La noticia sobresaltó a las cúpulas occidentales y a los medios alineados. Igual: había indicios. Recep Tayyip Erdoğan resolvió jugar una de sus cartas más importantes. Tras una secuencia de desencuentros con el atlantismo, y siempre en busca del equilibrio, la nación bicontinental se sumará, con acuerdo ruso y chino, al bloque emergente. Con ustedes, Hakan Fidan.
Por Gabriel Fernández *
Aunque las gestiones vienen de un tiempo lejano, el mes de junio pasado puede evaluarse como el período clave para una definición extraordinaria. Por entonces, el ministro de Asuntos Exteriores de la República de Turquía, Hakan Fidan, pasó un buen tiempo en el este, conversando con el presidente ruso Vladimir Putin según las indicaciones elaboradas con detenimiento por Recep Tayyip Erdoğan. El encuentro, desarrollado en el Kremlin, fue “fantásticamente bien”, dijo Fidan a los medios estatales turcos. Putin también estuvo complacido. “Damos la bienvenida al interés de Turquía en el trabajo de los BRICS“, dijo el líder ruso. “Sin duda, apoyaremos plenamente esta aspiración”.
LA GRAN NOTICIA. ¿Una apuesta o una concreción? Ambos comentarios fueron relativizados por los medios occidentales; algunos indicaron que no se puede confiar en lo que dice o hace decir Erdoğan; en verdad todos comprendían la gravedad de la situación. Las semanas corrieron, pletóricas de información restallante, y la idea quedó latente. Al fin, los anhelos fueron cobrando cuerpo y pocas horas atrás, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) que lidera el presidente turco, confirmó que ese país solicita formalmente unirse al bloque BRICS de economías emergentes.
“Nuestro presidente ha expresado en múltiples ocasiones que deseamos convertirnos en miembros de los BRICS”, dijo el portavoz del AKP, Omer Celik, a los periodistas en Ankara el reciente martes. “Nuestra solicitud en este asunto es clara y el proceso se está llevando a cabo dentro de este marco”. Así Erdoğan, el popular conductor de la compleja potencia bicontinental, empezó a hacer las valijas para rumbear hacia Kazán. Y no por la libre, para ver si le daban un lugar; se acercará a la ciudad rusa con tradición musulmana invitado directamente por su colega Putin.
El titular del Ejecutivo de la Federación, aunque no olvida las dificultades que su nación debe afrontar en el campo de batalla ucraniano, sonrió al observar la senda que han tomado los acontecimientos. La candidatura de Turquía al BRICS marca la primera vez que un integrante de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y candidato a la membresía de la Unión Europea (UE) solicita unirse a un grupo dominado por Rusia y/o China, que se ve a sí mismo como un contrapeso creciente al orden global liderado por Occidente.
La decisión de un miembro de la alianza militar que encarna el poderío de las corporaciones financieras, pone de relieve los cambios geopolíticos que tensan el orden posterior a la hegemonía del Consenso de Washington en el momento de mayores tensiones internacionales. Es probable que las canas de Ursula von der Leyden -presidenta de la Comisión Europea– se tornaran verdes como la energía “limpia” al conocer semejante noticia y que Jens Stoltenberg -secretario general de la OTAN– haya gritado ¡níðvísur! en su noruego natal. Quien sabe; lo que seguro sí ocurrió es que las grandes financieras y sus firmas armamentísticas empezaron a evaluar los cambios que eso implica en la relación de fuerzas.
Has recorrido un largo camino en poco tiempo, coalición multipolar. En 2009, los líderes de cuatro países formaron el agrupamiento en Moscú. Ubicaron las letras hasta fabricar un ladrillo y lanzaron el BRIC. Brasil, Rusia, India y China. Un año después, visionaria, se acercó Sudáfrica. La S le sentó bien. Ahora, el acrónimo no guarda relación con los componentes porque la fuerza se duplicó al incluir a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos (EAU). Cuando se observan los registros económicos de los protagonistas, queda claro que tampoco alcanza con la denominación de “emergentes”. Son realidad.
