Por Gabriel Fernández *
Kiev atacó el Kremlin con drones la noche del martes al miércoles de esta semana. La acción fue considerada como un intento de asesinato contra el presidente Vladímir Putin por el gobierno de la Federación de Rusia. En un comunicado, la potencia euroasiática calificó el ataque como un acto terrorista planificado.
“Como resultado de las acciones oportunas tomadas por los servicios militares y especiales con el uso de sistemas de guerra por radar, los vehículos quedaron fuera de servicio”, precisó el área de prensa del Kremlin. El manifiesto oficial apuntó que el atentado se realizó “en vísperas del Día de la Victoria, el Desfile del 9 de Mayo, en el que también está prevista la presencia de invitados extranjeros”. Ninguna persona resultó herida.
Tampoco se produjeron daños materiales a causa de los fragmentos de drones que cayeron en el Kremlin. En la nota hay una frase más, para que quede claro: “La parte rusa se reserva el derecho de responder donde y cuando lo considere oportuno“.
En principio, vale indicar que, efectivamente, la defensa de la Casa de Gobierno logró desmantelar el potencial ofensivo de los drones. Sin embargo, queda una preocupación: llegaron hasta ahí. Luego, el ataque es continuidad de otros cuatro similares lanzados sobre las ciudades rusas.
Tal vez resulte un ejemplo de la combinación de factores que desembocó en este intento.
Pues Rusia se impone, sin prisa pero sin pausa, en la contienda directa. Esto lleva a las fuerzas occidentales a intentar atajos drásticos, que pueden ser crecientemente violentos. La superioridad del Oso, pese a estar enfrentando a un Estado respaldado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no puede garantizar la anulación de las vías irregulares de hostigamiento.
Como se sabe, las mismas han sido muy desarrolladas por el atlantismo.
De hecho, horas antes, integrantes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) desmantelaron una red de agentes de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania, que planeaba una serie de actos de sabotaje y terrorismo en el territorio de la República de Crimea.
Vale insertar en esta combinación, que un mes atrás la República Popular China presentó una propuesta de paz que fue desdeñada por los Estados Unidos, y que desde hace una semana se despliegan gestiones reservadas, promovidas por el Papa Francisco, en esa dirección.
Al respecto es importante evaluar a quién beneficia, y a quién perjudica, un cese de las hostilidades.
Con los antecedentes a mano y tomando en cuenta, también, el planteo chino ruso sobre Seguridad, es probable que no haya represalias equivalentes sino una continuidad de las acciones militares que despliega la Federación en Ucrania. Aunque nada es seguro: Nunca hasta ahora se había intentado ir hacia un objetivo tan determinante en el orden político.
¿Cuál será la respuesta que Putin y su estado mayor consideren adecuada?
Veremos. A medida que el tiempo transcurre, toda negociación de paz se modifica. El estado y las perspectivas de cada contendiente forman parte de cualquier borrador, porque mientras uno de ellos mejora, el otro decrece.
Por ahora el secretario de Prensa del Kremlin, Dmitri Paskov, señaló que los planes de celebrar en la Plaza Roja el desfile militar con motivo del 78 aniversario de la victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria (1941-1945)—como en el espacio postsoviético se denomina a la invasión y posterior expulsión de las tropas de la Alemania nazi—se mantienen sin cambios.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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