Hace más de un mes que los teatros cerraron. Las luces están apagadas; los escenarios, vacíos; las sillas, sin gente. No hay corporalidad ni historias narradas en un aquí y ahora, y la virtualidad se impone ante la necesidad de respuestas inmediatas. La preocupación es la misma que en otros sectores: encontrar la manera de paliar los efectos de la crisis producida por la pandemia de coronavirus.
Por Erika Eliana Cabezas*
Funciones a la gorra, entrevistas con los y las protagonistas de las obras, clases online, vivos de instagram, fueron las primeras salidas que se encontraron en el ámbito del teatro dentro de un panorama que, si bien está plagado de interrogantes, guarda la certeza de que los lugares de encuentro serán los últimos en recuperar eso que algunos llaman “la normalidad”.
“Quedó mucho interrumpido, postergado. La puesta de una obra de Sartre, Las manos sucias, a estrenarse en la sala Casacuberta del San Martín, las obras del Regio, El Amo del Mundo de Alfonsina Storni y Vassa Zheleznova de Gorki, comisionadas a Francisco Lumerman y Felicitas Kamien, todo postergado. Y la temporada de J. Timerman en Timbre 4, suspendida. La interrupción no solo genera cuestiones económicas, sino que obligan a un replanteo de las creaciones. Si cambia la atmósfera social, el trabajo creativo se reorienta, entran en juego otras imágenes, nuevos puntos de vista”, cuenta la dramaturga y directora Eva Halac.
El cese de las actividades, a causa del Covid 19, impacta fuertemente en los espacios culturales. La Asociación de Profesionales de Dirección Escénica Argentina (APDEA) dio a conocer, a comienzos de abril, los resultados que arrojó el censo realizado sobre la cantidad de obras afectadas tanto de la Ciudad de Buenos Aires como de otras regiones del país.
“De un total de 564 obras censadas, 552 corresponden al circuito independiente, 8 al comercial y 4 al oficial. En este marco, hubo 239 funciones suspendidas, 285 estrenos no concretados y 40 giras pospuestas o canceladas”, esboza el comunicado de APDEA. Y agrega: “En relación a la localización de las obras, 387 corresponden a CABA, 110 a la provincia de Buenos Aires y 61 distribuidas entre las regiones del litoral, norte, cuyo, centro y patagonia. Lxs artistas afectadxs, de acuerdo al censo, llegan a 1914”.
“La pandemia afectó al trabajo de lleno, le hizo como un cross seco directo sin posibilidad de reacción inmediata. Pero me parece que es algo que compartimos el país entero. Después la actividad teatral por sobre todo, como todas aquellas actividades que son culturales y de encuentro de la gente, se vio afectada. Fueron las primeras en suspenderse y se sabe, se dice, que van a ser las últimas en regresar”, expresa Lorena Vega, actriz de Yo ,Encarnación Ezcurra y autora y directora de Imprenteros.
Montar una obra de teatro requiere de varias manos, no basta con que haya artistas arriba del escenario. Sonidista, iluminador, escenógrafo, boletero, prensa, entre otros, posibilitan que el dispositivo funcione. “La pandemia puso de manifiesto, entre muchas otras cosas, la gran precariedad que existe en nuestra profesión, en nuestro trabajo, porque al producirse este freno de la actividad, salió a la luz algo que nosotros sabíamos desde nuestros espacios, que es la cantidad de gente que trabaja en función de la programación y la actividad de un espacio teatral. Toda esta gente quedó de golpe sin trabajo. Y, por supuesto, la preservación del espacio en el sentido de que la mayoría pagamos alquiler. Hay gastos fijos que siguen corriendo. Ni hablar de las tarifas de luz y gas, que no entiendo porqué no las tocan”, manifiesta Liliana Weimer, presidenta de la Asociación Argentina de Teatro Independiente (ARTEI).
Primero, las urgencias. Ante esta difícil coyuntura, el Instituto Nacional del Teatro (INT) lanzó un plan de emergencia orientado a la Preservación Operativa de Elencos, Salas y Teatristas Argentinos (Podestá). Una medida que busca brindarle un respiro a becarios, elencos, espacios escénicos, salas, teatristas en un contexto de incertidumbre total, a través de dos líneas de acción. Por un lado, un subsidio para la preservación de salas que oscila entre los 90 y 120 mil pesos, dependiendo la cantidad de butacas. Por el otro, un aporte especial, equivalente al cachet de dos funciones, a todas las producciones del Catálogo de Espectáculos del Programa INT Presenta y espectáculos seleccionados para participar de la 34° Fiesta Nacional del Teatro.