Mientras tanto, el número de naciones que hacen cola para la membresía de los BRICS, sigue creciendo.
Además de Turquía, otros 20 países han solicitado la inclusión, lo que obliga al bloque a definir procedimientos institucionales para su expansión. La cantidad de aspirantes provoca polémicas organizativas dentro de los miembros originales, con Rusia y China presionando por la aceleración del + y el despliegue de una versión ampliada, mientras que Brasil y la India son más cautelosos a la hora de sumar miembros. Pero todos coinciden en la trascendencia del espacio.
Como si esto fuera poco, la membresía al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), establecido en 2015 como una alternativa al Banco Mundialy el Fondo Monetario Internacional (FMI), también está creciendo. Argelia fue aprobada como integrante pleno del NDB a principios de esta semana, uniéndose a Bandladesh y Uruguay además de los estados que motorizan los BRICS.
Turquía es la única nación miembro de la OTAN con mayoría musulmana. Se despliega a lo largo de Europa y Asia, con costas humedecidas por los mares Mediterráneo y Negro, y estrechos que conectan los dos. Es una geografía de interés estratégico vital en sentido práctico vigente, ya que la guerra de Ucrania se extiende a lo largo del Mar Negro al norte de Turquía mientras que la guerra de Gaza amenaza la estabilidad regional en Medio Oriente.
Lo apuntamos en una edición especial de nuestras Fuentes Seguras: El andar de Turquía es de lo más interesante. En cierto modo, merece considerarse un signo de los tiempos.
SIN MOVER EL AVISPERO. Un año atrás Erdoğan recibió en Ankara al ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi. Conversaron largo y tendido sobre la actualidad y emitieron conclusiones semejantes, aunque con sutiles diferencias. La coincidencia se observó en la resolución de avanzar en los asuntos económicos de beneficio mutuo. Tras el intercambio, el presidente Erdoğan expresó su deseo de acelerar las tareas con el objetivo de alinear la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China con la Iniciativa del Corredor Medio (MCI) promovida por Ankara.
Al retornar a Beijing, el estratega asiático confió una versión más honda de lo acaecido. Al tiempo que confirmó los conceptos del jefe de Estado turco, anticipó que los acuerdos políticos con rasgos de mediano plazo eran mucho más profundos que los ensambles económicos. La relación se asentó en el creciente volumen comercial entre ambos, que aumentó más de un tercio en la última década según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía. De hecho, Turquía sirve como exportador de materia prima semidesarrollado para su contraparte más avanzada.
Ninguna de las cancillerías involucradas desmintió la versión de la otra. Entonces se entrevió que la articulación del BRI y el MCI suponía hondos lazos económicos, pero también un re alineamiento geopolítico fuerte. A China le beneficia que Turquía se asiente como potencia regional pues al defender sus derechos geográficos esenciales limita la presencia norteamericana. En aquel informe previo de esta saga, se brindaron los elementos que deben abordarse en profundidad para avanzar en los acuerdos entre turcos y chinos. Dos civilizaciones que se las traen.
En aquella secuencia ofrecimos información de fondo acerca de las dificultades a diestra y siniestra que necesita afrontar cotidianamente el gobierno turco. La combinación de las mismas es lo que ha originado su política exterior variada y, en ocasiones, zigzagueante. No son pocos los que, aunque respaldan la multipolaridad, plantean dudas y objeciones sobre esta integración. En materia política, puede decirse que se trata de las mismas franjas que objetan el ingreso de Arabia Saudita, por ejemplo.
