Por Carlos Aira (*)
La final de Copa Libertadores de América casi termina en tragedia. No por los cuatro imbéciles que atacaron con botellas el micro que transportaba al plantel de Boca Juniors hacia el estadio Monumental. Una combinación letal: la rotunda ineficacia del operativo de seguridad, a cargo del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Nación, se suma la ineptitud de los dirigentes de River Plate, Boca Juniors, Conmebol y FIFA.
Conocemos las canchas. Concurrimos todos los fines de semana. Sabemos que en partidos de muchísimas menos envergadura del que debía jugarse esta tarde, se cortan calles con fuertes vallados. Llama poderosamente la atención la ruta del ingreso del micro boquense. ¿Porque doblar por avenida Monroe y no directamente por la diagonal Lidoro Quinteros, como siempre se hace? Las calles laterales a la arteria principal estaban valladas, no así Monroe. Cuando el micro llegó a la intersección de Libertador y la avenida, no había vallado. Tan sólo un endeble cordón policial. Allí se habían apostado un centenar de hinchas riverplatenses. Un embudo imposible. Los hinchas estaban a escasos cinco metros del micro. Es importante remarcar un concepto: esto no sucede ni en un partido de ascenso. Pasó en una final de Copa Libertadores.
Una ínfima minoría arrojó los objetos que rompieron los micros y causaron heridas en una serie de jugadores boquenses. El más perjudicado, Pablo Pérez, con una herida en su ojo izquierdo. Luego, el sainete de los millones. Conmebol presiona para jugar el partido. Los millones de los derechos de televisión y las apuestas por sobre la salud de los futbolistas. El partido que se posterga hora tras horas. Finalmente, a las 19:20 Alejandro Domínguez, titular de la CONMEBOL da por suspendido el partido y reprogramado para el domingo 17 horas.
Vivimos un clima turbio en Argentina. Hace pocos días en un incidente ocurrido en la cancha del Club Atlético All Boys el ministro de Seguridad Marcelo Dalessandro declaró: ““Esta es una barra que viene realizando muchos actos de violencia, que está muy ligada a un dirigente muy radicalizado, que es Luis D’Elía”; en la tarde de hoy, a las 18hs, el funcionario se vanaglorió por lo que calificó como “exitoso operativo policial”. Horas más tarde, seguramente aconsejado, declaró “fallas” en el mismo.
La pregunta del millón: ¿Fue una falla del operativo o se puede pensar en Zona Liberada? sino es inexplicable la falta de control en la esquina de Libertador y Monroe. Los incidentes de hoy alimentan un viejo cliché liberal: Argentina es un país de verguenza donde prevalece la barbarie. Lo vamos a escuchar por muchos días en medios afines al gobierno. Pero subyace una idea profunda: este experimento liberal ya no puede gobernar sin violencia. Sumergir al país en un virtual Estado de Sitio podría ser una estrategia de supervivencia para Balcarce 50.
Los zonzos de siempre, los dueños de la moral argentina, ya están llorando la triste imagen internacional del país. Los medios concentrados hablan de Papelón Mundial. Para ellos, la culpa siempre es del pueblo. Por más que esté ocurriendo en el primer gobierno oligárquico en más de un siglo y sin que a la ministra Patricia Bullrich se le mueva un pelo.
(*) Conductor de Abrí la Cancha / Colectivo de Dirección de Radio Gráfica.
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