“Me pareció muy buena iniciativa del Instituto Nacional del Teatro que, frente a este problema, actuó con bastante rapidez en el sentido de redistribuir de manera distinta su presupuesto. Esto significa que se va a dedicar a paliar las urgencias. En este caso, socorrer a todas las salas del país para que puedan seguir cubriendo determinados gastos y a los elencos, las cooperativas, que han tenido que suspender sus funciones, viajes, giras”, opina Weimer.
Aquí y ahora. El presente está cargado de preguntas, y más aún en una disciplina atravesada por el contacto corporal y el encuentro con un otro. ¿Cuánto se tardará en volver? ¿Será de la misma manera o habrá que establecer nuevas convenciones? Nadie lo sabe, pero aún así es necesario trabajar, al igual que en un escenario, sobre las posibilidades que ofrece la realidad, esta realidad.
“Es una discusión hacia el interior de la disciplina cuándo regresar a las salas de teatro, cómo, si existe la posibilidad de hacerlo incluso con barbijos. pudiendo pensar protocolos específicos para nuestra actividad. A veces imagino que pasan los meses, y volvemos tal como trajábamos antes, que eso seguro requiere muchos meses, una cantidad de meses más largos. Otras veces, que es un poco antes y que estamos todes con barbijos transparentes – es algo que se charla un poco entre la gente de teatro – y que será una convención más dentro de las que tiene el teatro, como esa de llegar a un horario para ver una obra, como esa de aplaudir para festejar o agradecer lo que se acaba de ver”, confiesa Lorena Vega.
Por su parte, la dramaturga Eva Halac sostiene que a nivel formal “siempre hay cambios” en el teatro. “Esencialmente damos vuelta sobre lo mismo: el sentido de la vida, la finitud, la felicidad, la muerte, el bien y el mal, la libertad, la pobreza y la riqueza. Necesitamos hablar de eso, debatir eso. Hoy mismo conviven en forma simultánea formas tradicionales milenarias y formas absolutamente contemporáneas que hablan de lo mismo. Ya estábamos en un proceso de cambio al momento de la pandemia global con la mirada femenina”.
En tanto desde la Asociación Argentina de Teatro Independiente se iniciará una mesa de trabajo con el ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para trabajar sobre el retorno de la actividad. “Una cosa es la etapa de las urgencias, que es a lo que nos estuvimos dedicando, ver de qué manera les llegaba ayuda, algunos plus de emergencia, a todos nuestros compañeros y compañeras. Ahora vamos a empezar a trabajar en protocolos, en lo que es el futuro de la actividad. Una nueva manera, posiblemente, de encarar lo que veníamos haciendo hasta ahora. Consideramos además que esto cambia la manera de vincularnos, y cuando salgamos de esto seguramente vamos a ser otros, muchas cosas van a modificarse”, afirma la presidenta de la asociación.
Lo que vendrá. Hace un par de semanas atrás, en una nota de la revista Anfibia, el dramaturgo y director Juan Coulasso puso en debate el teatro de la pandemia y abrió preguntas: “¿Será posible, pues, en un tiempo, la invención de un nuevo Teatro Pandémico? ¿Desarrollaremos lxs teatristas algún tipo de nueva forma de empatía digital? Si el Teatro ha sido, desde sus más lejanos inicios, un espacio para encontrarnos, en vivo, para tocarnos, en vivo, para vernos, en vivo, ¿de qué forma vamos a servirnos de lo que el Teatro nos dio para compartirnos desde este aislamiento? ¿De qué forma esa herencia nos va a ayudar a llegar a ese otrx hoy tan lejanx? ¿Cómo vamos a tocarnos ahora que no nos podemos tocar?”.
El teatro es contemporáneo a su tiempo, este presente continuo que percibimos es también proyección de pasado y futuro, mis asociaciones trabajan con figuritas conocidas; máscaras, soportes audiovisuales, aire libre. El devenir que acompañe el devenir de los acontecimientos. Si hay que afrontar desafíos, bienvenidos sean. Es la historia del mundo”, manifiesta la autora y directora de J. Timerman.
Por su parte, la actriz y dramaturga Lorena Vega considera que la pandemia “va a tener una huella”. “Todas las luchas interpelan la corporalidad porque es nuestro territorio de lenguaje, nuestro cuerpo. Esto más que nunca. El cuerpo está preservado, está encuarentenado. La forma de demostrar el afecto es distanciandose de las personas con las que tenemos afecto, con lo cual son cuerpos a la distancia, mediatizados, digitales, y que son el peligro de transportar un virus. Un virus que algunas personas las puede matar y a otras confina a estar separadas de su hábitat, de sus afectos, etc, con lo cual es una huella que va a quedar marcada en el cuerpo sin dudas. Creo que esa memoria va a relatar las creaciones que vengan, se hable de la pandemia o no, tenga la traducción que tenga. Imagino que va a suceder porque ha sucedido con todos los movimientos del mundo en las obras de arte”.
* Periodista de Cultura de Radio Gráfica
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