NADA ES FÁCIL. Sucede que el crecimiento de las naciones emergentes no es lineal, y mucho menos ideológico. No sería extraño que surjan desencuentros puertas adentro del nuevo sendero. De hecho, el accionar de saudíes y turcos en Asia Occidental es uno de los factores que levantan espesas brumas entre quienes se plantan en defensa del pueblo palestino. La tarea de hilván que vienen asumiendo China, Rusia e Irán, tendrá que afinarse a niveles desconocidos hasta el presente.
Por ejemplo. Ankara está en la intersección geopolítica este-oeste en conflicto, con especial intensidad sobre la región de Asia Pacífico. Por eso resulta preciso saber que el enfoque turco hacia esa zona es principalmente económico, más que político o centrado en la seguridad. Hasta ahora, Turquía, como miembro de la OTAN, no puede repudiar abiertamente la estrategia Asia Pacífico del atlantismo. Pero le molesta profundamente.
Es pertinente recordar que la firme relación comercial de Turquía con Corea del Sur y Japón configura un nexo en proyección para la estrategia del Dragón en Asia. Los desencuentros históricos entre esos países pueden ser atemperados gracias a la intermediación turca. Sin entrar a hablar de ideologías: a puro número. La reciente decisión turca de acercarse a los BRICS es, por tanto, un tremendo golpe para la pretensión estadounidense de generar “una OTAN para el Pacífico”.
El Corredor Medio es una ruta de transporte por ferrocarril que conecta Europa a través de China, Asia Central, el Cáucaso y Turquía. Conocido como Iniciativa del Corredor Transcaspio Este – Oeste – Medio, configura un elemento básico de la Ruta de la Seda. Está dispuesto para concretar una necesidad de larga data: la conexión directa con Asia Central a través de Caucasia. Aunque para China ese Corredor es una ruta complementaria, para Turquía es trascendente, pues afirma su ligazón con los países asiáticos. Entonces, ambos están de acuerdo, pero no tanto, pues al mismo tiempo su desarrollo implica que deberán competir por el comercio con Europa. Y resulta que, para el Viejo Continente, los productos de China y de Turquía no son complementarios sino alternativos.
Se ha señalado en estas páginas. En el contexto del BRI de China, el Corredor Medio sirve como una ruta tangencial. Sin embargo, para Turquía, tiene una mayor importancia ya que fortalece sus lazos con los estados en Asia Central. Esta interconexión entre BRI y MCI también plantea desafíos, ya que como vimos lleva a China y Turquía a competir por el comercio europeo. Resulta que el aumento en la participación de mercado de China en Europa origina una disminución en la participación de mercado turco allí, y esto también sucede con los mercados del norte de África, Asia occidental y Asia central.
En aquella reunión, Erdoğan y Wang extremaron la valía de las coincidencias hasta concluir que Beijing no representa un problema para Ankara en zonas importantes como Chipre, el Egeo, el Mediterráneo Oriental y Siria, que Turquía evalúa áreas prioritarias de interés. Como factor ensamblado, los avances de la OTAN en esas regiones, damnifica los intereses turcos. Ahí es donde los dos países coinciden en que una buena relación es beneficiosa.
Hay más. Beijing sigue monitoreando la creciente influencia de Ankara en el Cáucaso, en especial tras los ataques azerbaiyanos sobre Nagorno Karabaj. En ese litigio, China sacó conclusiones duras: el apoyo de Turquía a Azerbaiyán fue un intento de ampliar su influencia al potenciar la posición azerí y limitando la influencia rusa en la zona. De hecho, Turquía se extendió a través de la acción panturquista y los multipolares -incluido Irán– le dijeron hasta acá.
Ese fundamental encuentro previo estuvo envuelto en la desazón que produjeron sobre las naciones que necesitan paz para invertir y comerciar, las resoluciones de la Cumbre de Vilna, donde la OTAN dispuso la continuidad de las resoluciones de 2022 en el Concepto de Madrid. Básicamente el atlantismo informó que la guerra en Ucrania debía seguir, y al mismo tiempo que Ucrania no se integraría a la entidad belicista que encarna los intereses financieros concentrados.
