevan al abismo.
Eso eso es lo que yo creo. Y lo tengo que decir francamente, porque estamos en un punto de decisión, un momento de no vuelta atrás. Yo creo que el Gobierno lo hace con la mejor intención, de eso no dudo, creo que lo hace con la intención de pagar los sueldos de los trabajadores, con la intención de que no haya despidos, pero no tiene porqué suceder eso en empresas que son superavitarias y fugadoras.
Mencionabas la Internacional Progresista, contanos cómo surge y cuál es la idea que tienen.
-Es una Internacional que tiene un Consejo de un poco más de 40 personas, que tengo el honor de integrar, con el célebre filósofo estadounidense Noam Chomsky, Noemi Klein, Yanis Varufakis, que fue ministro de Economía en Grecia, Álvaro García Linera, el ex vicepresidente de Bolivia, Fernando Hadad, el candidato del PT a la presidencia (en Brasil), Eli Gómez Alcorta por Argentina, con la primera ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir. La idea es promover una iniciativa global para apoyar, para conectar, para movilizar a personas y movimientos alrededor del mundo, con una visión de justicia social.
Es un momento crítico de la historia de la humanidad, y como dice Yanis Varufakis, ´devuélvanos el mundo´. Nosotros no estamos en un cambio climático, porque, no se si viste, Úrsula, que el capitalismo, el neoliberalismo, se busca sus bonitos sobrenombres. Una de las cosas que a mí me está llamando la atención, ahora desde el punto de vista semiótico, desde el punto de vista del lenguaje, es que por fin la gente se atreve a hablar mal del capitalismo, del sistema que es antihumanista porque, como su nombre lo indica, prioriza el capital.
Por fin la gente está diciendo las cosas por su nombre, le dice derecha a la derecha, izquierda a la izquierda, y me parece que eso es muy saludable. Y, en este sentido, las miserias del capitalismo están a la vista. Y es tan obvio y tan terrible, por las muertes que se están provocando, que hay una necesidad de cambiarlo.
Entonces hablan de calentamiento global, del planeta derritiéndose, los campos deforestándose, en Argentina también, en todo nuestro continente. Y, por lo tanto, atrayendo lluvias, tornados, tsunamis, porque nos quedamos sin árboles para que un pool empresario gigantesco alquile campos, destruya la naturaleza y el hábitat de los animales y las personas, y siembre soja. Eso en la Argentina lo hemos sufrido. Me desalienta también que recientemente en una negociación del Mercosur, la Argentina haya bajado los aranceles de importación de los precursores de agroquímicos.
Eso no tiene que suceder, hay gente que se está doblando la espalda, como por ejemplo los productores de la Unión de Trabajadores de la Tierra. Vos sabes que ahora que tengo mucho tiempo en casa, compro casi exclusivamente de cooperativas para todo lo que puedo y lo que haya disponible. Entonces, compro todos los fines de semana de la Unión de Trabajadores de la Tierra que venden 7 kilos y medio de verduras frescas, agroecológicas, recién cosechadas. Y 7 kilos y medio de verduras variadas cuestan 450 pesos. A la vuelta de mi casa o de cualquier casa, compras 3 apios, 4 naranjas… Están disparados los precios.
Entonces, esas personas están haciendo este trabajo virtuoso y además donan toneladas de alimentos a quienes no los tienen. Me parece que hay que apoyar estas iniciativas y no a los pooles de siembra.
Es parte del entramado de organización que hay en la Argentina, también. Recuerdo mucho en el inicio de esta pandemia que en el mainstream se decía que la gente no hace lo que tiene que hacer y no se contaba sobre la enorme cantidad de estas iniciativas de solidaridad que hay. Te hago una pregunta más, escuchaba a Lula Da Silva por estos días referirse, en una entrevista, a que no veía grandes líderes mundiales en este momento, ¿vos quiénes crees que son hoy las figuras mundiales o, si no los hay, quienes surgen tras la pandemia en el mapa geopolítico?
Yo creo que Putin, por ejemplo, y por estos días el presidente de China, pero básicamente creo que Putin tiene una gran condición de líder mundial. Y sobre todo en lo que nos importa a nosotros, que son las relaciones exteriores con América Latina, son ejemplares. En el sentido de que no se inmiscuyen en la política interna, ni aún en los casos en los que están dando ayuda, como es el caso de Venezuela, que está bloqueada por los Estados Unidos. Entonces, Rusia, China, combinan con Venezuela sin exigir ni imponer cuestiones políticas, como hacen los Estados Unidos, que castigan a quienes no siguen sus fines.
A Rusia lo que le interesa es que haya estabilidad en los países y tienen una política de democracia soberana. A mí me parece muy interesante. Y creo además, -y por eso me parece interesante que nosotros tengamos una cooperación estratégica e integral con Rusia, porque si la Argentina está integrada a los BRICS, por ejemplo, que es mi objetivo como embajadora-, me parece que nosotros estaríamos en mejores condiciones de aportar a la construcción de un mundo multipolar de naciones iguales, de naciones soberanas y personas con derecho a la felicidad. Digamos, naciones iguales y personas iguales.
Por eso te digo, eso tiene que estar asentado también en grupos de opinión que sean poderosos, que se hagan escuchar. Por eso me parece interesante la Internacional Progresista que, además, te invito a integrar y a nuestros oyentes. Porque no hace falta nada, están las personas del consejo, pero luego se están adhiriendo miles de personas, hombres y mujeres, que piensan que tenemos que tener un planeta que sea sustentable ambientalmente, que haya una vigencia de la Ley y no del lawfare, que el capital sirva no para reproducirse financieramente, sino para la producción y el trabajo, estar contra la usura. Una agenda humanista que creo que necesitamos. Que nos devuelvan el mundo.
- Entrevista realizada en el programa Feas, Sucias y Malas (sábados de 9 a 12 hs).
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