Es probable que semejante exigencia haya sido la carta fuerte esgrimida por Wang Yi -necesariamente analizada antes con su colega ruso Serguéi Lavrov– ante Erdoğan. Cualquier parecido entre el trato ofrecido a Kiev y el dispensado sobre Ankara, no debe haber parecido casualidad. El presidente turco y su geopolítico, el canciller Fidan, tienen que haber reflexionado: con esta gente, esto es lo que nos espera.
Quien escribe considera que una inmersión directa de Turquía en un conflicto euroasiático constituye el sueño brzezinskiniano más anhelado por la cúpula atlantista. Y derivaría en la reducción de la potencia a escombros. De allí que la intención de adherir a los BRICS merezca considerarse, además, un gesto de autodefensa del país que orienta el AKP. Dejando suelta la imaginación, cabe inferir que, por estas horas, quienes se aproximen a la tumba de Henry Kissinger en el cementerio de Arlington, alcancen a escuchar patadas en el cajón y una voz opaca que enrostra “¡Yo les avisé!”. Uno nunca sabe.
COSECHARÁS TU SIEMBRA. Otro cruce importante acaeció en julio de 2022, cuando Rusia, Ucrania y la ONU firmaron la Iniciativa de Granos del Mar Negro con la mediación de Turquía. El objetivo era facilitar la exportación segura de cereales, productos alimenticios, amoníaco y fertilizantes desde los puertos de Ucrania. Luego, Rusia firmó un memorando de entendimiento con la Secretaría de la ONU para apoyar la venta de productos alimenticios y fertilizantes rusos a los mercados globales. Pero el atlantismo acotó el pacto con embargos, exclusiones (SWIFT) y barreras de seguros. Los perjudicados fueron Europa y Africa; ninguna voz “humanitaria” se alzó para denunciar el uso de los alimentos como ariete guerrero.
Turquía, aunque miembro de la OTAN, ha intentado sostener una postura neutral en la Guerra de Ucrania. Su decisión estuvo atravesada por varios factores, incluida la posición geopolítica de Ankara, la relación energética con Rusia, los vínculos comerciales y el apoyo de Moscú cuando el presidente Erdoğan se enfrentaba al aislamiento de Occidente, y el multidimensional vínculo con China analizado párrafos atrás. El país otomano viene desempeñando un papel vital en el mantenimiento de canales para Rusia durante el conflicto, gestando ira en los lineales estrategas anglosajones.
La situación de Turquía la lleva a ejercer vigilancia y contralor del Mar Negro. Lo interesante, en sintonía con los factores contradictorios de los que venimos hablando, es que no está claro si monitorea a los rusos o a los norteamericanos. El poder turco sobre la región surgió en la Primera Guerra Fría, con las restricciones de la Convención del Estrecho de Montreux sobre la presencia de buques de guerra de estados no litorales. Esto también contribuyó a que Turquía elabore una política exterior equilibrada.
Por eso hoy Ankara resiste la pretensión de desmontar el acuerdo y sugiere evitar acciones que aumenten las tensiones en una zona estratégica. Con razones a mano, argumenta que una conflagración en el Mar Negro derivaría en una guerra extendida. Así, persiste en el diálogo con Rusia para garantizar la transferencia pacífica de granos regionales al mercado internacional a través del mismo. No le resulta fácil, pues ese vínculo es continuamente hostigado por la OTAN; como a esta entidad nada le importa, salvo la generación de reyertas aquí y allá, el equilibrio demanda una acción diplomática resuelta y refinada.
Más problemas. Los alzamientos kurdos se han registrado periódicamente en Turquía desde la guerra de la independencia, pasando por la transición del Imperio Otomano hacia el estado turco moderno. La fase actual del conflicto se remonta a la abolición del califato como modalidad conceptual y organizativa. Durante el reinado de Abdul Hamid II, califa y sultán, los kurdos eran súbditos leales. El establecimiento de una república secular tras la abolición del califato en 1924 derivó en las contiendas presentes.
Y también, Turquía tendrá que buscar una resolución de la cuestión uigur. Se trata de una etnia musulmana culturalmente ligada a las comunidades de Asia central. Unos 12 millones viven en Xinjiang, lo que representa un 45% de la población. Son considerados primos de los turcos y el trato que reciben, no siempre amable, del gobierno chino, levanta polvareda en la zona.
Claro que la virulencia del contraste con los kurdos se lleva las palmas. Turquía designa a los grupos kurdos como organizaciones terroristas, haciéndolos responsables de las muertes de civiles durante décadas de lucha armada, incluida los asesinatos en un atentado con bomba en noviembre de 2022 en Estambul.
Fidan reiteró que Turquía busca asegurar sus intereses en Siria y prometió “hacer todo lo posible para evitar que Siria sea un refugio para organizaciones terroristas y un escenario para guerras de poder”. A pesar del conflicto, el canciller expresó la disposición de Ankara a cooperar con el gobierno de Damasco, así como con otros países con los que su nación ha tenido relaciones tensas en el pasado. Ese anuncio fue aliviador para Rusia, pues las tareas turcas en el derredor de Siria, no fueron edificantes.
Es de valor comprender que la habitual caracterización de la política exterior turca como oportunista, si bien tiene fundamento, es una reducción que se debería evitar. Aquí se ha explicado, muy suscintamente, la complejidad que deriva de su ubicación geográfica. Todo tiene un porqué y las tremendas tensiones que confluyen en su eje contienen responsabilidades compartidas con otros actores.
El hombre adecuado para esos caminos llenos de malezas ha resultado Hakan Fidan. Si bien la conducción es ejercida con intensidad por Erdoğan, el canciller aporta una profundidad versátil de gran utilidad. Entre tantas labores, fue vital para orientar el giro que debilitó el vínculo con los Estados Unidos e Israel y aproximó su país a Irán. La prioridad del funcionario soldado y pensador es el interés de su país, no los alineamientos conceptuales. Hace poco, el 25 de octubre de 2023, Fidan advirtió que una invasión terrestre israelí sobre la Franja de Gaza, se convertiría en una masacre y advirtió que quienes la apoyen serán “cómplices de sus crímenes”.
Turquía escribe el guión de su novela.
¿Admitirá la OTAN una doble afilliación?
Mientras esta noticia se diseminaba por el globo azul, otras surgían y daban cuenta de distintos perfiles amalgamados por un sentido.
Ahora mismo, lector, el Papa Francisco recorre Asia y Oceanía. Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. En sus homilías está explicando en qué consisten la belleza de existir y la esperanza de crecer, aunque no dejó de condenar ante millones de musulmanes la deformación del sentimiento religioso en acciones terroristas, ni de recordar que “nadie es una carga”. También enfatizó que los bienes “están destinados por Dios a toda la colectividad”.
En Beijing, se concretó la Cumbre del Foro de Cooperación China-África (Ver video). El presidente Xi Jingpin se reunió con sus colegas de 50 naciones en sendero descolonizador. Allí se coordinaron inversiones en mega infraestructura, obras locales acotadas, recursos naturales, comercio y una zona económica determinante que contribuirá a la afirmación del continente olvidado en el mediano y largo plazo: la capitalización de los bancos centrales.
Los cambios en el planeta están resultando arrasadores. Como puede entender quien desee mirar.
- Area Periodistica Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Imágenes. Erdoğan con los líderes BRICS. Erdoğan con su canciller Hakan Fidan. Erdoğan, Wang Yi y Fidan. Erdoğan en reunión OTAN. El Papa Francisco en Yakarta, ente 100 mil personas. Wang Yi y los presidentes de 50 naciones africanas.
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